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El libro presenta, como su título indica, el relato de tres periodistas -José Díaz Fernández (alias Canel, militante socialista), Josep Pla i Casadevall (a sueldo de los catalanistas de la Lliga, conservadores) y Manuel Chaves Nogales (republicano de izquierdas)- que escribieron sobre la revolución. Los dos últimos escribieron como periodistas (sobre Chaves Nogales se puede leer esto en ECDE), pero el primero, del PSOE, aunque periodista, firmó un publireportaje novelado sobre la revolución más propio de un agitador, que es lo que realmente era. La solapa nos dice que Chaves Nogales y Pla fueron dos de los primeros periodistas que pudieron entrar en Asturias y que Díaz Fernández publicó su libro Octubre rojo en Asturias un año después.
El Prólogo empieza refiriéndose no la agitación socialista ni la preparación del alzamiento armado si no a la derecha “dura” (literalmente) de la CEDA que no pudo ser llevada “a la orilla democrática”, según editorial del afamado periodista Gaziel (Agustí Calvet), en La Vanguardia: «Se ha hundido el puente y ellas continúan acampadas en la orilla opuesta. De ahí toda la delicadeza, toda la dificultad de la hora actual». Eso está firmado en 26 de abril de 1934. La equiparación de democracia y república que hace es improcedente; especialmente tratándose de aquella república hecha contra media España. De hecho, en el 36, tras el Alzamiento, Gaziel huyó de la zona republicana por piernas, y solo volvió a España en el 40.
Sigue el Prólogo:
La sensación dominante entre la oposición era que la CEDA apoyaba el gobierno no para reforzar la República sino más bien para sabotearla.
Antes de nada: la CEDA tenía la misma obligación de consolidar aquella república que los republicanos de consolidar la monarquía. Pero, en todo caso, de alguna forma trataron de hacerlo apoyando el gobierno de los Radicales. Sigue una referencia a una supuesta “acción involucionista”, a un inexistente “giro autoritario al Estado” y a otros supuestos “titubeos de Gil-Robles con las dictaduras reaccionarias”. Nada con gaseosa.
A mayor abundamiento de argumentos gaseosos nos cuentan la reacción del comunista Cernuda ante la posibilidad de que el partido mayoritario del parlamento entrara en el gobierno:
«Pocas veces he tenido un disgusto, una preocupación colectiva como anoche», escribió el día 5 el poeta Luis Cernuda —comunista ya— en sus dietarios. «Qué asco, qué vergüenza que haya podido formarse semejante engendro de gobierno».
¿Qué relevancia tendrá la reacción negativa de un comunista tras la entrada de ministros de derechas en un gobierno?
Además, se acusa casi a las derechas de no detener la revolución para aprovechar después la coyuntura:
También las derechas gubernamentales, que sabían perfectamente que más pronto que tarde se produciría un movimiento revolucionario, aprovecharían la coyuntura crítica para acelerar la rectificación reaccionaria.
¿Pero, entonces, por qué no la aprovecharon después teniendo todo a su favor?
Esto se dice del primer autor:
… el reportaje más vivido sigue siendo el narrativo Octubre rojo en Asturias firmado por un tal José Canel. Era el seudónimo empleado por quien firmaba con su nombre el prólogo de aquel libro: José Díaz Fernández.
Pero ¿cómo va ser el reportaje más vivido si ni siqueira es una reportaje, sino un publireportaje novelado?. En ingún caso es comparable con los testimonios periodísticos de los otros dos autores. Se trata de un agitador del PSOE al que no importa -por supuesto- recurrir a la mentira, porque la mentira es revolucionaria, y los revolucionarios son los hijos de la mentira:
El sábado 3 de agosto, a primera hora de la mañana, se celebró una sesión en el Ayuntamiento de Oviedo en la que se tomó la siguiente decisión: «Protestar contra las falsedades y conceptos insidiosos que, según manifestó el alcalde, contenía el reportaje que sobre los sucesos de octubre está publicando Diario de Madrid, lamentando que sea su autor el asturiano ex diputado a Cortes Sr. Díaz Fernández».
Es decir, después de la destrucción de la ciudad, el fulano se permite insultar con la mentira a las víctimas que lo sufrieron.
Vamos a dar un repaso a los textos de los tres autores. El repaso del primero será breve porque solo he leído comienzo y final de ese insufrible panfleto, que no he podido menos que tomarme a broma.
Octubre rojo en Asturias, de José Díaz Fernández (Canel)
Como se ha dicho es un pseudoreportaje novelado, de propaganda roja, escrito por un militante del PSOE ensalzando la revolución. No tiene interés como testimonio histórico, salvo para saber lo que pasaba por la cabeza de los socialistas:
Allí están también las casas obreras, pintadas de bermellón, donde al atardecer hormiguean los hombres vestidos de mahón, las mujeres despeluchadas y asténicas, con los grandes ojos enrojecidos por la temperatura del taller y de la escoria, y los chiquillos sucios, desgarrados, hostiles, que salen a la busca del carbón a las orillas del río, al borde de los lavaderos.
El ambiente de miseria es pura propaganda insidiosa. Pla nos dirá después que los mineros eran unos obreros muy bien pagados (y es lógico, dada la dureza del trabajo), así que si las mujeres iban despeluchadas y asténicas y los chiquillos sucios y desgarrados, sería porque ellas eran unas abandonadas y los mineros se gastaban los jornales en vino y malas mujeres.
Ayer tiré las herramientas al río. ¡Viva la revolución…!
¡Qué nivel! Ya verás cuando vengan los comisarios comunistas con la rebaja, muchacho…
Gerardo entregó al comité de abastecimientos los géneros restantes. Pidió que se reservasen las cuatro cajas de champaña para sus hombres: —Quiero escanciarlas una noche, para que estos parias del monte beban lo que beben los burgueses en los hoteles caros.
Hombre, el champaña no se escancia, ni siquiera en Asturias… Las reflexiones políticas -incluidas en un epílogo- están a la altura:
Fue un enorme error de los socialistas, que pasaban sin transición del colaboracionismo gubernamental a la revolución clasista.
Entre los antecedentes políticos de la sublevación, el primero que hay que recordar es cómo sobrevino el cambio de régimen.
Las clases conservadoras, que se habían distanciado de la monarquía, veían con buenos ojos que al frente del nuevo régimen estuviese un hombre de orden, terrateniente de Andalucía, parlamentario furibundo, que representaba ya entonces la contrarrevolución.
Si Alcalá-Zamora representaba la contrarrevolución para la izquierda, la derecha hubiera hecho bien en prepararse para lo que iba a venir después. La derecha “dura” de la CEDA no lo hizo -como se sabe-, y después pasó lo que pasó.
Las izquierdas se veían expulsadas del régimen que habían creado. Comprendían que estaban ya obstruidos los caminos legales y que solo la revolución podía salvarlas; pero sufrían esa indecisión tan democrática que dio paso al fascismo en otros países.
Lo que sabemos: en el PSOE equiparaban régimen republicano con gobierno de izquierdas, etc.
Para acabar, un detalle gracioso:
Por último, la verdad es que los catorce millones de pesetas que se «expropiaron» al Banco de España, de Oviedo, se han perdido. Las camionetas que llevaban el dinero fueron desvalijadas por los aldeanos y por sus propios custodios.
Las cuentas del Gran Capitán versión s. XX.
Los textos de los otros dos autores tienen mucho más interés, como veremos.
El libro se puede leer aquí: Tres periodistas en la revolución de Asturias – Telegraph
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