29/06/2024 11:05
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Concluyo con este escrito el tema, aunque podría seguir hablando muchas horas más, dada su ignoradísima importancia. He dicho muchas veces,  en mis charlas sobre las mismas,  que, un buen  departamento de auténticas “relaciones públicas” impedirían la desaparición de muchas empresas y que, por el contrario,  son siempre  fundamentales para llegar muy arriba. ¡“Roca” es un  ejemplo! Aunque los actuales responsables, quizás ya no lo sepan. Gracias al acierto en la rectificación de políticas –hace sesenta años–nuestras empresa,  que en mi tiempo llegó a ser la número uno de Europa en su campo, hoy es la más importante del mundo. Sus productos son comprados en todas las naciones del orbe, con más de setenta fábricas y varias decenas de miles de empleados.

La eficacia de esta profesión –cuando es “verdadera”, –o sea que es totalmente ajena a lo que se está vendiendo como instrumento de venta o propaganda del “márquetin”—, es infalible. Aunque sean dos mundos distintos,  yo diría de las Relaciones Públicas que son,  a la salud de las empresas,  algo tan fundamental como lo son, los Ejercicios Espirituales de san Ignacio,  a la salud del alma. ¡Una garantía absoluta! Con lo cual creo haberlo dicho todo.

Y para cerrar el tema  veamos algo más hecho desde el Departamento que proyecté, creé y dirigí durante once años.

Para que toda la empresa, es decir, además de los dueños,  a los que personalmente informaba de todo cuanto consideraba debían conocer de la relación con clientes, proveedores, usuarios –y, en especial los arquitectos y constructores–,y  también los ingenieros comprendieran la importancia del cambió de actitud y de políticas, organicé la visita de los Colegios regionales de arquitectos a las fábricas de Gavá y, en algunas de ellas,   el “enfrentamiento en una mesa de diálogo”, con nuestros ingenieros. Así podían conocer directamente, –ellos también—lo que pensaban los profesionales de la construcción sobre los productos que ellos fabricaban. Lo conocían,  ya, en teoría, porque mis informes se los enviaba a los ingenieros, lo mismo que a la Dirección pero,  no es lo mismo leer un escrito que oírselo directamente al que lo piensa y dice… No se pueden imaginar los efectos positivos que producía en ambas partes. Los arquitectos tenían la oportunidad de hablar con los responsables de  la calidad del producto, y los ingenieros de hablar con quienes se nos quejaban…

“Roca” nunca había cuidado las relaciones fluidas con el Gobierno, ni habían hecho caso de algo que les sugerí por creerlo necesario, en aquellos tiempos (cuando las “cacerías con el Generalísimo” eran ocasión de grandes relaciones para los negocios) de que alguien de la familia viviera en Madrid para ser uno de los habituales a las mismas.

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En vista de lo cual decidí crear — en mi Departamento– un equipo de “Gestión en  los Ministerios”.   Absolutamente eficaz y — como se dice vulgarmente—los  “minamos” coreando excelentes contactos. Nuestra empresa, importaba constantemente  para  su ininterrumpida expansión de todo: hornos túnel, máquinas de todo tipo, etc. Nuestros ingenieros proyectaban otras que se fabricaban en el resto de Europa, y por lo tanto la relación fluida con los Ministerios era clave,  prescindiendo  de la postura oficial, yo lo tenía claro.

Tan acertado estaba, que Antonio acabó por pedirme  que le cediera al responsable de esos contactos…Le respondí riendo, que si no era él, el dueño de la empresa para “ordenar” en vez de  “pedir”… En primer lugar así eran ellos de elegantes y por otra partes  se había dado cuenta de lo útil que había sido nuestra relación con el Ministerio de Industria,  de la Vivienda, de Comercio…etc. Mi brazo derecho y yo comíamos, a veces con los Secretarios Técnicos –que son los verdaderamente claves, en los ministerios.

Ahora que han pasado sesenta años puedo contar que,  cierto día,  me dijo Antonio Roca: Tienes que conseguir el número de viviendas a construir el próximo año,  para comprar los hornos túnel extras necesarios. Fue el Delegado al Ministerio de la Vivienda a pedírselo al Secretario Técnico y éste le respondió: “lo tengo pero no te los puedo facilitar, pues no los ha visto aun ni el Ministro, ni el Consejo de Ministros. Le argumento  que lo necesitábamos urgente pues de lo contrario dejaríamos colgado el mercado por no saber lo que debíamos comprar. Era imposible filtrar nada mientras no lo conozca el Ministro.

En vista de ello me dijo Antonio: No podemos esperar. Vete personalmente y trata de conseguirlo. De entrada, negativa absoluta. Finalmente,  conseguí que me dijera; “Te voy a dar una copia, que no debes dejar a nadie, ni copiarla tú. Que el economista vea y tome a mano, nota de los datos, y me la devuelves. Me estoy jugando el puesto, si hay una filtración así que ya sabes… “

Por supuesto, hice lo pactado y se pudieron pedir a tiempo los hornos necesarios. Hoy nadie recuerda aquella “locura” de viviendas que se construían cada año. Hubo años en que servíamos los pedidos con “seis meses” de demora. Había clientes que vendían a otros, los camiones que les tocaban, sin descargarlos. ¡Si nuestros jóvenes conocieran la verdadera Historia de la revolución de la “prosperidad” que trajo Franco! Pero los políticos han formado generaciones de algo así como idiotas que comulgan con ruedas de molino… No les interesa la información de quienes vivimos esa edad de oro

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Hicimos mucho más: También abrimos los ojos a la Sociedad Española sobre “Roca”, organizando un CINCUENTENARIO inolvidable. Describirlo me pediría un espacio que yo no tengo.

Atendimos todo petición de los arquitectos más metidos en mejorar los sistemas. Por ejemplo hicimos unas plantillas para ayudarles en el dibujo y diseño de los planos de sus proyectos. Seccionamos nuestros productos para facilitar su estudio en las Escuelas de Arquitectura. Colaboramos en los viajes de fin de carrera.

En resumen cambiamos el “odio” en respeto, admiración e incluso amistad con la mayoría que recibían a mis delegados personalmente y sin hacerles esperar.

Confío en que quienes tenían una idea errónea de las Relaciones Pública hayan podido convencerse de su trascendental importancia para que la Sociedad no chirríe.

Autor

Gil De la Pisa
Gil De la Pisa
GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.
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