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Las oficinas de una nave de maderas y tableros sin actividad, en la calle de la Constitución de Fuenlabrada, ha sido el lugar elegido por una familia para entrar a vivir. Los miembros del clan, ahora okupas, han trasladado sus pertenecias al pabellón industrial, así como varias furgonetas con las que se desplazan por la zona. También han colocado una piscina portátil de grandes dimensiones a la que, según las denuncian de los vecinos, acuden otras familias a darse algún chapuzón, a pesar de la situación ocasionada por el coronavirus. Alrededor de ella han instalado varias sillas para tomar el sol.
«Se han montado una cacho (sic) piscina impresionante en la que se bañan tranquilamente gracias al Canal de Isabel II», critica Marcelo Cornellá, presidente de la Asociación Cultural de Mayores de Fuenlabrada. Cornellá indica que en la nave almacenan, previsiblemente, chatarra.
«El Ayuntamiento ahí no puede hacer nada, salvo requerir a los propietarios que inicien acciones legales para desalojar», explican fuentes municipales a Efe, que indican que si la situación es grave, en última instancia, se podría levantar acta de lo que ocure para comunicarlo directamente al juzgado.
Al encontrarse la piscina en una propiedad privada, tiene que existir una denuncia ante el juez, responsable de dictar el desalojo u otra actuación.
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