29/04/2024 01:33
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En El Mundo, del 17 de octubre, Inma Lidón describía perfectamente la realidad de las relaciones PP-VOX en estos momentos, políticamente gravísimos, en los que Sánchez está dispuesto a desmembrar España con tal de ser elegido Presidente del Gobierno: “Vox salió de las elecciones del 28 de mayo con un notable poder autonómico al convertirse en el único respaldo posible para que el Partido Popular sumara mayorías. Eso les garantizó vicepresidencias, presidencias de parlamentos y consejerías. Además, los resultados les convertían también en decisivos en los ayuntamientos de hasta cuatro de las 10 grandes capitales del país. Sin embargo, en ninguna de ellas ha entrado sus juntas de gobierno municipal. Cuando se cumplen cuatro meses de la constitución de los Ayuntamientos, los votos de los concejales de Vox son decisivos en Valencia Sevilla, Zaragoza y Palma de Mallorca, pero lejos de haber llegado a acuerdos de coalición, se han convertido en oposición. Sólo en la capital balear se pactó un acuerdo programático sin que eso implicara ostentar labores de gobierno. En el resto, Vox quiere, pero el PP, de momento, no cede”

Lo grave es lo que subyace detrás de ese abismo político que el PP quiere establecer con VOX. Parece que el principal objetivo político del PP es lograr que VOX se rompa en un futuro próximo y que sus votantes se pasen al PP, en torno a una entelequia que se llama “centro moderado”, tan moderado, sumiso y entregado que ni siquiera se atrevería a suscribir los tres primeros artículos de la Constitución. Hoy por hoy no se conoce el proyecto político nacional del PP. No obstante, el partido se ha venido arriba porque Feijoo ha demostrado ser un fino orador que ha sabido conjugar la ironía con afirmaciones de españolidad. Lo malo es que en eso el PP tenía ya los infaustos precedentes de Rajoy y Casado, que fueron también unos piquitos de oro pero que abrieron el paso a Sánchez y a la grave situación actual.

Rajoy fue brillante y muy irónico, una persona encantadora para invitarla a cenar a casa, pero aun teniendo mayoría absoluta no supo derogar de inmediato las leyes ideológicas de Zapatero, como la de Memoria Histórica que echa por tierra la Transición, que se basó en el Espíritu de Reconciliación y que abrió el paso pacífico a la democracia. Tampoco quiso aplicar su poder para derogar radicales decisiones de Zapatero que, nada más llegar al poder tras ser investido en abril de 2004, echó por tierra, de inmediato, dos logros claves de Aznar. Uno, el Plan Hidrológico Nacional que incluía el trasvase de aguas desde la desembocadura del Ebro hasta las secas tierras de Alicante, Murcia y Almería. Dos, la LOCE, ley de Educación del PP que había sido aprobada en diciembre de 2022 y cuya aplicación fue paralizada ¡por un mero Real Decreto aprobado por el Consejo de Ministros el 28 de mayo de 2004! Llegó Rajoy al poder, el 20 de diciembre de 2011, y no tuvo las agallas para responder con esa misma inmediatez y firmeza y derogar esas graves decisiones políticas de Zapatero.

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Su carácter pusilánime lo demostró de nuevo con su débil aplicación del 155 tras el golpe de Estado dado por la Generalidad de Cataluña en octubre de 2017. Perdió la oportunidad de aplicar un 155 firme y de convocar elecciones generales un año después que le hubiesen vuelto a llevar a la mayoría absoluta, tras la ola de españolismo que envolvió a la Nación tras el golpe de la Generalitat.

De Casado mejor no hablar. Otro piquito de oro brillante que vino a renovar el PP, el 21 de julio de 2018, tras el desastre de Rajoy y la llegada de Sánchez. Su ambigüedad política, sus tumbos, en contra primero y luego a favor de Rajoy, y su prioridad por acabar con Ayuso, apagó las esperanzas que había levantado, le hizo desaparecer ignominiosamente y abrió el paso a Feijoo que, por cierto, como reflejan los videos, se mostró muy frío y distante con la presidenta del PP de Madrid, cuando fue elegido presidente del partido, en Sevilla el 2 de abril de 2022.

En la actualidad, aunque es previsible un nuevo gobierno de Sánchez, la mayoría de las autonomías están dirigidas por el PP, o por el PP-VOX, lo que ofrece importantes posibilidades para enfrentarse sin miedo a las mentiras de la izquierda y a sus decisiones ideológicas, que rompen la convivencia, la solidaridad y el progreso y que llevan a la ruptura de España.

Uno de los temas claves a lograr es el retorno al español/castellano como lengua común, que debe ser vehicular en la enseñanza. En toda España se debe garantizar el derecho a poder estudiar en español. No hay que tener vacilaciones en ello. A nivel nacional, cuando se tenga el poder político, caben las leyes de armonización del artículo 150.3 CE, pero mientras que eso llega hay que actuar en las autonomías donde se gobierna, de manera tal que, con pleno respeto a las lenguas regionales, se garantice la no discriminación del español, que debe estar en absoluta igualdad a nivel autonómico con la lengua regional, tanto en las rotulaciones como por supuesto en la administración pública y en especial en la enseñanza.

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En estos momentos el desencuentro entre ambos partidos se manifiesta de forma explícita en Baleares, donde VOX había solicitado que el Parlament balear instara al gobierno autonómico a implantar, el próximo curso académico (2023-2024), la libre elección de lengua en todos los centros y en todas las etapas educativas. Sin embargo, el PP, siguiendo el modelo Rajoy “ya se hará en el futuro”, ha impedido que esta proposición saliera adelante. Vuelve el PP a las andadas, parece desconocer lo que hizo Zapatero y la rapidez con que este adoptó medidas claves al llegar al poder. Así no se avanza. Por ello, resulta plenamente lógico que VOX reclame entrar en todos los gobiernos autonómicos y locales en donde su voto sea necesario.

España va por mal camino si el PP sigue creyendo que su objetivo es eliminar a VOX y a sus propuestas políticas que reafirman la Constitución. Conviene recordar, por si algún político lo desconoce, sea del partido que sea, que el artículo 50 de la Constitución de la República de 1931 decía “Es obligatorio el estudio de la lengua castellana, y ésta se usará también como instrumento de enseñanza en todos los centros de instrucción primaria y secundaria de las regiones autónomas. El Estado podrá mantener o crear en ellas instituciones docentes de todos los grados en el idioma oficial de la República”

 De paso, convendría también que el PP recuerde que en su reciente convocatoria partidista, del 24 de septiembre pasado, contra la amnistía, el orador más aplaudido fue Aznar y no Feijoo.

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