29/04/2024 08:08
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Cuando en mi paseo matinal me cruzo con algún imbécil, ataviado con pantalones pirata o falda, con sus tatuajes o sus piercings, me hago cruces cavilando la influencia malsana de los maricones en su condición de partícipes en la dictadura de la moda.

Luego vuelvo a casa y pongo la televisión, donde proliferan anuncios que provocarían una trifulca social en la Alabama de los años setenta. En ellos una odalisca de piel nívea comparte lecho con un musculoso ejemplar de la tribu mandinga, y pienso como, a base de insistencia, el sistema va esculpiendo la mente de los nuevos ciudadanos de principios relativos.

El borreguismo de la sociedad actual reside en que los ignorantes, apartados de su fuente de lógica que es el campo, pierden su habitual firmeza a la hora de defender sus criterios. Por si esto fuese poco, los que han tenido la suerte de ser instruidos no hacen uso de lo aprendido para fortalecer sus creencias, manteniéndose débiles ante la enfermedad vírica de los tiempos actuales: el relativismo sexual, los alucinógenos y la moral degradada. Todo esto da como resultado una sociedad manejada por los medios, venerados por los pijoprogres y acompañada por ese rebaño borreguil de las clases ignorantes, que ya no son desdentados ni andrajosos entregados dócilmente a los designios de Burberry, Lacoste o Lewis Strauss, y esto en lo que a la vestimenta se refiere, en lo demás, zoquetes titulados en universidades repletas de rojillos de moqueta, que han desplazado por vergüenza el carpetovetónico bocadillo de chorizo o tortilla en favor de los Donuts, burritos, snacks y otras basuras. Lugar donde los ideólogos del comunismo encuentran terreno abonado para la difusión de su absurda ideología totalitaria, que cala con facilidad en las mentes hueras e inmaduras, permitiendo a nuestros imberbes fardar, ante las jovencitas, de “intelectuales muy comprometidos” y, siguiendo estas pautas, el memo con cuerpo de alfeñique, gafas de miope y profusión de granos purulentos dignifica su grotesca imagen con una cola de caballo y algún aro que otro en salva sea la parte, y de este modo los gilipollas traspasan el umbral que los conduce al epicentro de nuestros males, secundados por un sector de mamarrachos sin ideales que se consideran dueños de la verdad y la conciencia social, autodefiniéndose DE IZQUIERDAS, y ¿por qué de izquierdas? Sencillamente porque “está de moda”. Esto les permite mirar a los suyos con altivez o no solidarizarse con el sacrificio diario de sus padres para procurarles cama y comida hasta que se ven obligados a expulsarlos del nido, a la “temprana edad” de los treinta años. No han leído nada, han permanecido en las aulas prestando oídos sordos a todo lo que significase ciencia o cultura, empapándose de frases hechas difundidas por los comisarios políticos, y para colmo de desgracias ¡pueden votar! eligiendo a aquellos falsarios tarados que buscan rentabilizar su esfuerzo con un puesto político bien remunerado, que desempeñan manifestando los tics que critican del fascismo: “Ud. no sabe con quién está hablando”, sólo son adultos para los “goces de la entrepierna” (según el clero clásico, el fornicio) y, cómodamente apoltronados en el vehículo de las drogas y el alcohol, alcanzan la degustación del fruto prohibido arrullados por los sones del rock duro, una vez liberados, gracias a la clemencia divina, del coñazo de los cantautores que convirtieron en un infierno nuestra etapa universitaria.

Con la lectura de El País y las estupideces de algunos periodistas, que interpretan las melodías que agradan al mejor postor, se forma una casta de cretinos arrogantes que se califican como marxistas leninistas, agrupados en miles de ramas ideológicas que malamente conviven entre sí, mientras alagan su afán de protagonismo frecuentando tediosos debates asamblearios, donde se forjan los futuros vendedores de humo que alcanzarán la notoriedad gracias a “la grasa” procurada por los sinvergüenzas partidos izquierdistas y la condescendencia de los blanditos políticos de la derecha, y así se materializa. Y una vez aupados por los borregos al sillón de los elegidos, se aferran a él con la fuerza de un percebe a la roca soportando los embates del oleaje, haciéndose capaces de mentir, traicionar y hasta matar por mantener su canonjía.

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Luego, en su evolución, se suceden los acontecimientos: la pareja, el matrimonio civil y, en contados casos, la paternidad, las oposiciones debidamente trucadas por sus muñidores políticos, y un día se despiertan con buenos ingresos, succionados de las ubres estatales, permaneciendo enquistados y silentes hasta que la planta de la insidia germina y todo el mundo enmudece de asombro ante el fruto cosechado y, ese mamarracho, endiosado, cerril izquierdista, adopta la personalidad de una MARÍA GUARDIOLA cualquiera, enloquecida por los focos de los platós e iniciando un camino que no sabe a dónde va, tal vez a la deshonra y el deshonor pero ¡ESTÁ DE MODA!

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Alberto Mallofré

Los donuts no son basura.

José Ramón Rivera Guitián

Los caseros, no, pero en todo caso ¡vivan los tocinillos de cielo!

Brunegilda

Mucho disfruté yo de los donuts a la hora del recreo sin despreciar por ello una riquísima tortilla de patata a la hora de comer. No es necesario «autodefinirse», con «definirse» basta, el carácter reflexivo ya lo indica el «se», también es propio de estos tiempos ridículos haber adoptado con fruición y prisa demencial ese «auto» que rarísima vez debiera utilizarse anteponiéndolo al verbo, al menos en español ( si hubiera peligro de confusión, por ejemplo con una pasiva-refleja, lo normal era y sería añadir «a sí mismo», «a mí misma», etc, en lugar de ese «auto» tan artificial como importado que está, asimismo, de moda), como los «eventos» y gaitas por el estilo ). Lástima que los cantautores de marras hayan sido sustituidos por la abominable cosa o esperpento que llaman «música latina» y que no nos permite la paz ni el reposo, la reflexión o la concentración, o el modesto disfrute de cualquier otra música que se verá, inevitablemente, ahogada, engullida por el estrépito. Caramba con las modas.

José Ramón Rivera Guitián

Cuando el sabio señala la luna, el necio mira el dedo (Confucio).
DICCIONARIO DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA
Autodefinirse: Definirse a sí mismo.
Ego te absolvo a peccatis tuis «Ahora podrás alcanzar la paz contigo misma», pero recuerda aquello del MAESTRO CIRUELA, que no sabía leer y puso escuela.
Sin acritud.

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