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Poco, demasiado poco se ha hablado del fake protagonizado por el liberticida Carapolla (Dickface), alcalde de Villana y Cortesana. Que si guerra híbrida que si broma pesada. La suplantación de identidad de Vitali Klitscko, regidor de la capital ucraniana, impostura, vídeo manipulado mediante. Lo del fraudulento Palancas FC y lo de Almeida, creyendo que el alcalde de Kiev le llamaba Carapolla, y le interrogaba acerca de su génesis semántica, justifican por si solos la existencia de Twitter. Honestamente, a Carapolla no es que lo van a echar de alcalde, es que lo van a largar hasta del Opus Dei. Esto es Almeida, al que cuando no timan Medina y Luceño, en nombre de San Chin Choon, pero se la meten doblada, metafóricamente hablando, unos “humoristas” rusos en nombre del alcalde de Kiev. Y neologismo en español, pues. Carapolla: Persona estúpida cuya idiotez se refleja en su rostro de forma evidente. Segunda acepción, insulto genérico de intensidad elevada. ¿ El pangolínico Karapolli, mascota para Madrid, 2032?
Miscelánea de asuntos y rusofobia
Conversación de 17 minutos el pasado junio en las que las preguntas eran del todo estrambóticas y en las que, entre bromas y veras, chanzas y chacotas. Por ejemplo, el “orgullo gay ucraniano” cambiando de nombre por Stéphan Bandera, líder de la Organización Nacionalista de Ucranianos, ya que hay “muchos gays en el batallón de Azov”. ¿Almudena Grandes? “No he leído ninguno de sus libros, ha habido mucha controversia en torno a su trabajo en nuestra ciudad. Pero no es por la figura de Almudena Grandes en sí, sino por los políticos de izquierda”, culpó el dirigente madrileño.
O el inexistente SARS-CoV-2, ergo falsa pandemia. El falso Klitschko alegaba que él no creía en el coronavirus, momento en el que Almeida, desconcertado, le preguntó si estaba timovacunado: “No, claro que no, no creo en ello. He comprado el certificado, como nuestro presidente (Volodímir Zelenski), es lo mismo”, aseveraba.
Y cumbre del espanto del pigmeo moral que padecemos en Villana y Cortesana: ferozmente antirruso, el alcalde madrileño dejó entrever que no tendría problema en deportar refugiados ucranianos (“no deberían relajarse en las playas de España, deberían estar combatiendo y ganando esta guerra”) para que fueran a luchar con su país contra los «bastardos rusos» (¿bastardos rusos no sería «delito de odio?). «Madrid apoya el envío de ucranianos a Ucrania para que participen en las hostilidades», confirmaba Almeida. «Madrid puede deportar ucranianos», sentencia.
Carapolla ofreciéndose a violar todas y cada una de las convenciones internacionales humanitarias (y sobre la guerra, en general) al forzar a refugiados bélicos a regresar a su país para combatir por la fuerza: un crimen contra el derecho humanitario, sin más. La cosa, grave, muy grave. Afortunadamente, este personajillo es un puto mindundi que no tiene competencias legales para hacer nada de eso.
Carapolla
Ya en la parte final, el supuesto alcalde de Kiev le dice «sé que tienes un apodo: Carapolla», a lo que el madrileño responde con una risa incrédula, pero encajando, en principio, bastante bien la broma. «Es un punto de vista de mis adversarios políticos. Se referían a mi nariz, tengo una nariz muy grande». Sic. Se descojona cuando lo llamaron Carapolla: hasta ese punto estaba dispuesto a arrastrarse ante el falso alcalde de Kiev que él presuponía verdadero.
La cosa va a más cuando Almeida le pregunta si ha estado en Madrid, y el falso alcalde Ucrania responde: «¿Quizá recuerdas cuando te metí la polla en la boca?». La cara de incredulidad del madrileño deviene gloriosa y épica oda y tras prolongadísimo silencio, negó recordar, tras pensarlo mucho, que el alcalde de Kiev le pusiera la polla en su boca. El alcalde no fake intenta reconducir la conversación. Pero prosigue la vaina, a lo que el Martínez-Almeida acaba contestando que hablará con el embajador…
…A la altura, nunca peor dicho, de la Giganta (de los 50 pies), a fuer de Cabezuda, Borràs. Duo Sacapuntas de la política nacional. O Tip y Coll. O ella, ventrílocua: Mari Carmen y el león muerdealmohadas, Rodolfo. Y Yolanda, doña Rogelia, o su hija secreta, sumando, cómo no. Joder, qué tropa. Aciagos guiñoles. En fin.
https://www.youtube.com/watch?v=HWIcDIrXFmE&t=393s
Autor
- Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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