13/05/2024 23:58
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Mediante el relativismo la Revolución del Nuevo Orden Mundial (NOM) trata de erradicar la Verdad, el Bien y la Belleza como valores absolutos capaces de otorgar sentido existencial y trascendente a la vida humana. Verdad, Bien y Belleza serán. sustituidos por constructos instrumentales del Poder sustentados en el consenso socio-político.

Decía Platón que para encontrar la Verdad era indispensable, abandonando el entorno de la simple opinión, ir ascendiendo hacia la Verdad, hacia el conocimiento, hacia la episteme o conocimiento noético. Solo superando los niveles de la opinión será posible seguir el camino que nos conduzca a la Verdad.

Por otro lado, Aristóteles, su discípulo, comienza su Metafísica afirmando que el hombre es el único animal que en su naturaleza porta la necesidad de buscar la Verdad. Que la búsqueda de la Verdad es consustancial a la naturaleza humana.

A los cristianos Jesús de Nazaret nos enseñó que solo la Verdad nos hace libres.

Pues bien, parece ser que las metas de la Revolución (N.O.M), tienen como objetivo, y lo están consiguiendo de modo vertiginoso, sumergir a las gentes en un gigantesco océano de relatividades en el cual, la Verdad, el Bien y la Belleza sean constructos caducos y obsoletos, permitiendo, tan solo, que sea calificado como verdadero, bueno y bello aquello que, por adecuarse a sus intereses, sus lideres así lo consideren.

Hasta el extremo de haber introducido en su discurso el término posverdad, traducido del inglés post-truth, como “Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. Los demagogos son maestros de la posverdad”. (RAE). Siendo ésta tan solo un mero camuflaje de la mentira. Siendo ésta -la posverdad- el elemento que define y carácteriza

los tiempos que nos han tocado vivir.

 Toda conclusión en torno a la Verdad, el Bien y la Belleza a la que llegue mente humana alguna, al margen de lo que, por la Revolución sea dictaminado, se considerará como políticamente incorrecto, aplicándose al individuo que haya osado cometer tal atrevimiento, la correspondiente sanción social, vía marginación, ridiculización o injuriosa calumnia.

Es cierto que la consecución de la Verdad ha sido el motor de la actividad intelectual humana a niveles tanto religiosos, como científicos y filosóficos. Es cierto que la Verdad nos aparece como inaprensible por la mente humana; pero también es cierto que el anhelo de su consecución ha venido dinamizando, moviendo y conduciendo el pensamiento de los seres humanos. No deja de ser cierto que la misma vorágine íntima nos lleva a la confusión en esta búsqueda constante. En Campos de Castilla, dice Antonio Machado, simulando un diálogo entre la razón y el corazón, o lo que es lo mismo entre la inteligencia y los sentimientos:

Dice la razón: Busquemos la verdad.

Y el corazón: Vanidad.

La verdad ya la tenemos.

La razón: ¡Ay, quién alcanza la verdad!

El corazón: Vanidad.

La verdad es la esperanza.

Dice la razón: Tú mientes.

Y contesta el corazón:

Quién miente eres tú, razón, que dices lo que no sientes.

La razón: Jamás podremos entendernos, corazón.

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El corazón: Lo veremos.

Lo cual si bien nos confirma las dificultades existentes en el andar por senda que persigue la estela de la Verdad, de igual modo nos confirma el impulso básico que existe en el hombre, el cual le induce a caminarla.

Pero hoy nos encontramos en el seno de un ciclón revolucionario dentro del que, la búsqueda de la verdad será tachada de intolerancia, de intransigencia o de fundamentalismo. Hoy estamos sumidos en un contexto revolucionario en el cual se trata de extirpar del ser humano toda noción de certeza y de veracidad. Todo será opinable. Todo será relativo. Todo, claro está, menos aquello que provenga de las factorías encargadas de la creación de opinión en la desorientada, informe e indefensa muchedumbre previamente embrutecida.

De este modo nos encontraremos con que cualquier tontuna será defendida con el pueril y primitivo argumento: ¡Ah…pues esta es mi verdad!…Tu verdad será otra…Pero mi verdad es ésta.

Aquella afirmación de Lenin según la cual la verdad era dictada por el Partido, parece ser que, hoy día, tenga total vigencia.

Es curioso, Lenin decía que la verdad quedaba definida por el Partido, siendo él, precisamente, el dueño total y absoluto del Partido. Esta afirmación la divulgaba Lenin en la segunda década del siglo XX. Transcurridos cien años, parece ser que la Revolución (N.O.M) sigue el mismo planteamiento.

Lenin creía que nuestras sensaciones son las imágenes de la única y última verdad, pero no en el sentido de que conozcamos esta verdad hasta el fin, sino en el de que no hay, junto a ella, ninguna otra verdad, ni puede haberla. ¿ Que la verdad de Lenin contradice la de otro hombre? Ello no significa que la verdad sea relativa, sino que, la única verdad es la de Lenin. En la práctica es donde se muestra la verdad. La práctica ha demostrado la verdad de Lenin, con el triunfo de su doctrina. (Revolución). Por esa razón hay que someter todas las ciencias a una revisión marxista o leninista”.(1)

En definitiva, todo es relativo menos lo que dice el Partido, o sea, yo.

El planteamiento de la Revolución (N.O.M.) sigue siendo el mismo hoy día, transcurridos cien años.

El hecho real es que solo habiendo arrebatado a las gentes todo criterio, todo principio, toda capacidad de crítica y toda posibilidad de análisis será posible que, con agrado, se presten a ser transformadas en aglomeradas muchedumbres sin norte que seguir y sin brújula que les oriente. Y para este logro habrán de ser, anteriormente, arrancadas de su historia, amputadas de sus raíces culturales, vejadas por sus ancestrales costumbres, erradicadas de sus viejas tradiciones. En definitiva, habrá que lograr que los pueblos se sientan avergonzados de sí mismos. Y alienados de toda identidad.

Tan solo a nivel de mero ejemplo anecdótico, de este actuar traemos a colación la campaña llevada a término contra la Tauromaquia por amplios y poderosísimos sectores de las fuerzas autodenominadas progresistas que, en un nuevo “Vivan las cadenas”, cargan, ignorantes, sobre sus propios lomos la tarea de implementar socialmente los tiránicos objetivos que la Revolución NOM persigue implantar.

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La lucha contra la tauromaquia posibilita el logro de dos objetivos revolucionarios fundamentales en los países de raíz ibérica:

1º.- La vergüenza de sus gentes por sus ancestrales tradiciones y sus viejas costumbres, ya que se les hace ver la Tauromaquia como una tortura infringida a una inocente e indefensa bestia, despojando al toreo de toda la valerosa heroicidad que su ejecución exige.

2º.- El desprecio por la Tauromaquia dejará el camino expedito a la erradicación del toro bravo. Y con su aniquilamiento, morirá también un símbolo, un arquetipo, un tótem, un imaginario colectivo…una pieza importante en una cultura milenaria.

El asesinato de cualquier atisbo de identidad del ser humano se convertirá en objetivo prioritario de la Revolución NOM.

Tan solo las ideologías configurarán las empalizadas mediante las cuales habrán de ser estabulados los seres humanos. Seres humanos castrados de identidad, hueros de cultura, sin esperanza y sin fe. Masas humanas sin familia, sin patria y sin Dios. Solo con sus sentidos al pesebre apegados.

Asesinada la Verdad como absoluto tras el cual peregrinar existencialmente, fácil será domeñar al Bien y a la Belleza, transformándolos en objetos de interés individual o grupal, en mercadería de conveniencia de mercado o de partido o, a lo sumo, en resultado de consenso social y “democrático”. Sin criterio, el bien es indefinible. Sin criterio la belleza se embosca. Y como consecuencia, las muchedumbres desnortadas culturalmente estarán anhelantes de que la Revolución les imponga con rotundidad la obligatoriedad de aceptar como bueno y como bello, aquello que a los intereses revolucionarios convenga, tal y como podemos contemplar nítidamente, hoy día, en un amplísimo segmento social.

Y ante aquella frase que Lenin enunciara y utilizada también por su admirador, aunque adversario Goebbels, Ministro de Propaganda en el régimen Nacional Socialista alemán: una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad, pongamos a lomos de un arrogante toro bravo la sentencia de Antonio Machado:

La verdad es lo que es,

y sigue siendo verdad

aunque se pinte al revés.

Puesto que, al fin y al cabo, por mucho afán que la Revolución (N.O.M.) ponga en desterrar la Verdad, el Bien y la Belleza del corazón de los seres humanos, tal y como decía Martín Heidegger: “Cuando el tiempo sólo sea rapidez, instantaneidad y simultaneidad, mientras que lo temporal, entendido como acontecer histórico, haya desaparecido de la existencia de todos los pueblos, entonces, justamente entonces, volverán a atravesar todo este aquelarre como fantasmas las preguntas: ¿para qué?, ¿hacia dónde?, ¿y después qué?”.

  1. España y Europa. Ramiro de Maeztu. Ed. Espasa Calpe. Colección Austral. P.146-148. Buenos Aires. Argentina. 1947.

 

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