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Más veces de las deseables en España suceden cosas curiosas, extrañas, casi me atrevería a decir que contradictorias. Fabricamos héroes con facilidad, casi con la misma facilidad con la que los convertimos en juguetes rotos, en cosas amortizadas que bajan tan rápido como subieron. Actores, cantantes, toreros, deportistas y todo tipo de personalidades de fama efímera y muy pasajera. En política la cosa se complica, pues el político tiene esa habilidad de aguantar y parecer inmune a los acontecimientos. En muchas ocasiones no tienen ni vergüenza, ni pudor, ni ética, ni moral y mucho menos dignidad. Estas cualidades pueden ser transversales pero, hemos de reconocer, que en los políticos de la izquierda alcanzan un grado de “perfección” difícilmente superable; además, lo hacen de tal manera que, siempre encuentran justificaciones bien razonadas que suelen ser aceptadas por una “parroquia” muy dada a aceptar todo lo que venga de su líder o político favorito. La izquierda perdona con suma facilidad a los suyos por muy golfos e incompetentes que estos sean.
Pablo Iglesias es uno de esos políticos muy dados a dar consejos para otros, que no para sí mismo, siempre viendo la paja en el ojo ajeno, que nunca en el propio. Haciendo todo aquello que criticaba sin piedad y que afirmaba que jamás haría. Colocó a su última pareja como segunda del partido y, no contento con esto, la metió de rondón en el consejo de ministros, por supuesto, siempre detrás él, siempre detrás del macho alfa. Eliminó la limitación de mandatos y eso de cobrar tres veces el salario mínimo interprofesional pasó a la historia. Es un comunista que vive como un burgués y es un republicano marxista que promete lealtad a un Rey. Es vicepresidente del gobierno de España que hace los discursos al Monarca, al que organiza caceroladas en lugar de montárselas a Sánchez que es un ventrílocuo, y Felipe VI el muñeco que habla por boca del Presidente. Ojo, no es ningún reproche, es el papel que se asignó a la institución en la Constitución de 1978 y que aceptaron gustosos.
Si a los comunistas en general y muy particularmente a Iglesias no les gustan los discursos del Rey, lo que debe hacer es ir al Palacio de la Moncloa, que tan bien conoce, presentar una reclamación o, en su defecto, abandonar el gobierno. Su partido pide responsabilidades una vez superada la crisis generada por el coronavirus y lo que no acabo de entender muy bien es a quién pretender pedir responsabilidades si ellos, como el Psoe de Sánchez, son los máximos responsablesde la pésima gestión que se está realizando, si ellos son culpables de que el virus se multiplicara con facilidad después de no querer desconvocar esas irresponsables manifestaciones del pasado 8 de marzo, si antepusieron su totalitario y criminal proyecto ideológico a salvar vidas, como también están haciendo en Madrid, impidiendo que 11.500 niños se beneficien del reparto que pretendía poner en marcha la comunidad para que siguieran beneficiándose de la beca o cheque comedor. El comunismo es así, prefieren que la gente se muera de hambre, a que se les repartan alimentos que ellos consideran poco sanos, prefieren que se mueran de cáncer, antes de aceptar las donaciones de un conocido millonario español. Lo curioso es que ellos, las élites dirigentes de izquierda, nunca se privan de nada, ellos están muy a cubierto, exigiendo a los demás sacrificios que ellos no están dispuestos a realizar.
Naturalmente que tendremos que pedir responsabilidades más temprano que tarde, a vosotros, a vuestras organizaciones, a los cómplices y a vuestras terminales mediáticas que todo lo taparon minimizando el riesgo y quitando importancia a un virus mortal que ayudasteis a extender por vuestra negligencia e incompetencia. El problema es que todavía esto no ha terminado, habrá tiempo de ajustar cuentas, esto no lo olvidaremos tan fácilmente, sois culpables, sois responsables de la muerte de centenares de personas.
Javier García Isac / director radioya.es
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