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Un artículo publicado por Unser-mitteleuropa sobre la realidad de las amenazas terroristas y el relato prefabricado de los políticos y los medios a su servicio.
Hace cinco años, en la tarde del 19 de diciembre de 2016, un terrorista islamista embistió con un camión a una multitud en el mercado navideño de Breitscheidplatz. Doce personas murieron y al menos otras 67 resultaron heridas, algunas de gravedad. Uno de estos heridos graves murió por las consecuencias del atentado hace dos meses.
En el quinto aniversario del atentado en el mercado navideño de Breitscheidplatz, en Berlín, aún quedan muchos interrogantes y desde este acto terrorista, se han producido repetidos intentos de asesinato por parte de islamistas contra la población. En junio de este año, varias mujeres fueron asesinadas en Würzburg. En un juicio relámpago, el autor fue declarado enfermo mental, al igual que el autor del apuñalamiento en un CIE, que hirió a cuatro personas.
Afortunadamente, no todos los planes terroristas llegan a buen puerto. Con el caso recientemente descubierto de Hamburgo, se han evitado veinticuatro atentados islamistas planeados en Alemania desde el año 2000.
2000 amenazas islamistas sólo en la República Federal de Alemania
Las autoridades alemanas hablan de la existencia de unos 2.000 islamistas en la República Federal de Alemania, considerados tan peligrosos que se cree que pueden cometer atentados. Además, hay numerosas mezquitas en las que se predica el odio contra nuestra sociedad.
Sin embargo, la ministra federal del Interior, Nancy Faeser, anunció que la mayor amenaza para la seguridad interior en Alemania procede del extremismo de derechas. Recibió muchos elogios y poca oposición por ello. Aunque el acuerdo de coalición de los partidos del semáforo (rojos, amarillos y verdes) afirma que quieren actuar contra cualquier forma de extremismo, en realidad el extremismo de izquierdas y el terrorismo islamista se trivializan o se ocultan. Por ejemplo, Faeser no hizo ningún comentario sobre el islamista, bien conocido por las autoridades, hijo de un islamista marroquí que tuvo estrechos vínculos con la mezquita de Al-Quds, donde los miembros de la célula terrorista de Hamburgo, en torno a Mohammed Atta, se habían reunido antes de los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Nancy Faeser: El extremismo de derechas es el mayor peligro
Para entender por qué el extremismo de derechas puede ser calificado como el mayor peligro para Alemania, hay que echar un vistazo a la forma en que se recogen las cifras, algo que ha sido criticado en muchas ocasiones.
Por ejemplo, cualquier acto de motivación antisemita en el que no se puede aclarar quién es el autor y cuál es la motivación, se asigna automáticamente al espectro de la extrema derecha. Los atentados islamistas son atribuidos en muchos casos a las “enfermedades mentales” de sus autores, y quedan así fuera de las estadísticas.
Por lo tanto, las cifras sólo tienen una importancia limitada. Además, a diferencia del extremismo de izquierdas, los símbolos de la extrema derecha entran en los actos contabilizados, aunque no esté nada claro quiénes son los causantes de las pintadas. En este contexto, me gustaría recordar a los políticos locales de Los Verdes de Turingia, que fueron sorprendidos hace años pintando esvásticas. Cuando los pillaron, dijeron que querían llamar la atención sobre el peligro de la derecha. No sé cómo se reflejaron estas pintadas en las estadísticas.
Por supuesto, sigue habiendo razones importantes para observar y combatir activamente el extremismo de derechas. Sin embargo, quien quiera hacerlo de forma creíble, no debe ignorar el odio y la intolerancia que se predica cada día en las mezquitas radicales del centro de Alemania y que hay 2.000 amenazas islamistas en este país.
Es un hecho que son predominantemente islamistas los que llevan a cabo ataques con cuchillos. Hasta ahora, sólo han sido islamistas los que han secuestrado aviones y, por tanto, se han estrellado contra edificios.
Y son islamistas los que han secuestrado camiones y han embestido multitudes, haciéndose estallar, decapitando gente en la calle o provocando un baño de sangre como en el Bataclan. Lo que el terrorismo islamista del siglo XXI ha traído consigo en términos de víctimas y de brutalidad en todo el mundo, y en Europa en particular, es único.
El ministro del Interior de un país que, según la Oficina de Protección de la Constitución, está permanentemente en el centro de la amenaza islamista, no debería ignorar este hecho.
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