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Los padres comunistas que rigen la vida de los españoles en la actualidad son buenos y benéficos. Todo lo que hacen lo hacen por nuestro bien. No importa que incumplan sistemáticamente el ordenamiento jurídico, excediéndose en la gestión del estado de alarma hasta situarnos en un verdadero estado de excepción encubierto. Es irrelevante que dicten normas que nada tienen que ver con el estado de alarma, incumpliendo los principios más elementales de la técnica normativa regulados tanto en la Ley 39/2015 como en la propia Ley del Gobierno. Tampoco es trascendente que ninguneen al Parlamento, intentando soslayar su control al solicitar, de manera inconstitucional, una prórroga del estado de alarma por un período superior a quince días. Al fin y al cabo, la oposición, salvo la honrosa excepción de Vox y la exótica abstención del Partido Popular en la última prórroga, ha estado hasta ahora ciega y muda y ha demostrado una incomprensible falta de reflejos. Ningún temor nos debe causar la falta de transparencia con la que se han gestionado los contratos de suministro de material médico, incumpliendo de manera flagrante alguno de los principios esenciales de la contratación pública y resultando estafados por intermediarios imberbes a costa del erario patrio. Es igualmente nimio el hecho de que algún informe técnico para el paso de las distintas partes del territorio nacional a las diferentes fases tan idealmente diseñadas por nuestros benefactores padres comunistas se haya firmado con posterioridad a la toma de la decisión. Meras cuestiones procedimentales sin importancia. Los criterios técnicos que permiten avanzar de fase han sido muy bien explicados. Todo es por nuestro bien. Prueba de la buena voluntad, piedad y beneficencia de los padres comunistas es el hecho de que se haya otorgado a Madrid, ese horrible territorio que no es capaz de ver la bondad del comunismo, la posibilidad de pasar a una fase no prevista inicialmente y no regulada en norma alguna inicialmente, como es la fase 0,5 (sic). ¡Cómo puede alguien criticar la magnanimidad de los padres comunistas!

Toda actuación llevada a cabo por los poderes públicos debe respetar dos límites fundamentales: uno de fondo y otro de forma. El de fondo hace referencia al sometimiento al principio de legalidad, entendido, tal como lo formuló en su día Merkl (discípulo aventajado de Kelsen), como una vinculación positiva a la Ley (positive bindung). Es decir, los poderes públicos sólo pueden hacer lo que el ordenamiento jurídico les permite, siendo exigible una habilitación legal previa para poder actuar. El límite de forma hace referencia al respeto escrupuloso al procedimiento legalmente establecido, que supone una garantía de los ciudadanos frente a las arbitrariedades del poder. Ambos límites han sido sistemáticamente zarandeados durante los más de dos meses de estado de alarma. Pero ha sido por nuestro bien. Para salvar vidas en lo sanitario y para que nadie se quede atrás en lo económico. Como sabemos, y la Historia lo demuestra, lo que ha caracterizado a los padres comunistas en todos los países en los que han gobernado ha sido la salvación de las vidas y la procura existencial de los ciudadanos.

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Los padres comunistas son expertos en crear bienestar a base de utilizar creativas y exitosas fórmulas de reparto social de la riqueza y en respetar las ideas contrarias a su ideología, protegiendo en todo momento el pluralismo político y las libertades individuales, como estamos viendo en estos días. Por eso no se explica el descontento de la gente que está saliendo a la calle a protestar. Sencillamente, no tiene lógica. No me extraña que Monedero, ese reconocido intelectual y ejemplar ciudadano, les llame golpistas o, simplemente, gilipollas, en una muestra más de su intelectualidad. ¿Cómo se puede salir a la calle a protestar contra un Gobierno tan eficaz en la gestión sanitaria y progresista en el reconocimiento de derechos y creación de riqueza para las capas más desfavorecidas de la población? Si somos el primer o segundo país con mayor número de muertos por habitante no es culpa de este Gobierno. Será culpa de los recortes de los gobiernos anteriores. No es descartable que las causas se hallen en la oprobiosa dictadura franquista. Si se han destruido más de tres millones de puestos de trabajo y hay otros tres millones de trabajadores en un ERTE del que todavía la mayoría de ellos no han podido recibir prestación pública alguna no es culpa de la loable gestión de los padres comunistas. Debe ser culpa del avaricioso empresario explotador.

Yo estoy muy tranquilo con que la oposición, con partidos tan coherentes como Ciudadanos, apoye a los amados líderes comunistas y les otorgue un mes más de estado de alarma. Seguro que lo gestionarán muy bien y cuidarán de todos nosotros como lo vienen haciendo: con rigor, seriedad, coherencia y eficacia. No hay ningún motivo para salir a la calle. ¡Vivan los padres comunistas y sus exitosas y modernas recetas económicas y sociales!

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REDACCIÓN
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