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El historiador vizcaíno Armando Besga Marroquín acaba de publicar en la editorial Letras Inquietas su segundo y último tomo de La Reconquista: La restauración de España, una obra fundamental para conocer uno de los episodios clave de la historia de España.
¿Qué definimos por Reconquista?
«Nombre dado a las guerras que libraron los cristianos de España desde el siglo VIII al XV para retomar los territorios de la Península Ibérica conquistados por los moros. La Reconquista finalizó en 1492 con la toma de Granada por Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, los Reyes Católicos». Se puede mejorar esta definición. Pero es la que elijo porque es la definición que ofrece el Diccionario de la Academia Francesa. Ese dato es suficiente para acabar con uno de los dos únicos argumentos que son capaces de farfullar los enemigos de la Reconquista: que es un invento del nacionalismo español utilizado interesadamente por Franco.
¿Es Reconquista el término más adecuado para referirse a este episodio histórico clave de nuestra historia? ¿Es correcto usar, como haces en el subtítulo de tu obra, el de Restauración?
Sí a la primera pregunta y sí también a la afirmación de que es clave de nuestra historia, pues es el fenómeno que más la ha singularizado, dejando un legado muy importante. «Restauración» es el término que se utilizó en la Edad Media. El otro argumento que utilizan los negacionistas es que en el Medievo no se llamó «reconquista» a la Reconquista. Es un argumento suficiente para convencer a los que desean serlo y que no conocen la historia. Pero los que esgrimen juegan con la ignorancia de la gente, pues no explican que «reconquista» era una palabra que no existía en la Edad Media. Es una palabra que apareció en Francia. Y fue en Francia en las primeras décadas donde se llamó por primera vez «reconquista» a la Reconquista, lo que demuestra (otra vez) que no es ningún invento del «malvado» nacionalismo español. Tampoco cuentan que desde que las fuentes son suficientemente locuaces la idea de Reconquista aparece claramente formulada.
Por consiguiente, el empleo de ese argumento, después de haber sido tantas denunciado, sólo puede demostrar que los que lo siguen utilizando sólo pretenden engañar o que pontifican siendo unos ignorantes. Por lo demás, cabe añadir que «restauración» es un nombre más completo que «reconquista», que sólo hace alusión al aspecto militar. La Reconquista no supuso la restauración de la Spania visigoda, aunque ése fuera el objetivo al principio. Era imposible retroceder en el tiempo. Lo que supuso es la restauración de la España que habría habido de no mediar la cruel invasión musulmana, con las únicas diferencias con respecto a Occidente de los caracteres propiciados por la Reconquista, un fenómeno singular. Tan único que Stanley G. Payne, el hispanista vivo más importante que nos queda, ha podido afirmar que «la Reconquista fue una hazaña tan grande y singular que por solo esta razón la Historia de España es totalmente diferente a las demás». Que no guste eso no puede ser nunca un motivo racional de rechazo.
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Algunos (pocos) autores niegan incluso que haya existido la Reconquista…
Es que somos muchos: hay gente «pa tço». Algunos lo hacen porque buscan un nicho donde medrar (los medios que ofrecen protección total contra las agresiones de la realidad pueden darles alguna celebridad cuando regularmente se escribe algún articulito contra la Reconquista). Otros les parece inconcebible que existiera España hacia el año 700, idea que suele producir mucho desagrado. No es necesario recordar los numerosos argumentos que prueban la existencia de España desde la conquista romana. Basta con recordar que los musulmanes que invadieron la península ibérica sabían que venían a España. Es más: inmediatamente sustituyeron ese nombre por el de Al-Ándalus, porque lo que querían era acabar con España. Por eso, es absurdo considerar tan herederos a los musulmanes como los cristianos del pasado peninsular. Se puede y se debe pedir objetividad y ecuanimidad en el tratamiento de unos y otros, porque además las trampas son siempre contraproducentes para la causa que se quiere defender. Pero no censurar la simpatía por los que son nuestros antepasados sin los cuales no seríamos lo que somos ni disfrutaríamos de lo que supone pertenecer a una sociedad occidental.
¿Existe una «Leyenda Negra» contra la Reconquista? ¿Cuáles son sus principales acusaciones? ¿Quiénes son sus impulsores más destacados?
Pues sí, desde hace poco. No puedo responder a la segunda pregunta, porque no he estudiado la cuestión. Pero puedo apuntar tres observaciones. Una es que casi todos los negacionistas son españoles. Stanley G. Payne ha podido constatar que «especialmente en los últimos tiempos, casi todas las declaraciones más absurdas y exageradas sobre la cultura y la historia de España las han hecho los propios españoles». Entre ellas, figuran algunas sobre la Reconquista. El mismo autor refiriéndose a la que ha sido la principal crítica de la Reconquista, la teoría indigenista sobre el reino de Asturias, señaló que fue «un punto culminante de la tendencia deconstructiva [de la nación española] iniciada a finales del siglo XIX» (dicha teoría pretendía convertir esa monarquía en la obra de unos indígenas no romanizados y cristianizados, que, por, tanto, no podrían reconquistar nada; incluso sus creadores propusieron que la heredera de la España visigoda fue Al-Ándalus). La segunda es que, en ciertos espectros ideológicos, tanto España como el cristianismo producen efectos como los que Drácula sufre ante la visión de un crucifijo. La Reconquista une esos dos conceptos lo que explica la repulsión que produce. La tercera es que la Reconquista es hoy un campo de batalla del frente que pretende la demonización de Occidente de la Guerra cultural que nos ha declarado la izquierda degenerada que pretende multiplicar los ofendiditos para sustituir al proletariado que la ha traicionado. Seguramente, la leyenda negra española es la única que se han creído los calumniados (aunque no soy de los que cree que todo el mundo nos odia y que, por tanto, se ha exagerado bastante sobre la importancia que ha tenido en el exterior). Desde luego, España es el país que más se desprecia a sí mismo. La autoflgelación remonta, por los menos, al siglo XVII. En ese sentido, creo que la leyenda negra es un precedente de la que se está produciendo en Occidente, que en los países anglosajones está alcanzando niveles insoportables.
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¿Corremos el riesgo de que la «Leyenda Negra» contra la Reconquista llegue al nivel de la colonización y civilización de América?
No creo, aunque no han faltado políticos siniestros que ya han hablado de genocidio, de la destrucción de un paraíso en el que ya no quedaban cristianos y apenas había judíos (tengo ya muy avanzado un libro sobre el infierno andalusí, que fue peor que el que vivieron los cristianos y no digamos las cristianas de la época). Entre los historiadores enemigos de la Reconquista lo que hay una visión tremendista de la conquista cristiana, aprovechando los efectos que producían las guerras en aquella época. Lo indecente es ocultar lo terrible que fue la invasión musulmana de España, justificada por la idea fundamental del islam que divide el mundo en dos: la casa del islam (Dar al-islam) y la casa de la guerra (Dar al-harb), que lo es porque hay que conquistarlo, no para convertirlo ya que está prohibida la conversión forzosa, sino para que los musulmanes puedan vivir mejor a costa de los que no lo son (no: no había misioneros entre los conquistadores).
Así se ha presentado la conquista musulmana como una liberación que habría mejorado las condiciones de existencia de la población; incluso en los planteamientos más extremos se predica que hasta los nobles, que se verían libres de las luchas por el poder, y la misma Iglesia habrían salido ganando. Se reduce al mínimo la violencia alegando que la conquista musulmana se habría hecho mediante capitulaciones, lo que es una verdad a medias. Y se silencia que la Reconquista se hizo también mediante capitulaciones, incluso en mayor grado, porque todas las ciudades fueron ocupadas así.
¿Cómo podemos combatir estas pseudoteorías particularmente antihistóricas y esencialmente antiespañolas?
Pienso, como decía Jean-François Revel, que vivimos en la época del conocimiento inútil. No debería ser así con lo que sabemos, pero, como decía también ese gran ensayista, «la primera fuerza que gobierna el mundo es la mentira», que es la frase con la que comienza su magnífico libro. Muchos piensan que no se puede dejar que la verdad arruine una buena teoría y más cuando sirve a una ideología que, según ellos, mejorará el mundo; y eso no tiene precio que no merezca ser pagado. Yo pienso que «la verdad os hará libres». También que todo error que no se combate tiende a reproducirse. Y así mismo que la historia de Occidente demuestra que las ideas equivocadas terminan abandonadas. De hecho, la teoría indigenista que tanto éxito tuvo en su momento ha sido abandonada.
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