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Dentro de la Santa Basílica, del Valle de los Caídos, Caídos por Dios y por la Patria, consagrada por el Papa Juan XXIII “El Papa Bueno”, existen infinidad de esculturas de una exquisitez, grandeza y excelencia, impresionante y notable.

Cualquiera de las decenas de ellas, podría competir con la escultura, tan afamada y querida de “El Cristo de Corcovado”, enclavada en Rio de Janeiro, tan venerado, tan elogiado y del que los brasileños presumen, saliendo en miles de reportajes, que recibe más de 700.000 visitantes, al año. Mientras nuestro Santo Valle, que es todo el Recinto una Joya única, con decenas de inmensas esculturas, en las que los 4 apóstoles de enorme tamaño, sufren la inclemencias del tiempo, los hielos, la lluvia, la granizada y las bajísimas temperaturas de la zona, además del desprecio de las administraciones, sin restaurarlas, ni gastarse un euro, esperando que poco a poco se vayan cayendo enormes partes del cuerpo, cuya altura de un hombre normal, les llega al tobillo, pues esta emblemática obra Católica, tan solo recibió el año 2019 un total de: 318.248 visitantes.

Indudablemente, con una pésima publicidad, propia de los diabólicos engendros de los Bandoleros de los criminales de la extrema izquierda y de la derechona traidora (Partido del Populacho), que son exactamente iguales y máxime con igual pensamiento sobre nuestro Santo Valle.

Un recinto, que debería estar catalogado, como una de las diez maravillas más importantes del mundo y si me apuran, como la número tres del ranking, después de las pirámides de Egipto y de la Gran Muralla China y que en ambas construcciones, cayeron miles y miles, incluso millones de esclavos, muertos a latigazos, de hambre o enfermedades.

Mientras que en la construcción del Valle, cuyos trabajadores eran personas libres nacionales, junto a unos voluntarios republicanos, que dirimieron muchos días de pena, por cada día trabajado, murieron unos 14 trabajadores, entre Nacionales y Rojos, que a su vez, fue por accidente, pues estaban bien comidos, bien tratados y a cuerpo de rey. 

LA CRUZ DEL VALLE ES CINCO VECES EL CRISTO DEL CORCOVADO

Podríamos analizar las enormes esculturas de dentro y de fuera de la Santa Basílica, pero siempre, para mí, ha habido unas que las admiro, como las más bellas, después de La Piedad, que es la obra cumbre de D. Juan de Ávalos y las admiro, por esa representación austera y mística, con la capucha tapándoles los ojos, propia de monjes de época medieval, que me llegan al corazón y hasta el alma.

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Dichas figuras se encuentran en el Crucero:

Una vez que se suben las escaleras de la nave central, de la Basílica que ya figura en el Libro de los Record, como la más larga de cualquier Iglesia en el mundo, dejando claro está, que el Vaticano protestó y que para evitar que fuera más larga que la Catedral de San Pedro, se instaló una enorme puerta enrejada y repujada con bellísimas situaciones de imágenes sagradas, además con unas escaleras de bajada, que la delimitan.

Pues bien; dirigiéndose por el crucero, se observan a ambos lados ocho estatuas sobre sendas pilastras, obra de Antonio Martín y Luis Sanguino, con la cabeza inclinada y cubierta, invitando a una actitud de respeto y silencio, porque el visitante se encuentra en un espacio sagrado y concretamente en un gran cementerio de guerra.

Dichas magníficas estatuas, sobrias y maravillosas, representan a contendientes caídos en la Guerra de Liberación, por tierra, mar y aire y como voluntarios.

«Monjes del ejercito» 1958

El Valle de los Caídos
Madrid, España
Primera gran obra del Escultor Luis A. Sanguino compuesta de 8 monjes que se encuentran colocados a ambos lados de la impresionante “Basílica” de “El Valle de los Caídos”. Todos ellos fueron tallados en piedra y representan a los cuatro sectores del ejército; Tierra, Mar, Agua y Aire. Debido a la majestuosidad de estas figuras y el material en el que fueron talladas, el artista invirtió 3 años en su realización. 

“En el Valle la montaña

y en la montaña una cruz,

con los brazos muy abiertos,

para que no dudes tú. 

Y en la montaña horadada,

duermen su sueño de paz,

los que en lucha sucumbieron por uno y otro ideal. 

La guerra los separaba

y la muerte les unió,

ella borro las trincheras y se abrazaron los dos. 

Y dicen, que por las noches

se oye, en el Valle cantar,

no son canciones de guerra,

son himnos de amor y paz.”

Así sea

Y visto lo visto, luego voy y me lo creo. Evidentemente este, llamémosle, poema, no está escrito por mí. Es evidente.   

Órgano de la Basílica del Valle de los Caídos. Año 1968

Por último: ¿Os imagináis este inmenso Recinto, lleno de inmensas Obras de Arte, únicas en el mundo, estuviera en cualquier otro País?

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¿Os imagináis, como lo tendrían restaurando al día,  protegido y publicitado?

¿Os imagináis, la admiración que causa en otros Países, que es envidiado y venerado, mientras aquí se le odia y se le destruye, por la dejadez de estos reyezuelos y la patitocracia que padecemos, corruptos, ladrones, PROFANADORES, llena de TALIBANES infames y diabólicos Hijos de Satanás, que siguen buscando a su verdadero padre, sin encontrarle, entre los muchos posibles?

Autor

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Miguel Sánchez

Empresario. Licenciado en Marketing y en Dirección de Ventas. Escritor de varios libros, sin publicar, aún.  Aficionado a la escritura y a la historia de España.


Caballero Legionario que fue del  IV Tercio Sahariano Alejandro Farnesio, en dónde estuvo en Mando Bandera. Escogido para portar al Santo Cristo de la Buena Muerte, representando a la Xª Bandera.


Congregante del Santísimo Cristo de la Fe, Cristo de los Alabarderos y María Inmaculada Reina de los Ángeles, en la Catedral de las Fuerzas Armadas


Luchador nato por el  Valle de los Caídos y sus monjes Benedictinos, por nuestro Cristo Redentor, la Familia, contra el Aborto y la Patria Grande, Unida y Gloriosa, desde la muerte del General Invicto.


Amigo, seguidor y admirador de la figura más transcendental y entrañable del siglo XX español, D. Blas Piñar, mi Caudillo, siempre junto a él, tuve el honor de aplaudirle, ovacionarle, dialogar y abrazarle, porque era mi ídolo y lo seguirá siendo por toda la eternidad. Y tengo el orgullo, que de  sus magníficos libros escritos, poseo unos diez, dedicados, con cariño y con su pluma de oro, como escritor en la excelencia.


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