14/05/2024 17:16
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Como ustedes saben, amables lectores, cuando por primera vez un hombre es engañado o traicionado por otro, el culpable es el engañador. Si el engaño o la traición se repiten, la culpa hay que repartirla entre ambos; y si la defraudación aún se da una tercera vez y sucesivas, el culpable es el defraudado.

Viene esto a cuento después de oír a Santiago Abascal quejarse compungidamente por la actitud del PP en el reparto de mesas acaecido, tras las últimas elecciones, en ese corral de comedias o patio de Monipodio que conocemos como Congreso. Reacción, la del líder de VOX, similar a la que expresan tantos biempensantes que aún se extrañan cuando el partido de la gaviota, a quien, no obstante, siguen votando en su mayoría, elude cualquier asunto acerca de la regeneración patria.

Viendo el rostro de Abascal en su comparecencia ante los medios y escuchando sus palabras («La actitud del PP me ha dejado perplejo»), que repitió una y otra vez, uno confirma que, con estos mimbres, los males de España carecen de remedio a corto plazo, porque mientras los canallas están dedicados estratégica y metódicamente a destruirla, los supuestamente contrarios al afán exterminador no se enteran, o no quieren enterarse, de nada.

Lo terrible es que noventa y nueve de cada cien pobladores adultos de este país o están dedicados a la faena devastadora o se hallan en Babia, y lo más terrible todavía es que en ese porcentaje se incluyen aquellos que tienen la sartén por el mango o que podrían tenerla si tuvieran voluntad regeneradora o despertaran de su somnolencia, de su deslealtad o de su nesciencia.

No hablo ya de los criminales históricos ni de sus seguidores, porque esos están escrupulosamente definidos e, incluso, dada su impunidad, se muestran actualmente jactanciosos de sus crímenes, abusos y sectarismos; hablo de esa lacra, bendecida por tantos millones de españoles, constituida por el PP, a la que aún se sigue viendo como instrumento opcional de reparación y saneamiento. ¿Están tontos o se lo hacen?

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Como por sus hechos los conoceréis, y los hechos están ahí desde hace muchos años, resulta cansino insistir en lo obvio: el PP forma parte del Sistema y, como esbirro del globalismo, se halla empeñado también en el derrumbe de la patria, de acuerdo con las agendas establecidas por los plutócratas correspondientes. Pero no se quiere ver. Y esa ceguera de condición constituye una actitud suicida, o una ladina complicidad.

En las hemerotecas, en los archivos, ya que no en la memoria de los bobos y de los incautos, pueden encontrarse las infinitas humillaciones y desprecios del PP hacia todo aquél o todo aquello que trate de sanear la ciénaga española actual, empezando por las sádicas afrentas a VOX en sus dos mociones de censura. Y Abascal, ¿dónde estaba entonces?, ¿dónde está ahora? En la perplejidad más absoluta.

Y todos los voxeros y peperos que aún confían en una quimérica unión nacional; y todos los contertulios, politicólogos y expertos de la cosa, que se tienen por gentes de derechas y que aún insisten en la matraca del PP y todavía le siguen votando, ¿dónde estaban entonces?, ¿dónde están ahora? En la más boquiabierta estupefacción. O tratando de explicarse a sí mismos y a los demás lo inexplicable, lo irreal. Es decir, engañando o engañándose.

¿Cuántas veces y hasta cuándo van a dejarse trampear, o van a aparentar que se dejan trampear, los biempensantes y de derechas? ¿Cuántas veces y hasta cuándo va a seguir alimentándose este país con el impostado desconcierto, con el autoengaño de quienes dicen que desean, o desean de veras, una nueva forma de hacer política, una nueva forma de vida?

El caso, amables lectores, es que España está deshecha; peor aún, podrida. Y en ocasiones así, el afán primordial de cada ciudadano prudente es volverla a hacer. Cuando se ha llegado al fondo no se pueden bajar los brazos, es el momento de esforzarse y ascender hacia la superficie, hacia la luz que nos espera. Pero hasta que el alcohólico no reconoce su enfermedad, es imposible, por las buenas, iniciar la debida acción terapéutica.

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Del mismo modo, hasta que una creciente parte de la ciudadanía no acepte su responsabilidad en la catástrofe y no asuma que está bajo la bota de un Sistema que trata de arrebatarle propiedades, libertad y vida, y que en ese Sistema están incluidos todos los instalados, no sólo los políticos de la casta, sino la estructura institucional al completo, además de la inmensa mayoría de los conductores mediáticos, no podrá comenzarse el tratamiento rehabilitador.

Estamos en una encrucijada, pero aquí se sigue mareando la perdiz con la monserga de la Constitución y la tabarra del PP, cuando a la vista está que una y otro se hallan manejados por los poderes oscuros. Mientras tanto, los que teóricamente están obligados a hacerlo, son incapaces o no quieren romper la baraja trucada. En esta coyuntura histórica no está España para charlas de café; es decir, hay que escoger, una vez más. Señoras y señores de derechas, menos cuentos: o se opta por el sol de Babia o se elige luchar a la sombra de los crucificados. ¡Ya!

Autor

Jesús Aguilar Marina
Jesús Aguilar Marina
Madrid (1945) Poeta, crítico, articulista y narrador, ha obtenido con sus libros numerosos premios de poesía de alcance internacional y ha sido incluido en varias antologías. Sus colaboraciones periodísticas, poéticas y críticas se han dispersado por diversas publicaciones de España y América.
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Geppetto

VOX ha defraudado a sus militantes y votantes y lo pagara.
Los votantes de VOX son personas concienciadas que estan rebotadas de esta cosa a la que llamn democracia y votan a VOX porque VOX ofrecia claras alternativos
Perdida esa claridad, perdidos esos votos

Rafael F.

600.000 españoletes ya han vuelto al redil, avergonzados de haber votado en otras ocasiones a «los maaaaloooos». ¿Dónde irán los 3.000.000 restantes? Yo al PP desde luego JAMÁS lo votaré. ¿Seguiré votando a Vox o me quedaré en casa viendo películas antiguas o con mis libros? Desde luego NO HAY otras opciones, ¡¡ni siquiera opciones «testimonialistas», que tienen menos votos que afiliados!!

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