El voto testimonial o el testimonio del voto. Por Francisco Torres García

Dentro de unas horas quedará prohibido pedir el voto, lo que se quebrará en las ediciones de prensa de mañana que hablarán sobre los diversos actos de fin de campaña, adecuando sus portadas, para poder pesar en eso que se llama el vértigo electoral, a la línea editorial de cada medio que han procurado orientar el voto hacia las posiciones políticas de sus dueños. Dentro de unas horas se abrirá esa tontería supina, pletórica de buenismo, que es la llamada jornada de reflexión.

Quería dejar para el final este último artículo sobre la campaña electoral para acercarme a un tipo de voto, despreciado y depreciado, que se califica como voto testimonial. Ese que todos señalan, especialmente fuera de los aledaños de la izquierda, como voto inútil o voto desperdiciado. Sin embargo, en todas las elecciones desde el lejano 1977 ha existido.

Hay un voto testimonial en la izquierda y un voto testimonial en la no izquierda. Son votos netamente ideológicos o votos que defienden cuestiones muy concretas. Sus votantes no creen en la teoría del voto útil -omnipresente a todos los niveles en esta campaña- y asumen que su voto no es inútil, sino que sirve para dar testimonio.

Al menos 24 partidos testimoniales concurren en estas elecciones. Ninguno lo hace en toda España y la mayoría en unas pocas provincias (no pocos en media docena de provincias como máximo), dadas las dificultades que implica el sistema de avales de la vigente ley electoral. Todos ellos pueden sumar varias decenas de miles de votos, aunque alguno solo obtenga unas pocas centenas (en alguna elección ni eso). A mi juicio gran parte de ellos no llegan en realidad a ser una opción ideológica y me parecen más vinculados a un incomprensible ego personal que otra cosa.

Frente a estas hay otras opciones que sostienen un discurso ideológico. A efectos de descripción más en la izquierda que en la derecha.

Me voy a referir a dos claros ejemplos (podía haber incluido al marxista-leninista Partido Comunista de los Trabajadores de España) que concurren, como en otras ocasiones, a estas elecciones: el PACMA y Falange Española de las JONS. La primera formación lo hace en la casi totalidad de las provincias, la segunda en unas pocas (Ávila, Castellón, Guadalajara, Murcia, Madrid, Palencia, Sevilla, Toledo, Valladolid, Valencia y Zaragoza). La primera suele conseguir algunas decenas de miles de votos, la segunda solo unos miles. Pero están ahí. La gran diferencia es que PACMA es también un lobby que consigue que parte de sus postulados sean asumidos por la izquierda, mientras que Falange mantiene un corpus ideológico sin capacidad de influencia en los partidos.

¿Por qué votar a un partido testimonial? Parece que dada su proliferación, pese a la apuesta de Sumar, es en el votante de izquierda donde esta opción tiene mejor consideración. Parece que es en la izquierda donde este voto tiene mayor extensión y mayores apoyos. En la derecha… partiendo de que no pocas formaciones que se adscriben a ese espacio se reconocen como tal (Falange) ese voto tiene menor peso. Por encima de ideologías hay que subrayar que votar a un partido testimonial es una muestra de coherencia personal y de libertad real, pues es un voto no afectado por los condicionantes, el miedo y el chantaje. Es el voto que se da para apoyar a quienes en circunstancias muy difíciles mantienen las ideas que se profesan o para apoyar una causa concreta.

Circunscribamonos al caso de Falange Española y su campaña. Una campaña que, en este caso, se dirige directamente a todos aquellos que se presentan como falangistas o joseantonianos  pidiéndoles que vayan a votar por José Antonio. Lo que inicialmente podría suscitar una cierta incredulidad.

Lo cierto es que Falange Española lo que ha planteado, con esos autobuses que llevan la publicidad del partido en Madrid con el rostro de su fundador, a los suyos y a sus próximos es un desafío a las leyes de memoria democrática y una protesta por la exhumación de los restos de José Antonio, pero también contra la clara intención de ilegalizar a esta formación política. Po ello hemos oído el Cara al Sol en televisión, cuando sobre Falange pesan increíbles sanciones por cantarlo, con permiso de la Junta Electoral Central; pide el voto por José Antonio, cuando usar su nombre como lema en una manifestación se puede considerar un acto de menosprecio y contrario a las leyes de memoria y han cerrado su campaña con un acto de homenaje a los caídos en el lugar donde estaba el Cuartel de la Montaña donde un número importante de falangistas fueron asesinados tras rendirse.

En esta ocasión, pues, más allá de quienes aparezcan en las listas, lo que a mi juicio Falange propone es unir a su voto testimonial el voto de la protesta y el apoyo para continuar en la lucha. Y esa es una opción lógica y coherente, aunque no pocos de aquellos que, más allá de los ficheros del partido, se confiesan como falangistas o joseantonianos prefieran el voto útil básicamente a VOX o al PP.

Autor

Francisco Torres

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