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Luís Mensaque Arana era un joven industrial sevillano, casado, que regentaba un negocio familiar de cerámica muy reconocido en Sevilla.
Luís fue uno de los fundadores de la Falange sevillana, junto con José García Carranza (el famoso torero «El Algabeño»), Eduardo Álvarez-Rementería (militar y jefe secreto de la milicia falangista), Modesto Aguilera, Guillermo Romero, Antonio García de la Torre, Sancho Dávila (pariente lejano de José Antonio) y los estudiantes Narciso Perales, Francisco Narbona, Camilo Tejea, Julio Ercilla, Manuel Linares, Ricardo Lecue, Luís del Águila, Pedro Grajera y Pedro Merchán.
Las Milicias sevillanas estaban al mando de Martín Ruíz Arenado, y las escuadras de Primera Línea las dirigía el joven estudiante Narciso Perales, que desde el principio sirvieron de protección a José Antonio cada vez que visitaba Andalucía.
A partir de la unión de las JONS con la Falange, en Sevilla crece la afiliación, llegando a contar en toda la provincia a finales de 1935 con más de 1500 militantes.
Luís Mensaque, en un principio ostentó el cargo de tesorero de la Falange, aunque posteriormente y dados sus contactos en el mundo empresarial, se convirtió en el receptor de las ayudas económicas «secretas» que percibía la Falange de algunos empresarios de derechas, que no querían identificarse con el nuevo movimiento azul.
Hoy no es el día de hablar de la historia de la Falange sevillana, por eso nos centraremos en los últimos días previos al inicio de la Guerra Civil.
A principios de julio de 1936, la Falange de Sevilla, al igual que en todas las provincias de España, está siendo sometida a una constante persecución por parte no solo de las autoridades republicanas, con miles de detenciones y procesamientos de militantes, sino lo más peligroso, con atentados prácticamente diarios de las milicias de los partidos de izquierdas, la sangre de los falangistas no paraba de empapar las calles y campos de España.
Una vez que José Antonio, como Jefe máximo de la Falange, negociara con el General Mola la participación de los Camisas Azules en el alzamiento cívico-militar que se preparaba contra el Gobierno del Frente Popular de la República, y aun albergando serias dudas en dicha participación, de la Jefatura Nacional se enviaron órdenes a todas las Jefaturas Provinciales y Territoriales para que se contactara con los Jefes Militares.
En Sevilla concretamente, las reuniones y contactos con el General Queipo de Llano, que asumió el mando del Ejército en dicha Capitanía General, las llevaron los militares falangistas Comandantes Eduardo Álvarez Rementería y José Cuesta Monereo, almas de la sublevación en los cuarteles sevillanos, si bien en un principio no las tuvieron todas consigo, ya que Queipo de Llano era un militar con fama de masón, y que incluso había tenido un enfrentamiento físico a puñetazos con el propio José Antonio.
Como quiera que el hasta entonces Jefe Territorial de la Falange de Andalucía, Sancho Dávila, abandonara Sevilla trasladándose a Madrid (según petición expresa de la madre de Sancho al propio José Antonio, alegando que la vida de Sancho corría serio peligro en Sevilla, a lo que José Antonio le contestó que peligro corrían las vidas de todos los falangistas en España), el mando orgánico de la Falange sevillana lo asumió Joselito «El Algabeño», y máxime cuando el Jefe Local de Sevilla, Joaquín Miranda, también se encontraba preso junto con más de 40 camaradas.
Nada más iniciarse la sublevación cae muerto, asesinado por el Teniente de Asalto Ignacio Alonso, el joven estudiante falangista José Ignacio Benjumea Medina, que es considerado el primer caído de la Guerra Civil, fue alcanzado por un disparo en la cabeza cuando transitaba en un coche, junto con otros tres camaradas, por el centro de Sevilla animando a los viandantes a unirse a la rebelión, ya que los señoritos sevillanos seguían tomando el aperitivo en las terrazas totalmente ajenos a la lucha que se iniciaba.
De inmediato, Joselito «El Algabeño» y Rafael Carmona se trasladan a la Cárcel de Ranilla y liberan a los camaradas presos.
Previamente, el Jefe accidental del SEU, Pedro de Montes Guerra, convoca a los Jefes de las cinco escuadras de estudiantes falangistas para que estén preparados, recibieron la llamada Luís Vázquez de la Torre, José Díaz Marín, Francisco Pérez de Tejada, Manuel Valpuesta y Francisco García Tofé, los cuales convocaron a más de 50 estudiantes de Falange.
Luís Mensaque estaba reunido junto con sus camaradas cuando decide volver a su casa para despedirse de su mujer, le comentan que desista de su empeño, pues vive en el Barrio de Triana que está totalmente dominado por milicianos rojos.
Luís hace caso omiso de las recomendaciones de sus camaradas y se dirige a su domicilio de la Calle de San Jacinto nº 51, donde logra reunirse con su esposa.
Los milicianos comunistas y socialistas comienzan la caza de los falangistas más conocidos, y rodean el domicilio de Luís, este se defiende a tiro limpio, aunque no puede evitar que entren por un balcón y a golpes le reduzcan, ya que se ha quedado sin munición.
Es golpeado y detenido en presencia de su mujer y a empujones le trasladan a la Casa del Pueblo donde es interrogado durante breve tiempo, su mujer Elena le espera en la puerta. Al poco rato, ve salir a Luís custodiado por unos milicianos socialistas, y le dicen que le van a trasladar al Gobierno Civil.
Cuando transitan por la Calle Rodrigo de Triana, los guardianes que llevan preso a Luís Mensaque se retrasan unos pasos con el único objetivo de disparar por la espalda al falangista y a su mujer, suenan diez disparos, ambos caen al suelo malheridos.
Elena ha recibido varios impactos de bala en las piernas, mientras Luís que tenía siete impactos de bala en el cuerpo, intenta levantarse para auxiliar a su mujer, consigue avanzar apoyándose en la pared unos metros para pedir auxilio, pero no lo consigue, cayó cubierto de sangre. Su mujer Elena no puede ayudarle, pero afortunadamente unos vecinos les prestan auxilio y los llevan a la Casa de Socorro más cercana.
En la Casa de Socorro el Dr. Pellón intenta hacer una cura de urgencia a Luís para trasladarlo al equipo quirúrgico del Prado de San Sebastián, donde aún llega con vida. Es intervenido por dos cirujanos, que poco pueden hacer por Luís dada la gravedad de sus heridas, una de ellas en el cuello, muriendo a las dos de la madrugada.
Elena su mujer fue trasladada a la Clínica Nuestra Señora de Regla, donde también fue intervenida de las heridas de bala en las piernas.
De esta forma murió, nada más iniciarse la Guerra Civil, Luís Mensaque, uno de los fundadores de la Falange sevillana, Luís, fue uno de los primeros en proclamar el mensaje de José Antonio, de los primeros en vestir la camisa azul y también de los primeros en morir.
Es muy significativo que de los más de 1500 afiliados que contaba la Falange antes de la Primavera trágica del 36, escasamente se alzaron un centenar de ellos el 18 de julio, la persecución del Gobierno del Frente Popular, los encarcelamientos y detenciones, los atentados prácticamente diarios hicieron mella en la Falange sevillana, pero frente a todo quedaron los mejores, y de entre los mejores, los primeros que murieron, el estudiante José Ignacio Benjumea y el dirigente Luís Mensaque.
La Falange de Sevilla siguió pagando con su sangre el honor de portar en su guión de Primera Línea la recompensa de la «Palma de Plata» que le había concedido José Antonio.
 
 
 
 

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REDACCIÓN
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