21/11/2024 13:06
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Tiempo de silencio fingido, encubierto de la mentira aclamada y la verdad escondida, clandestina, días de incertidumbre certera y jornadas de melifluos pasteleos políticos se suceden de manera impúdica, obscena e impenitente. España está en venta. En la penumbra, en la oscuridad, de espaldas a la opinión pública, de manera ruin, miserable y cobarde, el séquito de palmeros y pajes, los heraldos de la traición, los pregoneros de la falsa libertad y el abierto diálogo, cumplen con su sombría misión de negociar con los enemigos de nuestra Patria –con mayúscula-, más que una tregua, una rendición incondicional. Pedro Sánchez, tan chulapo y dicharachero con la diestra, con la siniestra –nunca mejor dicho- y los independentistas, se muestra mojigato, introvertido, taciturno y mudito. Sus órdenes son claras: hay que ganar la investidura, luego los independentistas –como hasta ahora- dirán lo que les plazca sin ningún tipo de censura, menos aún desautorización. Patente de corso para la tropa mercenaria de la periferia del todavía Reino de España.

No sabemos que está pasando, que se está firmando, que concesiones y cesiones está regalando el gobierno de nuestro ínclito presidente. Sí sabemos, sin recato ni disimulo alguno, las peticiones de los “Rufianes”. Son claras, concretas, concisas y exactas. Amnistía, referéndum, indultos, cheques en blanco y autodeterminación. Casi nada. Lo malo es que son ellos los que, sabedores de la egolatría y las ambiciones personales de Sánchez –ajenas a las de España-, son ellos los que marcan los tiempos y dictan las reglas de las supuestas negociaciones, más unas imposiciones que unos acuerdos de acercamiento de posturas. La apuesta es todo o nada y, entienden a la perfección, que el momento es ahora o nunca. Nunca estarán tan cerca de alcanzar su preciado botín de piratería y oportunismo reivindicativo.

El lindo don Pedro, cada vez más delgado y desmejorado, pero desmelenado en sus apetencias de gobernar lo que queda de nuestra antigua Patria –con mayúscula-, no ceja en su impetuoso deseo de ceñir los laureles presidenciales. ¿Qué se dirá cuando se mire al espejo al comienzo de la jornada? ¿Qué pensará cuando se retoque con su espejito de bolso? Tiene que ser de diván freudiana la contestación a tal escena. Perseverar en el ridículo, insistir en la estupidez galopante, instalarse en el templo de la mentira continuada, representar el papel de salvador mesiánico o, sencilla y llanamente, creerse un estadista respetable a escala planetaria debe ser muy triste.

La falta de integridad moral, la carencia de honorabilidad y la ausencia de toda humildad personal, le llevan por los caminos de la desvergüenza, el descaro y la inmoralidad democrática. Sabe que la solución sería muy fácil para escapar del chantaje de la anti España: convocar elecciones anticipadas. En estos momentos de convulsiones y problemas generales sería lo honesto y responsable, lo correcto y lo más conveniente para nuestros compatriotas. Pese a esta certeza, pese a esta evidencia, prefiere ver arder el monte antes que abandonar las zarandajas y monólogos con sus imprescindibles corsarios mercenarios, aliados de ocasión. Puigdemont le tiene postrado a sus pies, suplicando por su poltrona y su gobierno, gimoteando por conseguir su afecto y lloriqueando su apoyo emponzoñado. Tampoco la imagen es nueva, ya lo ha hecho con su emisaria, la dulce Yolanda, tan afecta a la causa palestina. Qué ridículo más espantoso y que descrédito mayúsculo el protagonizado en Bruselas. Jamás se podía caer tan bajo.

Pero el narcisista don Pedro, lejos de sentir el orgullo de ser español, desde las tribunas de su partido, desde los estrados teatralizados, no desde la tribuna de oradores de las Cortes, sigue hinchando el buche cual palomo enamora de la causa de los maestros de la sospecha catalanes. Hay que tener caradura, tener la jeta de hormigón armado para, con sarcasmo y sonrisita guasona, reírse del personal, es decir, de todos los que sentimos a España como nuestra Patria –con mayúscula-.

La salida lógica, nunca natural ni normal en el caso del lindo don Pedro, sería convocar las elecciones a la mayor brevedad posible, pero él sabe que sería como firmar su acta de defunción, por eso insiste y persevera en la vía de la humillación ante el supuesto conflicto catalán, un invento lingüístico que ha calado ideológicamente entre la opinión pública. También lo saben los sitiadores de la periferia, saben que no pueden dejar caer a su marioneta y por eso mueven sus hilos a capricho y mejor beneficio.

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CONCLUSIÓN: Sánchez es tan necesario para que los independentistas alcancen la gloria y el paraíso soñado, como estos saben que si es derrotado en las urnas su mecenas, sus delirios de grandeza y sueños afrodisíacos serán convertidos en una pesadilla a perpetuidad. Por todo ello, a lo que estamos asistiendo estos días de negociaciones en la oscuridad, tenemos claro que son unas maniobras de distracción para que los españoles creamos que Sánchez está defendiéndonos de la voracidad y el apetito nazionalista excluyente. El guión ya estaba escrito antes de la sesión de investidura del cándido Alberto, tan cabal y serio, tan sencillo y solemne. El final también está resuelto, pese a la inconstitucionalidad de las medidas pretendidas y defendidas por los imprescindibles aliados.

Sánchez conseguirá los apoyos para ser candidato, luego sudará lo que ya le han anunciado sus colegas de galopadas para ser investido presidente de gobierno del Reino de España. A continuación llegarán las facturas que pagar a sus acreedores, que no serán pocas precisamente. En definitiva, todavía albergo la esperanza de un adelanto electoral y que el pueblo español, con la papeleta en la urna, le de una patada en el trasero al lindo don Diego para mandarle al averno y, con él, a toda su corte de bufones y palmeros, saltimbanquis y juglares que pueblan palacio.

Autor

José María Nieto Vigil
José María Nieto Vigil
Historiador, profesor y periodista. Doctor en Filosofía y Letras. Director de Comunicación Agencia Internacional Rusa

 
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Geppetto

El Psoe esta haciendo la ruptura democrática que Felipe Gonzalez no pudo hacer en 1977, que no era mas que una revancha y hacer de España una confederacion de «naciones solidarias».
Sanchez cuenta con el decidido apoyo de sus bases, de sus juventudas socialistas y de todo el comunismo que con diversos nombres pulula, la oposicion se niega a oponerse buscando el apaño y a los unicos que podian levantar la VOX los han capado.
De manera que hay que darse cuienta que es ahora cuando de verdad empiezan los graves problemas que ya se vaticinaron que sucederían en 1977 y que se han afianzado tras el 11 m.
Los españoles, esos lerdos, se van a «jartar» de pasar fatiguitas

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