Enraizados elabora un minucioso Informe Electoral basado en los Principios No Negociables de Benedicto XVI para votar en conciencia

Votar es un acto de confianza en quien miente, en satanás y sus vástagos. Y el que miente y admite la mentira sirve a satanás.
Votar es desconfiar de Dios, del abandono en la divina providencia.
Votar es negar que sin Dios nada podemos hacer.
Votar es un acto propio de herejes pelagianos, que ven la salvación en la acción de hombres de probado carácter embustero y pervertido.
Votar es adorar la mentira, el engaño, la manipulación y la hipocresía.
Votar es actuar como Eva y Adán en el Paraíso.
Votar es un acto de idolatría, un acto similar a quemar incienso por un césar.
Votar es dar consentimiento a la mentira, el engaño, la manipulación y la hipocresía, sinónimos todos ellos de política de cualquier signo.
Votar es un acto de estadolatría, de elevar la democracia a categoría de «dios» o ídolo intocable.
Votar cercena la libertad del crucificado, le ata las manos para que actúe y reine Él.
Votar no es un acto desinteresado ni caritativo, no es acto de donación alguna, quien diga lo contrario es siervo fiel de satanás, que no de Dios.
Votar es aceptar y consentir la locura de la elección entre Jesucristo y Barrabás, cuando es Dios el que nos elige a nosotros.
Votar es propio de los que no ven más vida que la terrenal y presente, no para los que miran a la vida eterna.
Votar es usurpar el trono y el poder que solo corresponde al Rey de reyes y Señor de señores.
Votar es vender la propia alma, prostituirse, por un plato de lentejas.
Votar es engañar y engañarse, pero a Dios nadie le engaña.
Votar es emitir un juicio cuando el Juez es Dios.
Votar es abusar de la Infinita Misericordia de Dios.
Votar es elevar a papas políticos, que no de Dios, por encima de Dios mismo, es papolatría a conveniencia de cada opción política conservadora o progresista.
Votar es apoyar el aborto, la eutanasia, el divorcio, las parejas de hecho o concubinatos y amancebamientos, la manipulación de embriones, la pornografía, la prostitución de todo tipo (incluida la infantil), la corrupción de menores incluso en los colegios, la perversión generalizada, el sexo como artículo de consumo, el odio a la familia, la maternidad, la paternidad, el gravísimo ultraje al matrimonio (sacramento que unió a la Santísima Virgen María y a San José entre muchísimos santos y santas casados).
Votar es condenar al hambriento, al sediento y al menesteroso por interés puramente egoísta.
Votar es quitar libertad a otros, don de Dios, Verdad encarnada, en exclusiva.
Votar es apoyar la sodomía y la ideología de género y la lgtbi+, espantosamente impíos e inmisericordes con el Sacratísimo Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María, todo por conveniencia electoral.
Votar es servir al dinero y al becerro de oro completamente cegado.
Votar es un acto cobarde y miserable que nada tiene en común con la valentía de los mártires cristianos, que no se sometieron a idolatría a césar o comisario rojo alguno con apostasía ni aún teniendo que morir por ello.
Votar es traicionar a Dios mismo cambiándole por un ídolo demoníaco, reconocer que el poder ha de estar en manos de un siervo de la mentira y de satanás y no de Dios.
Votar destruye la sinceridad de la oración, los ayunos, la mortificación, los sacramentos (especialmente la Eucaristía) y la vida de fe.
Votar es un acto de contra fe y contra esperanza.
Votar es un acto contra la Santísima Voluntad de Dios, cambiando su Palabra y sus mandamientos por una ley precepto de hombres que es vana y que conduce al infierno.
Votar es hacerse responsable y cómplice de los crímenes, delitos, corrupción y latrocinios que los políticos no paran ni han parado de cometer.
Votar es cometer un acto de irresponsabilidad contra la propia salvación eterna.
Votar es prolongar la agonía del mundo, impidiendo a Dios reinar en nosotros.
Votar es un acto propio de ateos o apóstatas, de personas que no creen en Dios, por mucho que lo invoquen solo con los labios.
Votar es despreciar y desobedecer a Dios Todopoderoso, a su Santísima e Inmaculada Madre y confiar en la diplomacia y la política frente a amenazas para toda la humanidad, como aquella de la que se nos advirtió en Fátima en 1917.
Votar es alejarse del Señor Jesucristo, que nunca fue político ni aspiró a poder terrenal alguno.
Votar es tener las mismas aspiraciones siempre frustradas como las de los que gritaron ¡crucifícale!.
Votar, siendo uno católico, es tratar de instrumentalizar a Dios en beneficio propio y de su partido político.
Votar es un acto de interés puramente materialista y mundano.
Votar no es propio de corazones puros, que no toleran la mentira y que aman la Verdad, que es Nuestro Señor Jesucristo.
Votar es unirse a la corriente mayoritaria que va camino de la perdición y que no es lo suficientemente valiente y noble para seguir el estrecho y tortuoso camino de cruz a la salvación.
Votar es un acto de hipocresía e incoherencia con la fe en Cristo.
Votar es un acto de insensatez e irreflexivo, es propio de personas drogadas o «medicadas» que están impedidas para meditar la Palabra de Dios y para amarle cual merece.
Votar es un acto irresponsable en cuanto a las consecuencias presentes y futuras que puede acarrear el voto sobre el votante y sobre todas las demás personas.

Vamos a vber
Quehicieron esos pios catolicos y esa entusiasta Conferencia episcopal cuando se les necesito para que tomaran postura ante la profanacion del Valle de los Caidos y la sepultura de Francisco Franco’
Pues que ahora no vengan con bobadas