18/05/2024 12:15
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Os presento mi nuevo cortometraje de ficción: “Cocina viral”

Sinopsis:

La guapa y alegre cocinera de un canal de cocina de internet nos enseña a preparar un delicioso plato… lo cual nos mostrará el peculiar e inesperado carácter paranoico de esta mujer.

Fue realizado hace 7 meses, pero por obligaciones de los Festivales a los que lo presenté, no he podido hacerlo público antes. Estos sátrapas subvencionados quieren la exclusividad de las obras presentadas, por lo cual muchos exigen que no hayan sido publicadas ni proyectadas. Las inscripciones a los mismos son todas de pago (bien a través de portales obligatorios de internet habilitados para tal efecto o, además, por cuotas extras de los Festivales. Es otro negocio más “privado” subvencionado. Miel sobre hojuelas. Negocio asegurado. Cero riesgos económicos. Emprendedores de cartón piedra. ) Salvo algún certamen muy independiente, todos están manejados por las productoras audiovisuales y cinematográficas, los premios se los otorgan entre ellos, hasta el que llaman “premio del público” se da de esta manera, donde los criterios artísticos brillan por su ausencia. Los jurados tienen el mismo conocimiento audiovisual que el que tengo yo sobre física cuántica. Cuando rechazan una obra, no mandan ningún análisis sobre ella, sino una carta tipo, condescendiente y escrita con los pies (es encomiable lo mal que redactan, lo cual muestra un analfabetismo preocupante en un sector que se vanagloria de ser CULTURA). Los mayores premios de todos, los Goya, son un vivo ejemplo de esto: son premios que la industria se otorga a sí misma, no los críticos, ni el espectador… terrible panorama, y todo subvencionado, insisto. El envió de esta carta tipo sólo ocurre a veces, la mayoría de certámenes no comunica nada a los no premiados. ¿Qué más da el trabajo y el esfuerzo de la gente? Al final somos peces pescados con el anzuelo de la creatividad audiovisual, tan válida como el resto que nos expolian, en mayor o menor grado. Sarna con gusto no pica.  “Te jodes, gilipollas”, que diría Camilo José Cela.

Este cortometraje está hecho sin producción y sólo por 3 personas: la impresionante actriz Natalia Braceli, el gran profesional audiovisual Santi Mansilla, y el extraviado mental que suscribe (amén de la certera colaboración de mi parienta en labores “de producción en rodaje”).

Dedicaré otros artículos a denunciar la mafia del sector audiovisual, con nombres y apellidos. Os enlazo 3 que publiqué hace tiempo en mi blog. Hoy no quiero cabrearme más de lo normal (que ya es bastante en la época que nos ha tocado sufrir) y sólo pretendo haceros llegar el cortometraje, que por cierto parece vaticinar la situación actual de la paranoia del congojavirus. Esta obra es un pequeño oasis cómico en este desierto creativo llamado cine español, una enorme industria en la que el talento y la creatividad ni siquiera brillan por su ausencia, ya que desde Luis García Berlanga (casi) nadie ha hecho nada bueno en ella. Arte e industria son un matrimonio de conveniencia que finge ser una familia modélica. Aun así, a mí por lo menos, jamás me quitarán la alegría. Esta obra es una pequeña muestra de ello.

PASEN Y VEAN

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