El chiquilicuatre de Pablo Manuel Iglesias y la algarada en la Complutense. Odio, acoso y derribo. Al pajarraco le viene de casta. Por Pablo Gasco de la Rocha

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La presidenta de la Comunidad de Madrid recibía el premio de “alumna ilustre” de la Faculta de Ciencias de la Información, y la tropa no podía consentirlo. Y como no podía, allí estaban para acosarla y perseguirla hasta dónde hiciera falta. ¿Qué hubiera ocurrido de no haber estado la policía?

Apareciendo entre las sombras se manifestaba mediante un tuit el puñetero arrogante, chulesco en formas, modos y maneras, de escasísima formalidad y nula sensatez, Pablo Manuel Iglesia. El personajillo al que le vino grande el regalo de la vicepresidencia del Gobierno de Sánchez, y eso que no tenía que hacer prácticamente nada, salvo retratarse con la cartera correspondiente en su pose más habitual: brazos y piernas arqueadas y sonrisa hipotónica.

Así, aprovechando la ocasión, salía del olvidado, porque para él todo acoso y manifestación de odio contra el “otro”, es su causa y su bandera. Y si anteayer fue contra alguien cuyo nombre no importa, hoy es contra la señora Isabel Díaz Ayuso, como mañana será contra otro u otra, porque él y los suyos se han erigido en los guardianes de la cultura y la moral. Que es lo que les ocurre a todos los cretinos cuando se crecen, no se les ata en corto y no se les mete en cintura.

Hablamos de una juventud indecente, grosera y de escasísima formación cultural, que se han creído con derecho a todo. Nos referimos a una juventud tan mal educada y tan perversamente ideologizada que estaría dispuesta a provocar lo que fuera, que se atreven a dictar lo que hay qué pensar y creer, y que actúan violentamente contra todo y todos. Y lo más grave es que se LES DEJA HACER, hasta que no haya más remedio que pararles. Es la Historia de España que no cambia….

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¿Por qué los españoles, con nuestras legitimas diferencias, no nos llevamos bien? Pues, por una sola razón, porque hay una multitud que odia con ganas…

¿Se puede seguir en esta dinámica? ¿Hasta cuándo? Si hay una nación en Europa, en la sea probable una revuelta civil entre contrarios y contra la clase política, esa nación es España, donde la izquierda y el independentismo odia con gana cainita.

¿Qué hubiera ocurrido si frente a ellos hubieran estado otras chicas y chicos, y no los de Ayuso, que tienen guardada las banderitas de plástico con los colores patrios compradas a los chinos para aplaudir en el próximo desfile, a la Bandera de la Legión de nombre “España”? La respuesta, inquieta.

Todo esto es muy cansino… Alguien dijo, y lo comparto, que “la huida es costumbre tan deseada como orillada. Lo que acaso todos tenemos pendiente”.