18/05/2024 06:21
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Con  motivo del artículo sobre “Los empresarios”he recibido de varios lectores la sugerencia de que publique un libro sobre RELACIONES PÚBLICAS, como técnico experimentado en  las mismas. Les respondo que lo escribí hace años pero no lo publiqué. Si puedo revisarlo quizás intenté hacerlo en caso de encontrar editor.

De todos modos voy a explicar algunas cosas que conviene saber sobre esa joven profesión.  La llamo así porque apenas tiene cien años de vida como “profesión” pues surgió a principios del siglo pasado. Y nació como todas como fruto de una necesidad.

Evidentemente las “profesiones” más antiguas, como el pastoreo o la agricultura, nacieron igualmente de las  primeras necesidades del hombre y, en especial, la más importante y urgente: poder alimentarse.

Las relaciones públicas en  realidad son antiquísimas, pero no como profesión, pero para que lo comprendamos bien es necesario explicar lo que son en realidad. No hay profesión más envilecida y prostituida –en el sentido segundo de la definición de la Real Academia de la Lengua Española: “Inducir a hacer un uso deshonroso de un cargo, autoridad, etc., generalmente para obtener dinero u otro beneficio”—que las Relaciones Públicas… A todo le llaman así. Pero lo que a todo auténtico profesional de las mismas que conozca la esencia de las mismas lo que más nos indigna que a la PUBLICIDAD, o la PROPAGANDA, le llamen RELACIONES PÚBLICAS, cuando lo único que tienen en común estas tres profesiones –con objetivos y fines absolutamente distintos—es que las tres utilizan en su trabajo en ciertos momentos los mismos instrumentos, es decir: los llamados “media”  o sea  los “medios de comunicación” (prensa, radio, televisión, películas, etc.). Por lo demás no se parecen en nada. La publicidad es un instrumento de venta, y la  propaganda un modo de captar seguidores de la índole que sea, bien en política, en deporte, ideas sectarias, etc. Las relaciones públicas tienen como misión impedir la degradación de las empresas por desconexión con la realidad, hacer más humano su funcionamiento como órgano de producción que reúne el esfuerzo de muchos con un objetivo común.

Lo entenderán mejor conociendo lo que hice durante doce años en Compañía Roca-Radiadores S. A. Cuando me llamaron a colaborar con esa empresa (porque me llamaron como explicaré luego: nunca me había pasado por la mente trabajar en “Roca”) y,  después de un año de preparación y planificación  del Departamento de Relaciones Públicas que me encargaron de crear,  quise convencerme personalmente de que, el trabajo que luego encomendaría a los delegados de Relaciones Publicas en toda España, era eficaz, mi sorpresa la explico a continuación…

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Era cuestión de pura lógica ver que para  nuestra empresa – todas las empresas en las que he colaborado como ejecutivo o Gerente las he considerado tan  mías como las que fundé para mí—conocer la opinión de los arquitectos era clave y, en consecuencia decidí conocer personalmente a los novecientos —-más o menos—que tenían despacho abierto. Había unos mil quinientos titulados en 1962 en toda España, de los cuales la tercera parte estaba en los ministerios y organismos del Estado. Había solo dos escuelas de Arquitectura: Madrid y Barcelona  con  menos de ochenta graduados por año. (Tengo entendido que ahora hay en España más de setenta mil y se gradúan cerca de tres mil por año, en más de treinta Escuelas de Arquitectura) Entonces, un arquitecto era todo un señor que se ganaba muy bien la vida… (“Rafa” arquitecto de nuestra nueva fábrica de Alcalá de Henares y  amigo,  me decía: —Gil, cualquier día  de estos, tendrás que llevarme comida a la cárcel.  Según él, llevaba más de doscientos proyectos entre manos… ¿Cómo “visitar” semejante número de obras?)

Cuento esto para que vean lo que va de ayer a hoy…

Pronto supe de qué pie cojeaba nuestra Empresa…Piensen que después de visitar,  a más prestigiosos arquitectos de España,  (por indicación de un joven profesor de la ETSA de Barcelona, Luis Cantallops Valeri, seis años más joven que yo –que tenía 34 años–y desde ese momento gran amigo), tenía las ideas muy claras.

El resumen de una visita a esos prestigiosos profesionales podría ser este:

Verme recibido con un saludo parecido a este: “Pero cómo es que un alto directivo de Cía. Roca- Radiadores S.A. se digna visitarme? ¿Qué milagro ha sucedido?”

En pocas palabras ya me daban a entender todo lo que me dirían. Que se resume en estas pocas líneas:

“–Llega usted, en el momento justo para decirle que si pronto se abrieran las puertas para que entre la competencia de “Roca”, ni pagándome volvería a colocar en mis proyectos un producto de ustedes… Para ustedes los arquitectos no existen, ni tienen el menor interés en saber lo que necesitamos, etc. Nos desprecian tanto que más de uno de nosotros ha ido a pedir un catálogo suyo y no nos lo han dado… No tiene nombre su proceder. Tienen unos modelos del año de la nana. ¿No viajan por Europa? ¿No han visto el diseño italiano o nórdico?”

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En seis meses había recorrido España y entrevistado a la mitad de los arquitectos, podía ya plantear a los dueños –a la segunda generación y coetáneos—los cambios indispensables en todas  las políticas de la Empresa –que para la razón de mi “fichaje”, utilizando el lenguaje actual–.

Les he resumido al máximo, la opinión media de los arquitectos, pero los “genios” de la profesión (y había algunos: Coderch de Sentmenat, Sáenz de Oiza, De la Sota, Fisac…, los dos primeros, además muy buenos amigos desde la primera visita) me hicieron ver con meridiana claridad el camino a seguir para cambiar radicalmente la imagen de “Roca”… Trataré de explicarlo en próximo, o próximos escritos, que dejaran claro en qué consisten las verdaderas Relaciones Públicas.

Ni yo, ni ninguno de los  delegados que atendían las seis zonas en que dividí a España jamás intentamos vender un producto “Roca”, aunque –indirectamente, por el radical giro de la opinión de los arquitectos—con tribuimos al aumento de las ventas de los delegados comerciales… Mis delegados solo solicitaban información a esos profesionales, sobre lo que esperaban de “Roca” –para poder hacer proyectos perfectos con nuestros productos–, al tiempo que les trasmitían información sobre cómo se atendían sus deseos

 

Autor

Gil De la Pisa
Gil De la Pisa
GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.
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Geppetto

Las clases de relaciones publicas y engatusamiento al por mayor se dan con evidente aprovechamiento en las juventudes de los partidos politicos

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