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Entrevista a Hanna Liubakova, periodista e investigadora independiente de Bielorrusia que abandonó su país por la persecución política en 2020. Comenzó su carrera en Belsat, el único canal de televisión bielorruso independiente, donde trabajó como corresponsal y presentadora de televisión. Recibió la beca de periodismo Václav Havel en Radio Free Europe/Radio Liberty en Chequia, así como una beca del World Press Institute en Estados Unidos. Hanna se licenció en Historia del Arte por la Universidad Jagellónica de Cracovia (Polonia) en 2010 y obtuvo un máster con distinción en Periodismo Internacional por la Universidad Brunel de Londres en 2017.

En las protestas masivas de hace dos años entrevisté a Witold Dobrowolski, un periodista polaco que fue detenido y torturado por la policía bielorrusa. Me comentó que en Hong Kong detuvieron a 8.000 personas en un año, pero en Bielorrusia fueron 7.000 en sólo tres días, es decir, que la represión había sido muy dura e indiscriminada. ¿Eliminó esa represión el movimiento de protesta?

Por supuesto, esto es cierto. La represión fue la razón principal por la que la gente dejó de protestar abiertamente y sigue siendo así. Sin embargo, creo que en agosto, al principio, tuvo un efecto completamente diferente, porque el nivel de violencia hizo que la gente se enfadara y no tuviera miedo, y fue entonces cuando el régimen se asustó. A principios de agosto hubo mucha violencia en las calles, la gente fue golpeada, detenida, violada en las cárceles y torturada. Ocurrieron cosas terribles. Yo estaba entonces en Minsk y recuerdo que en muchas conversaciones en las calles se hablaba de amigos o conocidos que habían sido detenidos o golpeados. La gente estaba conmocionada y al mismo tiempo furiosa. El 16 de agosto hubo una masiva manifestación en Minsk, parecía que toda la ciudad había salido a la calle, yo misma estaba sorprendida de que tanta gente protestara contra Lukashenko, incluso gente políticamente neutral pero que estaba muy enfadada. Creo que Lukashenko perdió ese día.

Sin embargo, el motivo por el que Lukashenko se ha mantenido en el poder es porque cuenta con el apoyo del régimen: la policía, el ejército, organizaciones verticales, etc. Él no es fuerte, no creo eso, pero el sistema que él ha creado sí lo es. Por esa razón no fue derrotado, además, cuanta más gente era detenida y condenada, y más líderes arrestados u obligados a exiliarse, mayor era el miedo. Lukashenko lleva en el poder desde 1994 y ha superado muchas crisis, y esa experiencia también convenció a muchos para volver a sus casas.

Katsiaryna Andreyeva (derecha) y Daria Chultsova condenadas en 2021 a dos años de cárcel.

Los medios de comunicación han sufrido también la represión, en una entrevista de marzo de este año, la periodista Inna Kochetkova, subdirectora del Komsomolskaya Pravda, relataba que su periódico fue sometido a la censura estatal por cubrir las protestas y finalmente desapareció en octubre de 2021. ¿Siguen existiendo medios libres en Bielorrusia?

Sí, a pesar de la censura siguen existiendo medios regionales y nacionales cuyas redacciones en muchos casos están en el extranjero, pero con periodistas trabajando en Bielorrusia, a veces con un perfil bajo o incluso anónimamente. Tal vez no hagan trabajos de investigación, pero cubren lo que sucede y lo comparten con los que estamos fuera. Y luego está el “periodismo ciudadano” que se está desarrollando en Bielorrusia, hay varios proyectos en marcha que cada día reciben miles de imágenes o videos donde la gente envía información sobre los movimientos de las tropas rusas o los lanzamientos de misiles contra Ucrania. Esto nos da mucha esperanza, aunque, por supuesto, el régimen quiere ilegalizar, criminalizar y prohibir el periodismo profesional. Sin embargo, de un modo u otro la información llega a la sociedad y el régimen no puede impedirlo. Según las encuestas, un 30% de la población ve la televisión estatal, pero sólo un 20% de la audiencia cree sus noticias. Una cifra muy baja. No obstante, no hay que despreciar el poder de la propaganda, lo veo en mi propia familia, pero Bielorrusia no es Rusia y nuestra gente desconfía de los medios oficiales.

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El 4 de julio comenzó el juicio contra la periodista Katsiaryna Andreeva, acusada de “traición al Estado”, un delito penado con hasta 15 años de cárcel. ¿Qué me puede contar de este caso?

Katsiaryna es una de las periodistas más valientes de Bielorrusia y he trabajado con ella en varias investigaciones de campo. Ya había sido arrestada antes de noviembre de 2020 porque era una de las periodistas más visibles, siempre en primera línea, siempre cubriendo las protestas. También escribió un libro con su marido, “Donbás bielorruso”, sobre los bielorrusos combatientes en ambos bandos en Ucrania, que el régimen prohibió por “extremista” en marzo de 2021. En noviembre de 2020 cubrió la manifestación en recuerdo a Raman Bandarenka, asesinado a golpes un año antes, y fue arrestada. Supuestamente iba a ser liberada después de cumplir dos años de cárcel, pero se presentaron nuevos cargos por “traición al Estado” y ha sido condenada a otros ocho años de cárcel. Su traición ha sido ser periodista y cubrir todo lo que está pasando en Bielorrusia. Ahora nuestro deber es ayudarla y conseguir su liberación.

En 2021 se produjeron dos casos muy graves, el secuestro del avión de Ryanair y la detención del bloguero Roman Protasevich, y el asesinato en Kyiv del opositor Vitaly Shishov. ¿No cree que ha faltado una mayor presión internacional contra el régimen de Lukashenko?

Si analizamos las sanciones contra el régimen de Lukashenko, estas empezaron a ser importantes después del secuestro del avión de Ryanair. Las anteriores sólo eran sanciones de visado contra los oligarcas y fueron fácilmente evitables. E incluso las de junio de 2021, que incluían sanciones contra la economía bielorrusa, tenían muchas lagunas y el régimen pudo seguir comerciando sus principales productos. Esto demuestra que la UE y el mundo no estaban preparados para enfrentarse a Lukashenko, y en parte eso le ha permitido mantenerse en el poder y ayudar a Putin en su guerra de agresión contra Ucrania. No quiero sonar dura, pero las sanciones deberían haberse impuesto desde el principio y eso requiere mucho coraje y determinación. Y eso sólo empezó después del secuestro del avión de Ryanair, que es una de las cosas más terribles que ha hecho Lukashenko, pero seguimos sin ver una reacción contundente contra el régimen aparte de la imposición de unas sanciones que, a día de hoy, los oligarcas y las compañías bielorrusas siguen evadiendo en muchos casos. Lukashenko debe ser castigado, pero al mismo tiempo hay que apoyar al pueblo bielorruso que es un rehén de su gobierno.  

 

El pasado 1 de julio, Danuta Piarednia, una estudiante de 20 años fue condenada a 6 años y medio de cárcel por subir a sus redes sociales un texto contra la guerra. ¿Ha aumentado la represión por causa de la guerra en Ucrania?

Sí, porque el régimen no esperaba lo que vimos el 27 de febrero, tres días después del inicio de la guerra, cuando decenas de miles de personas salieron a las calles en todo el país para apoyar a Ucrania. Más de mil personas fueron detenidas ese día, muchas fueron torturadas en prisión y se iniciaron procedimientos criminales. En agosto de 2020 las condenas eran de 15 días en prisión, ahora pueden llegar a los 15 años. La violencia y el terror del Estado se han normalizado y la policía es cada vez más represiva. Sin embargo, también hemos visto que se han producido más de 80 sabotajes contra las líneas férreas para impedir el movimiento de las tropas rusas hacia Ucrania. Algunos de estos partisanos, que es como les llamamos, han sido detenidos y ahora se enfrentan a la pena de muerte, porque el régimen ha cambiado la legislación para incluir el “intento de acto terrorista” en los delitos castigados con la pena de muerte.

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Muchos bielorrusos tienen parientes en Ucrania, a la que consideran una nación hermana, lo que hace que esta guerra sea muy impopular. ¿Es esta la razón por la que el ejército bielorruso no ha participado aún en la guerra?

El ejército bielorruso no se ha unido a la guerra por varias razones. Por un lado la baja moral, los soldados no quieren pelear, no quieren morir por Putin en una guerra que no es la suya. Otra razón es la capacidad militar, la mayoría de los soldados son reclutas y hay pocos efectivos preparados para entrar en combate. Es un ejército defensivo, no ofensivo. Y, por supuesto, hay un consenso en la sociedad bielorrusa, la nomenclatura y el régimen, en que no hay que unirse a esta guerra. Una encuesta oficial señalaba que entre un 86 y un 97 por ciento de los bielorrusos no quieren enviar tropas a Ucrania. De lo contrario, la situación sería realmente explosiva y desestabilizaría al régimen. Si empezasen a llegar bolsas de cadáveres a Bielorrusia, eso provocaría una reacción y una oleada de protestas, y eso no sería bueno para Putin ni para Lukashenko. Putin utiliza Bielorrusia como una plataforma para la invasión y Lukashenko permite que su territorio sea utilizado para atacar a otro país, por lo que el régimen de Bielorrusia es también un agresor. Este segundo frente es una amenaza constante para Kyiv y, desde el punto de vista militar, esto es más importante que enviar tropas bielorrusas a la guerra.

Por el contrario, muchos bielorrusos se han unido voluntariamente a los ucranianos e incluso han formado sus propias unidades. ¿Qué opina de estos voluntarios y qué representan para los opositores al régimen? ¿Qué destino les espera si caen en manos rusas?

El régimen teme a estos combatientes porque Lukashenko siente que podrían cambiar la situación si no hay otra salida para las protestas. El ejército bielorruso no tiene esta experiencia y difícilmente podrá hacer frente a estos hombres si regresan a Bielorrusia para apoyar las protestas.

Por supuesto, si son rehenes del ejército ruso o de las llamadas Repúblicas Populares no se puede esperar un juicio justo. Tampoco hay ningún Estado que los proteja, por lo que están indefensos. Podrían ser enviados a Bielorrusia para ser juzgados y, dada la dura represión del régimen, ser acusados por ejemplo de terrorismo. Su destino en cualquier caso es aterrador. Sé que algunos de ellos llevan artefactos explosivos para matarse antes de caer en manos rusas, porque de todos modos su destino ya está decidido.

¿Está el futuro de Bielorrusia unido a la supervivencia de Ucrania y al resultado de esta guerra?

Si, porque vencer a Putin es vencer a Lukashenko. Cuando Ucrania gane la guerra se abrirán nuevas oportunidades para los bielorrusos. Por supuesto, estarán más motivados, pero la derrota de Putin también provocará un menor apoyo para el régimen. Lukashenko estará más confuso y frustrado, más dispuesto a encontrar una solución o compromiso con Occidente. También romperá el régimen ya que muchos de sus leales se volverán en su contra. Y, por supuesto, Ucrania no puede estar segura sin una Bielorrusia libre.

Autor

REDACCIÓN