21/11/2024 20:14
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Hoy acuden a mi memoria como nunca antes aquellos versos que el gran poeta José Luis Santiago de Merás dedicó a los legionarios:

“Clava tus pies firmemente

Sobre la tierra africana.

Tu corazón, en Melilla

Y tus ojos en España

 

Corría el verano de 1921, apenas diez meses tras la fundación de la Legión, que ya había participado en numerosos combates en la zona occidental del Protectorado de España en Marruecos. De hecho, desde su base en el Cuartel de Dar Riffien, cerca de Ceuta, operaban sus tres Banderas entre Uad Lau y los arrabales de Tazarut, la guarida de El Raisuni. La noche del 21 de Julio la I Bandera vivaqueaba en Rokba – El Gozal. Su jefe, El Comandante Francisco Franco es despertado en media noche porque algo terrible estaba sucediendo. ¡Annual! La Comandancia General de Melilla a punto de derrumbarse, apenas hay tropas de servicios para interponerse entre la ciudad y las huestes de Ab el Krim, la situación es desesperada. La Legión recibe la orden ponerse en marcha a la mayor celeridad posible para socorrer Melilla y en ello pone todo su empeño. Su Credo Legionario se lo demanda: Acudir al fuego, cumplir con su deber, jamás decir que está cansado. En una mítica caminata de más de 100 kilómetros, apenas sin descanso y en poco más de 30 horas, cubren la distancia entre el vivac y Tetuán por polvorientos caminos. De allí por ferrocarril a Ceuta y en el vapor de Cádiz acuden los legionarios a Melilla.

Arriban el día 24. La situación en la ciudad es caótica, desesperada. La población se apelotona en el muelle para observar, en aquellos soldados barbudos ya curtidos por el sol y los combates, su posible salvación. En verdad, no son los únicos que llegan en socorro de la ciudad. Dos tábores de Regulares y un batallón de La Corona también acuden en socorro. Pero son los Legionarios, con su banda de guerra y entonando sus canciones quienes, marchando a su vistoso paso por las calles de la ciudad, elevan la moral de la población proporcionándole un hálito de esperanza.

De allí, a las posiciones. Hay defender el perímetro de la ciudad, ganar tiempo para restablecer la situación. Y Melilla se salva. Llegarían después Casabona, el Blocao Dar Hamed, llamado “El Malo” o Blocao de la Muerte, el Gurugú, la reconquista del Territorio, Tizzi Azza y finalmente el desembarco de Alhucemas, con la Legión y el ya coronel Franco siempre en vanguardia. Aquello marcó el principio del fin de la rebelión y la inseguridad en el protectorado. Melilla Por fin podía respirar tranquila.

Se olvidaron entre tanto del expediente de la Laureada a La Legión, traspapelada entre las investigaciones sobre los hechos que culminaron en Annual, rivalidades, burocracia y desidia que han llegado hasta nuestros días. Pero la ciudad de Melilla, mientras hubo melillenses que habían vivido tan angustiosa y desesperada situación, no olvidó ni a los legionarios ni a sus jefes. Así es como en un pleno del ayuntamiento en el verano de 1975, justo el año en el que falleció Francisco Franco, siendo Jefe del Estado y Generalísimo de sus Ejércitos, decidió erigir un monumento en recuerdo de aquella gesta legionaria, punta de vanguardia de la salvación de la ciudad. Tres años se tardó en materializar la decisión de la corporación municipal con la instalación una estatua del Comandante Franco en uniforme de camapañ, colocada a la salida del Puerto, justo por donde los Legionarios 57 años atrás irrumpieron en la ciudad. Una sobria escultura, obra del artista local Enrique Novo Álvarez, con una inscripción sobre el pedestal, junto al escudo de la ciudad, en la que se podía leer: “Melilla al Comandante de la Legión D. Francisco Franco Bahamonde. 1921 – 1927”

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Ojo al manojo. La Ciudad de Melilla, erige un monumento para conmemorar y agradecer aquella gesta legionaria en la persona del Comandante de la I Bandera y en recuerdo a toda la campaña entre los años 1921 y 27. Al comandante de La Legión, ni al General Franco, ni al Jefe del Estado. Y recordando su desempeño en toda la campaña de Marruecos, que finalizó en 1927 ¡nueve años antes del comienzo de la Guerra Civil! Hasta aquí los hechos.

Con el correr de los años, tan emblemático recuerdo y significativa obra, ha sufrido algún percance. Se cambió temporalmente de ubicación en el primer lustro del siglo, con motivo de la ampliación del puerto y en alguna ocasión los amigos de la nocturnidad y la alevosía la “adornaban” con alguna pintada que la propia corporación municipal se encargaba de limpiar en breve plazo. Y quiero aquí recordar que el presidente Imbroda (A la sazón Legionario de Honor) defendió durante sus largos años de mandato, el recuerdo agradecido de la ciudad a La Legión en la persona de su emblemático comandante.

Pero vinieron tiempos de cambios. Líderes políticos rabiosamente ideologizados y cortoplacistas, que, en vez de mirar hacia el futuro buscando mejores oportunidades para sus administrados, se perdieron en miradas torticeras al pasado fomentando el revanchismo y la desunión. Y vino la tristemente denominada Ley de la memoria histórica del presidente Zapatero. Aquel de las indigeribles píldoras como “la tierra pertenece al viento” o “la nación es un concepto discutible y discutido” Ley cainita, y sesgada donde las haya, que pretende establecer una única visión de la historia de forma tal que, condenando la legitimidad e incluso la legalidad del período más extenso de prosperidad de la historia de España (si, prosperidad. Nos puso en el puesto 9-11, depende de los indicadores que se contemplen) está sibilinamente conculcando la legitimidad del régimen actual.

Pero estamos en una democracia donde rigen las promesas electorales (que no programas) se convierten en el “antes de meter, prometer” dicho en castizo. Prueba de ello es que el partido hegemónico de la derecha, el PP, con la promesa de derogar tan nefasta ley ganó las elecciones de diciembre de 2011 ¡y con mayoría absoluta! Pero nunca hizo ni el amago de cambiarla. Luego vinieron las autonómicas de 2019. En la Ciudad Autónoma de Melilla, a pesar de que las volvió a ganar en Sr Imbroda candidato del PP, en un alarde de filibusterismo político, Coalición por Melilla (partido de claros tintes étnicos religiosos) en concomitancia con el PSOE, encumbraron a la presidencia de la ciudad a Eduardo de Castro, que con un único voto de Ciudadanos se hizo con su gobierno. De aquellos polvos, estos lodos, que hubiera exclamado el mismísimo Marqués de Santillana.

En un pleno de la Asamblea de la Cuidad Autónoma del día 22 se ha materializado la decisión de retirar una estatua que nada tiene que ver con los sucesos de 1936 y posteriores. Los votos de Coalición por Melilla, del PSOE y Cs, con la abstención del PP y el único voto en contra de VOX han bastado para decidir la retirada de la estatua.  Cuesta entender la postura del PP de Melilla poniéndose de perfil, por más que argumenten que aunque hubieran votado en contra de la remoción de la estatua no hubiera tenido más que un valor. Pero es que los gestos, como los agradecimientos, tienen su importancia. El resultado está a la vista. Dos días después y con un fuerte dispositivo policial, el monumento al comandante Franco ha sido arrancado de la vía pública ante la indiferencia de muchos el júbilo de unos pocos y el corazón arrugado de un puñado de irreductibles, Los legionarios. Veteranos unos y lo denunciamos. En activo otros, que se muerden sus sentimientos, aprietan los puños y obedecen. ¡Cumplirá su deber, obedecerá hasta morir! les demanda su Credo. Pero nada dice el credo de sus sentimientos.

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En todo este desaguisado, quisiera agradecer al sr Javier Dacosta, concejal o consejero de VOX, su solitaria y gallarda defensa de la “memoria histórica”. No sé por qué me da que en la próxima cita electoral su partido crecerá como la espuma. A muchos de los votantes del PP les va a ser más que difícil entender las razones para la abstención. El posterior anuncio del Sr. Imbroda de que está estudiando impugnar la decisión por razones técnicas puede ayudar a esclarecer su posición.

¿Se ha acabado aquí todo? No, desde luego que no. Entidades públicas o privadas están dispuestas a dar la batalla, con los medios disponibles y dentro de los cauces legales. La Fundación Nacional Francisco Franco, cuyo objetivo primordial es “Difundir y promover el estudio y conocimiento sobre la vida, el pensamiento, el legado y la obra de Francisco Franco Bahamonde” lo considera un deber y así lo ha expresado públicamente su presidente. ¿Es que van a dinamitar la casa en la que nació Francisco Franco por el mero hecho de que una ley proscribe su nombre por relacionarlo con hechos que acaecieron a partir de 1936? ¿Por qué entonces se remueve una estatua que conmemora un hecho singular y heroico con el que la Ciudad de Melilla agradece a la Legión pura y simplemente que la salvara de las garras de Ab El Krim? Otras entidades y hermandades que agrupan a muchos veteranos legionarios, también se han pronunciado en términos análogos e incluso alguna ha anunciado acciones legales en contra de tal resolución. Resultado incierto, el de estas instituciones. El combate de David contra Goliat, pero si no lo hiciéramos, más nos valdría quitarnos el nombre.

Y termino por donde empecé, dejándome mecer por los premonitorios versos de Santiago

 

Nadie pronuncia tu nombre

Capitán Francisco Franco,

aquellos que tú elegiste

reniegan de tu pasado

 

Ya sé que tú nos decías

que estaba muy bien atado,

pero todos perjuraron

antes que cantase el gallo.

 

Borraron todas tus huellas

negaron todos tus pasos,

aventaron tu semilla

y hasta tu nombre olvidaron.

 

Dicen que no queda nada

de aquellos cuarenta años,

que tus ideas no valen

que tus palabras pasaron.

 

Los mismos que tú elegiste

los mismos que has encumbrado,

a los que diste el poder

Capitán Francisco Franco

 

No te hemos de dejar solo, mi comandante. Velamos toda una noche ante los fríos pinares del Valle de los Caídos mientras profanaban tu tumba.  Alzamos la voz entonces, lo hacemos ahora y lo volveremos a hacer siempre que nuestra conciencia y honor así nos lo demande. No te hemos de fallar y te acompañáremos, si es preciso en tu calvario de ingratitudes y desprecios.

Autor

REDACCIÓN