21/11/2024 11:55
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Partiendo de la evidencia empírica afirmaba en mi anterior artículo que en España estábamos padeciendo una situación de desgobierno derivada de la permanente sumisión de Pedro Sánchez al chantaje independentista. Evidentemente, esta suerte de corrupción política, basada en el intercambio de votos por prebendas, solo es posible cuando hay un sistema político que permite su desarrollo. Así, si bien el ordenamiento constitucional español actualmente vigente ha posibilitado durante más de cuatro décadas la convivencia pacífica del conjunto de los españoles, con la llegada al poder del tándem Zapatero-Sánchez han salido a relucir todas las deficiencias del pacto suscrito por el conjunto de la clase política durante la llamada “transición española”. Probablemente la principal deficiencia de la Carta Magna radica en no haber sido capaz de blindar convenientemente las competencias del Estado, para de esta forma establecer los límites de la descentralización que todo modelo territorial de carácter autonómico o federal conlleva de manera inherente. Si a ello le sumamos una ley electoral que dificulta ostensiblemente la gobernabilidad al favorecer la atomización parlamentaria, nos encontramos ante un escenario que no invita para nada al optimismo. Como el tiempo acaba generalmente poniendo las cosas en su sitio, la llegada al poder de un personaje absolutamente amoral como es P. Sánchez ha supuesto el desencadenamiento de un tsunami institucional y social, de tal forma que en la actualidad son los partidos regionales de carácter independentista los que están en disposición de determinar en gran medida el futuro de la nación española, a pesar de contar con un minoritario apoyo ciudadano.

La deriva profundamente antiespañola del PSOE se ha puesto de manifiesto con claridad meridiana en la convención política que los socialistas celebraron el pasado fin de semana en La Coruña. Así, en dicha convención el partido socialista apostó por el desarrollo de un modelo de Estado de carácter confederal, el cual, de facto, destruye la unidad de la nación española, socava el principio de igualdad ciudadana y elimina la solidaridad interterritorial. De esta forma el PSOE, alineándose con los intereses rupturistas del entramado independentista catalán y vasco, se ha situado definitivamente al margen del orden constitucional vigente, lo cual, al llevarse a cabo desde la presidencia del Gobierno de España, tan solo puede conceptualizarse como un “Golpe de Estado” en toda regla.

Soy consciente de que planteamientos de este tipo desencadenan la ira de los partidarios de regímenes de carácter socialcomunista, de tal forma que aquellos que sostienen el ideario marxista en cualquiera de sus versiones habitualmente obsequian con todo tipo de descalificaciones “ad hominem” a aquellos que no se someten a sus postulados. Un análisis somero de tan redundante situación viene a poner de manifiesto con cierta inmediatez que este tipo de conductas no deja de tener una impecable lógica interna, ya que todos estos individuos carecen del arsenal argumental necesario para defender su propio posicionamiento político, lo cual no implica ni tampoco descarta que sean absolutamente estúpidos, pero si evidencia que, a la luz de la razón y la experiencia, simple y llanamente están equivocados.

Este intento de cercenar la libertad de expresión de toda voz disidente por parte de una izquierda cada vez más sectaria se ha vuelto a poner de manifiesto cuando las redes sociales mostraran la indignación ciudadana provocada por el hecho de que la actriz Itziar Ituño enarbolara una pancarta al frente de una manifestación en la que se exigía la liberación de los asesinos de la banda terrorista ETA, presos en las cárceles españolas. Parecería no sólo razonable sino también exigible respetar al menos la libertad de expresión de todos aquellos que muestran públicamente su rechazo a tan ignominiosa conducta. Pues bien, resulta que el habitual grupo de titiriteros que tiene por costumbre salir a la palestra para intentar criminalizar a la derecha, pero jamás lo hace para criticar alguno de los innumerables desmanes cometidos por la izquierda, ha emitido un comunicado en defensa de la actriz, protestando airadamente por lo que entienden un ataque inaceptable hacia su persona. Es decir, que según este grupo de pseudointelectuales de izquierdas todo discurso que se aparte de sus planteamientos o critique a alguno de sus conmilitones, debe ser censurado con independencia de que lo que defiendan sea algo tan execrable como la defensa del terrorismo. Bajo esta defensa a ultranza de la actriz abertzale subyace, por un lado, el hecho de que el independentismo vasco, con un terrorista como Arnaldo Otegi a la cabeza, es un socio indispensable para el mantenimiento del Gobierno socialcomunista, mientras que, por otro lado, nos encontramos con que precisamente este Gobierno ha concedido al cine español durante el año 2023 la friolera de 167 millones de euros, mientras que lo recaudado en taquilla han sido apenas 81 millones de euros, debido a que la mayoría de las películas españolas han pasado por los cines con más pena que gloria por falta de espectadores. Quiere ello decir que las subvenciones recibidas por el cine español duplican su facturación, explicando esta lamentable situación el permanente y acrítico apoyo del mundo del cine a los partidos de izquierdas. A su vez, la escasa afluencia de público a las salas de cine donde se proyectan películas españolas demuestra que una cosa es promocionar la cultura y otra muy distinta mantener con el dinero de todos los españoles a una banda de inútiles que permanentemente demuestran su incapacidad para sacar adelante sus nefastos proyectos cinematográficos sin la ayuda del Estado, razón por la cual han acabado convirtiéndose en una red clientelar al servicio del partido socialista.

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Como se desprende de todo lo expuesto, la izquierda se halla instalada en una suerte de supremacismo moral y desde esa atalaya entiende estar habilitada para actuar con patente de corso, llegando al punto de intentar someter a cualquier voz disidente al descredito intelectual y a la cancelación social. En realidad, tal supremacismo moral no es otra cosa que una enorme falacia y para confirmar tal aseveración tan solo hace echar un vistazo a la propia historia del socialismo y comprobar como en su nombre han sido asesinadas más de cien millones de personas y se han visto confinadas en campos de exterminio muchos millones más. Sin embargo, demostrando sus carencias culturales, son muchos los socialistas que, pletóricos de satisfacción, exhiben un fanatismo ideológico tan desorbitado que indefectiblemente les conduce a la intolerancia más absoluta. Resulta evidente que desde la llegada al poder de P. Sánchez la izquierda en su conjunto no ha hecho otra cosa que polarizarse, llevando su excluyente sectarismo a extremos insospechados. De esta forma, hemos podido escuchar al psicópata monclovita decir que es necesario levantar un muro para así poder aislar de la vida pública a todas aquellas personas que se opongan a sus políticas, lo cual no viene a ser otra cosa que la recreación de un campo de concentración soviético.

Decía el filósofo francés Denis Diderot que “Del fanatismo a la barbarie solo media un paso” y ese paso el sanchismo ya lo ha dado, de tal forma que todos aquellos que pretendemos vivir en libertad también debemos estar preparados para afrontar la batalla cultural y política en la que estamos inmersos, con la sana intención de conjurar los anhelos de confrontación social que parecen derivarse de la acción de gobierno de esa nefasta amalgama gubernativa constituida por socialistas, comunistas e independentistas.

Autor

Rafael García Alonso
Rafael García Alonso
Rafael García Alonso.

Doctor en Medicina por la Universidad Complutense de Madrid, Especialista en Medicina Preventiva, Máster en Salud Pública y Máster en Psicología Médica.
Ha trabajado como Técnico de Salud Pública responsable de Programas y Cartera de Servicios en el ámbito de la Medicina Familiar y Comunitaria, llegando a desarrollar funciones de Asesor Técnico de la Subdirección General de Atención Primaria del Insalud. Actualmente desempeña labores asistenciales como Médico de Urgencias en el Servicio de Salud de la Comunidad de Madrid.
Ha impartido cursos de postgrado en relación con técnicas de investigación en la Escuela Nacional de Sanidad.
Autor del libro “Las Huellas de la evolución. Una historia en el límite del caos” y coautor del libro “Evaluación de Programas Sociales”, también ha publicado numerosos artículos de investigación clínica y planificación sanitaria en revistas de ámbito nacional e internacional.
Comenzó su andadura en El Correo de España y sigue haciéndolo en ÑTV España para defender la unidad de España y el Estado de Derecho ante la amenaza socialcomunista e independentista.
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