19/09/2024 23:03
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En el último mes hemos sido testigos de un par de vídeos que dejan en evidencia a la casta política del establishment. El primero, un vídeo donde unos humoristas rusos gastan una broma al alcalde de Madrid haciéndose pasar por su homólogo de Kiev, fue muy criticado por los partidos de izquierda. El segundo, otro vídeo donde vemos a la primera ministra de Finlandia comportándose como una estudiante de Erasmus en una fiesta universitaria, ha sido criticado por los votantes de la derecha. Nótese, pues, la diferencia: un vídeo lo critican los partidos (y sus votantes) mientras que el otro lo critican mayormente los votantes de un determinado sector ideológico. Pero lo cierto es que en ambos casos, además de servir a la política exterior rusa en su campaña de guerra híbrida contra las élites globalistas occidentales, lo que queda en evidencia es el tipo de personas que ostentan las máximas responsabilidades a nivel institucional, quienes no están tan lejos entre sí como sus particulares detractores y defensores pretenden hacernos creer.

José Luis Martínez-Almeida, queriendo demostrar lo entusiasta de la agenda atlantista que es, manifestó sin tapujos que estaba a favor de que los refugiados ucranianos volvieran a su país para luchar contra los «bastardos rusos«. Sanna Marin, con tal de incorporar a Finlandia plenamente en la OTAN, se ha pasado totalmente por el forro el culto democrático y no ha solicitado ningún respaldo por vía referéndum a sus ciudadanos, aceptando además que los refugiados kurdos sean enviados a Turquía; hablamos, además de una mujer a la que ensalzan en su defensa como joven, feminista, progresista y criada por dos mujeres (como si el semen de un hombre no hubiera contribuido a su existencia), de alguien que ha manifestado su rotunda hostilidad a que los ciudadanos rusos puedan moverse por la Unión Europea. ¿Dónde quedó el manido «No son todos iguales» con que los progres y globalistas de toda índole nos han machacado durante años a propósito de los atentados yihadistas? ¿Por qué las responsabilidades achacadas a Vladimir Putin pueden extenderse, de facto, a todo ciudadano ruso e incluso a todo lo que pueda tener vinculación con dicho país, incluyendo compositores de música clásica y escritores ya difuntos, incluso razas felinas?

Tanto el alcalde de Madrid como la primera ministra de Finlandia representan los intereses del Occidente progre y liberal. Las mofas y críticas hacia el otro de sus respectivos seguidores, por tanto, no dejan de ser riñas familiares. Para lo que de verdad importa, el comportamiento poco avispado del pepero Martínez-Almeida (ahí queda su respaldo a la propuesta de una performance de ucranianos desnudos y rebozados de excrementos durante la reunión de la OTAN en Madrid) y la juerga de la progre Marin como si el mundo fuera a terminar mañana (quién sabe si no ha interiorizado de verdad el discurso globalista respecto a que Rusia nos llevará a una guerra nuclear y, por ello, quiere aprovechar sus últimas horas en este mundo) tienen el mismo objetivo: imponer la Weltanschauung materialista y hedonista de la vida y de la Historia. Con semejantes dirigentes políticos gestionando el suicidio occidental, lo más inteligente que pueden hacer sus antagonistas orientales es esperar pacientemente a que los futuros dirigentes millennial (que irán en aumento de aquí a diez años) les ahorren el trabajo. Tal vez por eso se hable tanto últimamente de posibles conflictos bélicos del mundo occidental contra Rusia y China: los representantes boomer de las élites no son estúpidos y saben que su relevo generacional vendería sin ningún escrúpulo a su padre con tal de seguir disfrutando de su buena posición.

 

 

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Gabriel Gabriel
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