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La Santa Sede ha hecho público este pasado sábado el reconocimiento de Giuseppe Shen Bin como obispo de Shanghai. Rápidamente el cardenal Parolin, secretario de Estado del Vaticano, hizo unas declaraciones a Vatican News para explicar este controvertido nombramiento.
En número 2 del Vaticano especificó que este nombramiento se produce en un momento en que la Santa Sede y China recorren un camino complejo, en el que los «obstáculos» minan «la confianza y restan energía positiva». Pero, al mismo tiempo, se trata de «un camino en cierto modo obligado» que, más allá de los obstáculos, encuentra su fuerza en las «razones para el diálogo». Es decir, China impone y Roma obedece.
En cuanto al obispo Shen Bin, descrito en la entrevista como «pastor estimado», el Papa – explica el cardenal Parolin – ha «decidido no obstante sanar la irregularidad canónica» por el «mayor bien de la diócesis».
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La Iglesia Catolica de la mano de esos nuevos dogmas buenistas y terrenales se esta suicidando.
Si aun pervive es porque, a pesar de las directrices políticas emanadas del Vaticano, es la verdadera
Qué más quisiera usted que ver destruida la Santa Iglesia Católica de su odiado por usted, Jesucristo Nuestro Señor, a quien hay que servir y dar gloria, y no servirse de Él, como hacen ciertos políticos supuestamente «cristianos». Ni lo sueñe. Ni «suicidio», ni hundimiento, ni nada por el estilo. Ya podrán asesinarnos en masa, ya podrán imponernos comisarios rojos, políticos rojos y conservadores en occidente, nombramientos por simonía política como antaño papas, obispos y priores a dedo de emperadores, reyes, nobles y familias romanas, opulentos y revolucionarios, papas y obispos de otro siglo de hierro, funcionarios de Aviñón, papas y obispos renacentistas antropocentristas o funcionarios de Robespierre, Napoleón y los suyos, miembros de la masonería, apóstatas, mundanos, populistas, etc., que la Santa Iglesia Católica es indestructible y jamás perecerá, pues ni las puertas del infierno prevalecen sobre ella. Pierda toda vana esperanza de ver perecer a la Santa Iglesia Católica, que prevalecerá triunfante a pesar del poder inmenso de todos sus enemigos, incluso los desesperados iscariotes. Lo que perecerá será su partido, su sistema político, su logia, su secta protestante, su idolatría y todo enemigo de Dios, que quedará reducido a cenizas como estrado de sus santísimos pies. Quien es católico bien sabe que la cruz y el calvario no lo podemos despreciar.
Los ateos no comprenden, porque están impedidos para ello, que la Santa Iglesia Católica Apostólica es de Jesucristo, Dios Todopoderoso, no de los políticos vuestros para satisfacer vuestros intereses políticos mundanos como los judíos querían instrumentalizar a Jesucristo para quitarse las legiones romanas, para derrocar a Herodes, para quitar poder a los escribas y fariseos, para nombrarle nuevo Rey de Israel, etc., y lo crucificaron por no satisfacer sus políticas pretensiones.
Mire uste a la historia y entenderá por qué en España fueron expulsados los jesuitas varias veces. El error de Franco fue echarse en manos de los jesuitones y del Opus Dei
La Iglesia siempre ha sido mansa: Mansa con los poderosos y feroz con los débiles ¿De qué se extrañan?
Las matrículas de los coches de El Vaticano empiezan por las letras SCV que dicen que significa «Servicio Ciudad Vaticana» pero en italiano, no obstante los romanos dicen que en realidad significa ¡Si Cristo (lo) Viera!.
Mentar a Cristo al lado de la Iglesia Vaticana me parece un insulto a Cristo, porque ya se sabe, por sus frutos los conoceréis.
¿»Iglesia Vaticana»? ¿Me puede ud. decir en qué línea he escrito yo tal cosa propia de seguidores de Lutero, Calvino o no sé que blasfemos?
Lo que he escrito es Santa Iglesia Católica Apostólica, de Jesucristo Nuestro Señor, Dios y Hombre verdadero, quien la fundó en su Apóstol San Pedro y que prevalecerá sobre todos sus enemigos. Nunca he oído eso de «Iglesia Vaticana», suena a secta secreta o algo así.
El Vaticano es un territorio construido en Roma de medio kilómetro cuadrado cedido por B. Mussolini hace un siglo y sede del obispo de Roma, el sucesor de San Pedro, el Papa, pero la Iglesia Católica es la Iglesia de Jesucristo Nuestro Señor, no la de Lutero, Calvino, el zar de Rusia, el rey o reina de Inglaterra, etc. Es la Iglesia de Cristo a quién rendimos culto y adoración, y el Papa es su primer obispo y sucesor de San Pedro. El insulto será el de los de esa secta autodenominada «Iglesia Vaticana».
La última por los rojos en la II República, cuando se prohibió a la Iglesia Católica, entre otras muchas cosas, la enseñanza primaria, secundaria y universitaria, se destruyó muchas escuelas e institutos, privando a los más pobres de verdadera educación de alta calidad y prácticamente gratuita (sostenida por caridad cristiana, es decir, donaciones, como Dios manda, y no con impuestos) y se ocupó muchas otras, destruyendo crucifijos, imágenes de Jesucristo, de la Virgen María, de San Ignacio, de Santa Teresa de Jesús y de muchos otros santos.
El acierto mayor del católico ejemplar Francisco Franco fue tener por director espiritual a San José María Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. Y los mejores falangistas tuvieron la fe y la fidelidad verdadera a Cristo de pertenecer también a dicha obra que el Señor le encargó al gran santo español de Barbastro y que tanta gloria ha dado a Dios a pesar de sufrir también defecciones.
Las defecciones y apostasías, como la de Judas Iscariote, no desmerecen las congregaciones de la Santa Iglesia Católica Apostólica de dos grandes santos españoles por los que los católicos sentimos sincera reverencia, san José María Escrivá de Balaguer y San Ignacio de Loyola. Tampoco un tercio de los ángeles rebeldes encabezados por Lucifer no desacreditan ni a Dios ni al Arcángel San Miguel ni a ningún fiel verdadero a Dios.
Verdad. Mansa y humilde como su fundador, Jesucristo Nuestro Señor, que voluntariamente aceptó ser crucificado para salvar las almas incluso de los que escriben en este tipo de foros mostrando su deseo de destruir su Iglesia por culpa de los iscariotes. No saben distinguir el trigo de la cizaña. Bien pudo enviar Nuestro Señor una docena de legiones de ángeles para impedir su calvario, pero prefirió aceptar mansamente el cáliz que Dios Padre exigió según su Santísima Voluntad para nuestra Salvación y Redención, incluida la de los enemigos de su Santa Iglesia Católica Apostólica, desde dentro y desde fuera.
Mansa y humilde fue también la Santísima Virgen María con su fiat, el bueno de San José y tantísimos y tantísimos santos y santas. Y mansos fueron San Pedro, San Pablo, nuestro Apóstol Santiago, San Esteban y tantos y tantos miles y millones de mártires católicos. Ha escrito usted bien, mansos. Mansos y valientes, como los mártires de Nerón y de otros emperadores de la Ramera de entonces, y mártires mansos fueron muchos de los de nuestra Cruzada.
Mansedumbre nos pide el Señor a los que somos iracundos. En efecto.