Getting your Trinity Audio player ready...
|
1943. Krasny Bor, cercanías de Leningrado. Un frío glacial y un brutal fuego de artillería se cierne sobre los españoles en una ofensiva como pocas veces se ha visto en la historia de la humanidad. Cuatro divisiones soviéticas compuestas por decenas de miles de soldados, cien tanques, otros tantos aviones y 800 piezas de artillería se lanzan contra el ala derecha de la División Azul: 5.000 hombres aguantan como leones intensas avalanchas de carros de combate y batallones de infantería. Ante una superioridad enemiga de diez a uno, los españoles exhibían un coraje sobrehumano.
Más de una de las compañías españolas fue casi extinguida, otras diezmadas y otras tan rodeadas que llegaron a pedir «fuego amigo» para morir matando. Aislados, el combate duró más de un día, pero su resistencia fue tan heroica que contuvieron el ataque. Se estima que infligieron más de diez mil bajas al enemigo rojo y evitaron la ruptura del cerco de Leningrado.
Pagaron un precio altísimo. Miles cayeron y siguen sepultados en aquellas tierras gélidas, otros fueron capturados y pasaron más de una década en los terribles gulags soviéticos, pero todos lucharon por lo que pensaban que era justo, por lo que merecía la pena morir: honor, camaradería, patriotismo y fe.
Acaban de cumplirse 80 años de la batalla de Krasny Bor, uno de los capítulos más brillantes no solo de la División Azul, sino de la historia bélica de todos los tiempos. Y estos días, artículos, centenas de reseñas en la red y miles de tuits compartían su recuerdo. Pero Krasny Bor no fue la única gesta heroica que protagonizaron los españoles en el frente del Este. En tierra y aire con las Escuadrillas Azules, los divisionarios dieron un ejemplo de valor que se plasmó en grandes y pequeñas historias protagonizadas por regimientos y pequeñas unidades, por altos oficiales y soldados de tropa, de médicos a enfermeras, veterinarios, armeros, conductores, incluso extranjeros bajo mando español… Todos articularon el gran fresco humano e histórico que de forma sorpresiva en la segunda década del siglo XXI está siendo reconocido y valorado como siempre merecieron, viviendo una “edad de oro bibliográfica”.
La historiografía: del oscurantismo a la hostilidad
Los que suelen estigmatizarlos tildándolos de franquistas tal vez no saben que muy pocos años después de su vuelta los homenajes, las placas conmemorativas, o las efigies públicas de héroes divisionarios brillaron por su ausencia y el recuerdo de sus gestas se fue convirtiendo en un asunto incómodo para el Régimen. Pese a haber luchado con honor en el frente más letal de la Segunda Guerra Mundial y ser la unidad más condecorada de la contienda bélica más atractiva de la historia contemporánea, se les condenó a cierto “ostracismo” por razones geopolíticas.
Desde poco antes de la transición hasta comienzos del siglo XXI, este oscurantismo mutó a una historiografía hostil, una “leyenda negra” propagada hasta la saciedad. Durante décadas, la División Azul vivió épocas en las que se tergiversó su memoria, hechos y motivaciones, y salvo contadas excepciones muy pocos les hicieron justicia. Un discurso de rechazo, y/o de un interés ideológico de mínimo rigor histórico que se centró en falsos supuestos: hambre, obligatoriedad, redención, escasa formación, filonazismo… Excepciones elevadas a categorías universales que ya han quedado sepultadas por la investigación científica. Hubo soldados de fortuna, sí, pero se demostró insostenible que la mayoría fueran por hambre y dinero. ¿Obligatoriedad del reclutamiento? Se han descartado documentalmente las sacas forzosas de las que hablan algunos autores (tras el famoso “Rusia es culpable” se alistaban 45.000 voluntarios aunque las necesidades no pasaban de 18.000, y en 1942 informes del mismísimo PCE ya reconocían el carácter voluntario y falangista de los alistados).
La revisión de los expedientes confirma que sí que hubo republicanos, pero sólo unos pocos podrían ser calificados como posibles izquierdistas, ya que casi la totalidad pertenecían a la “quinta columna” —comandos nacionales que operaban en la zona roja—.
En cuanto al supuesto filonazismo, la parte más polémica y sangrante, la realidad incontestable es que lucharon como una División española contra un enemigo común y, por ello, en el mismo bando que los nazis. Pero lo que demuestra que no “fueron a ayudar a Hitler” fue su premisa ineludible de negarse a combatir contra otro país aliado que no fuera la comunista URSS, a la que consideraban culpable de la contienda fratricida. Curiosamente, a nadie se le ocurre tildar a los norteamericanos de comunistas aunque compartieran bando con Stalin.
Con respecto a su formación intelectual —baja según la historiografía de izquierda—, ha resultado ser la división que proporcionalmente contó con más universitarios de toda la Historia.
Este interés de ciertos “investigadores” en desmentir la voluntariedad y minimizar la abnegación, esfuerzo, romanticismo e idealismo que en grado sumo exhibieron estos combatientes se explica por la cerrazón a reconocer en estos anticomunistas lo que consideran sólo patrimonio moral de la izquierda.
Del olvido y la tergiversación al boom bibliográfico
Entrado el siglo XXI, el panorama fue cambiando in crescendo. El eterno atractivo de la Segunda Guerra Mundial, el interés de cientos de miles de españoles cuyos familiares lucharon en la División Azul, la ilusión por acercarse al tema de forma científica, fue fructificando. Tampoco puede descartarse que en la eclosión editorial subyazca la curiosidad personal de los lectores por conocer, y sobre todo comprender, las razones que llevaron a los españoles a combatir en esas tierras heladas y con un valor que dejaría asombrado al mismísimo Führer. Todo ello no solo ha cristalizado en una bibliografía rigurosa, sino que ha convertido la DA en el capítulo bélico de mayor profusión de la Historia española.
Como muestra un botón: en solo dos años, decenas y decenas
Ha sido tanto lo publicado, y de tanta calidad en general, que sería muy arduo e injusto aproximarnos a una visión global de lo editado en las últimas décadas: obviaríamos obras capitales. Por ello, nos ceñiremos exclusivamente al comienzo de la década presente; poco más de dos años en los que la bibliografía sobre la unidad militar no ha dejado de crecer.
El Gobierno, de manera forzada, ha incluido a la División Azul en la llamada Ley de Memoria Democrática, pero las presentaciones públicas de estos libros son siempre un éxito y abarrotan las comparecencias. ¿Por qué? Porque es un tema que interesa y mucho, al margen de cualquier consideración política.
La obra de referencia. Adentrarse en la visión global
Sentimos que este artículo se convierta en una pesada retahíla… pero es que es asombroso el gran número de publicaciones sobre un capítulo bélico que parece inagotable, en el que cada libro publicado viene a llenar un espacio de excepción.
En 2019 aparecía el gran volumen de Carlos Caballero, máximo erudito en la materia de prestigio internacional, La División Azul, de 1941 a la actualidad (La Esfera de los Libros). A día de hoy, el libro —reseñado con gran extensión en Zenda—, se considera la referencia sobre el tema (así lo aseguran Arturo Pérez-Reverte y Stanley G. Payne entre otros). Nada mejor que sumergirnos en su obra tanto para tener una visión general de este singular capítulo histórico como para acercarse como neófito en la cuestión.
Si el libro de Caballero satisface la demanda de estudios globales, sin embargo no agota, ¡ni mucho menos!, los estudios de la División Azul. Trabajos complementarios de cualquier estudio sectorial: tangenciales, contextuales, cronológicos, biográficos, memorialísticos, profesionales, puramente bélicos… se van sucediendo con prisa y sin pausa hasta lo inimaginable… ¿Lo más reseñable? Sus altas cotas de calidad.
Un sello específico: La Biblioteca del Guripa
El alto contingente de estudiantes, profesores, escritores e intelectuales que se alistaron en la campaña redunda en la gran relevancia de las memorias publicadas.
Una singularidad y la constatación de que la División Azul despierta un interés inusitado es que ha llegado a existir un sello editorial dedicado en exclusiva a sus publicaciones. ¿Su nombre? La Biblioteca del Guripa. Fiel a su denominación (“guripa” era el nombre por el que eran conocidos los divisionarios), la editorial ha desarrollado un programa de recuperación de textos inéditos (diarios y memorias).
En las trece obras editadas han aparecido veinticuatro testimonios de divisionarios arropados por el trabajo de especialistas que han escrito sus biografías, anotado sus textos, o que añaden muy oportunos ensayos que los contextualizan. Entre 1920 y 1922 este sello ha editado: Cinco Guripas del 262, con los testimonios de cinco miembros de ese Regimiento, incluyendo el diario de un caído; A caballo sobre Novgorod, con el diario de un veterinario (un texto mucho más relevante de lo que uno pueda imaginar, si tenemos en cuenta que la División Azul era una unidad enteramente hipomóvil); Con la 1ª de Antitanques, las memorias de Jacinto Santamaría, de factura literaria impecable; Catalanes de la División Azul, que recopila los testimonios de cinco voluntarios catalanes; y ¡Sanitario!, ¡sanitario!, centrándose en dos soldados de Sanidad. Saliéndose un poco de su línea, La Biblioteca del Guripa publicó Cuarta Escuadrilla Azul: Diario de Operaciones, donde Antonio Duarte localiza casi por azar los inéditos diarios oficiales de esta unidad. Diarios de vuelo y diarios de operaciones de la Escuadrilla con más bajas, más operaciones de combate y más derribos de aviones soviéticos —75— de todas las escuadrillas que compusieron el contingente aéreo que envió a Rusia el gobierno español.
La correspondencia y escritos familiares: fuente íntima para el conocimiento. La memoria de las familias se hace libro
Si en los libros de La Biblioteca del Guripa nos hablan los propios voluntarios a través de sus diarios y sus memorias, hijos y nietos de divisionarios abordarán la misma perspectiva. Muy orgullosos de la historia de los suyos, han usado los escritos y correspondencia de sus antepasados para reconstruir su experiencia en la campaña de Rusia. En el periodo 1920-1922 cabe citar lo publicado por Carlos Quintana (hijo de divisionario), Cartas desde el frente ruso (Editorial Fajardo el Bravo); Ignacio Remírez (nieto de divisionario), Diario de Campaña: Capitán Figuerola, caído en Rusia (Galland Books); María José Borrego (nieta de divisionario), En un desierto de nieve (Editorial Alymar); y para muy pronto se anuncia la obra de Jaime Pérez (hijo de divisionario), Un médico en el frente de Leningrado: Diario del Dr. Don Antonio Pérez Gila (CEU San Pablo Ediciones).
Especialmente destacable es el gran trabajo de José M. Estévez Payeras (nieto de divisionario) Solo muere el olvidado: El Batallón II/262 en la campaña de Rusia, 1942-1943, también reseñado en Zenda (Editorial Actas). Su abuelo fue jefe del II Batallón del Regimiento 262º y el autor supera su propósito inicial de escribir la biografía de su antepasado —muerto en la campaña—, para narrar la historia de los hombres que estuvieron bajo su mando. La obra se convierte en un grandioso fresco coral de microhistorias entrelazadas, un barrido humano de un nervio narrativo propio de una novela de altura.
A veces quienes recuperan esos testimonios son historiadores. Es el caso de Jesús Rueda, La familia de Dositeo Climent (Universidad de Elche), y del tándem compuesto por Juan Negreira y Francisco Torres en la obra Casi no tuve tiempo: El comandante Alemany en la División Azul (SND Editores). Y como ejemplo de historia de una de las subunidades de la División española, hay que citar el erudito trabajo de José. A. Sáez, El Grupo de Exploración de la División Azul: Caballería española en la II Guerra Mundial (Editorial Almena).
Biografías clásicas que parecen ficción
Cual biografía clásica, esto es, basada en material de archivos, ha aparecido la sorprendente obra de Carlos Caballero, Erich Rose: El trágico final de un oficial “judío” en la División Azul (West Indies Publishing). Una fascinante y casi increíble historia de un oficial alemán que por sus antepasados judíos no podía formar parte de la Wehrmacht. Encontró la forma de hacerlo desde las filas españolas y acabó muriendo en combate pero logrando lo que siempre había sido su deseo: combatir al comunismo vistiendo el uniforme alemán y portando la Cruz de Hierro. Una historia que parece una novela, pero es rigurosamente cierta.
Y este libro nos conduce hasta, La División Azul ante el Holocausto (Fajardo el Bravo), de Alain Berkowitz. ¿Qué ha llevado a este judío norteamericano a investigar sobre el tema? Pues descubrir que en el diario de su abuelo lituano había una anotación muy precisa: el único recuerdo positivo de toda la guerra fue aquel en la que las extensas columnas de la División Azul, en su larga caminata hacia el frente, habían atravesado su aldea.
¿Qué ha descubierto Berkowitz? Nada que la bibliografía seria no haya demostrado: que los españoles en Rusia jamás tuvieron comportamientos antisemitas. De hecho, en los juicios de Núremberg se intentó imputar a Muñoz Grandes, comandante en jefe de la División Azul y no encontraron ni una sola acción que involucrara a los españoles en crímenes de guerra ni abusos contra la población civil. Más bien, como ha demostrado la misma bibliografía, ha sido todo lo contrario, con un capítulo especialmente destacado en el caso de la sanidad. Pero en este caso resulta especialmente importante que alguien con el perfil de Berkowitz —esto es, un investigador judío— ratifique lo ya sabido.
Rusos blancos
También entre los alistados españoles hubo rusos, en concreto exiliados rusos blancos. Habían luchado en la Guerra de España, llevados de su anticomunismo feroz, y con más razón también sirvieron en la División Azul. Su singular historia nos la han narrado Jaime Barriuso y Pablo Sagarra en Por el Zar y por la Patria: Rusos blancos en la Guerra Civil Española y en la II Guerra Mundial (Galland Books).
¿Qué pensaba la prensa?
Un minucioso investigador, Ángel González, ha publicado cuatro libros que analizan cómo fue narrada la historia de la División Azul por medios de prensa coetáneos a ella. Además presenta dos enfoques muy diferenciados. Tres favorables: La División Azul: Imágenes y Reportajes en la Revista ASPA, La División Azul en el semanario El Hogar Español, La División Azul en el periódico Enlace, y una publicación editada por el Partido Comunista de España, La División Azul en el semanario España Popular. Pero quizás más valioso que estos títulos es otro del mismo autor: La Legión Clandestina: Españoles en la Wehrmacht y las Waffen SS, 1944-1945, que estudia el muy oscuro episodio de los españoles que decidieron seguir luchando junto a los germanos cuando España repatrió oficialmente a sus combatientes (todas estas obras, pensadas solo para un público hiperespecializado en el tema, han sido editadas por Gutiksland).
Para un público generalista
Muchísimo más abierto a un público general fue el volumen coordinado por Pablo Sagarra, 26 Estudios históricos sobre la División Azul. Lanzado en 2021 por Galland Books por el 80º Aniversario de su creación, se abordaron las más diversas perspectivas y se ofreció un perfecto conocimiento del “estado de la cuestión”: líneas de investigación, debates, etc. Este aniversario también fue ocasión para que viera la luz otro libro singular, el de Alejandro Nolasco, Los últimos cincuenta de la División Azul (SND), una recopilación de entrevistas que el autor realizó tras recorrer miles de kilómetros por toda España para localizar a los últimos veteranos vivos.
Más aspectos parciales. Algo inagotable
Más recientes, diríamos que recién salidos, son títulos como el de Miguel García, Ángeles en el Frente del Este: Las enfermeras de la División Azul, 1941-1944 (Amazon), excelente estudio sobre un ámbito poco conocido; el de Jesús Dolado, Prietas las filas: La Centuria de Balillas, del Madrid republicano a la División Azul (1933-1944) (Galland Books), con la historia del alistamiento en masa de una unidad de milicianos falangistas en la División Azul; y —sobre todo— el extenso y superdocumentado libro de Juan Negreira Prietas las Filas: División Azul, 1941-1975, una obra con un fuerte paralelismo con el ya clásico e imponente estudio antropológico Soldados de hierro (Editorial Actas), de Francisco Torres.
Por otro lado tenemos El Frente Ruso y la División Azul, de Carlos Fernández Santander y Lorenzo Fernández Navarro publicado por la coruñesa Librería Arenas en su colección «Gallegos en la II Guerra Mundial», que incide en esta línea con un espectro más limitado.
Literatura: cal y arena
No han faltado —con motivo de este 80º Aniversario— aproximaciones literarias, como las poesías de Manuel Cabo recopiladas en Soñando primaveras: Poesías de la División Azul (Ediciones Barbarroja), o la novela de Juan Plaza Cinco flechas en la estepa (Galland Books). Pero con esta perspectiva lo más valioso ha sido la novela de Daniel Ortega Cielo rojo, águilas azules (Editorial Actas), sobre la aviación española en la campaña rusa reseñada en Zenda. Ambientada en la 1ª Escuadrilla Azul, es una apasionante novela, excepcionalmente documentada, con ingredientes de enorme atractivo. Los protagonistas surcan los aires junto a la Luftwaffe, la mejor aviación del mundo, bajo el españolísimo “Vista, suerte y al toro”. Viviremos la estrecha hermandad de armas entre pilotos alemanes y españoles y conoceremos a ases de la aviación con el promedio de derribos más altos de la historia. Un leit motiv los definía: “Al cielo vacío de Rusia llevar a Dios”. No en vano, las escuadrillas eran “lo más azul de la División Azul”, es decir, los voluntarios de mayor compromiso falangista.
Este mismo autor, Daniel Ortega —ahora como guionista—, firmó junto a Antonio Gil —este como dibujante— el libro de cómic titulado 1941: Voljov, editado por Cascaborra Ediciones dentro de su colección “Historia de España en Viñetas”. Este 2023 también verá la edición de al menos dos nuevos cómics sobre la División Azul que, por lo que ya se sabe de ellos, son de excelente calidad tanto en el guion como en el dibujo. Si uno de ellos estará firmado por el ya reputado tándem Daniel Ortega – Antonio Gil, el que está despertando muchísimo interés es el que ha escrito y dibujado un autor novel, Paco Asenjo, titulado Infierno Azul, que se editará en breve gracias a una campaña de micromecenazgo que ha tenido un sonoro éxito.
Desde un ángulo que tiene cierta relación, el del tratamiento infográfico de la historia, se anuncia como inminente la Guía visual de la División Azul, del joven diseñador gráfico Santiago Marquina Molinero, lanzada por SND Editores. Editorial esta, por cierto, que acaba de poner en el mercado el libro Españoles en guerra ajena, donde José Antonio de la Iglesia estudia a todos los españoles que, de una manera u otra, tomaron parte en la II Guerra Mundial y donde, lógicamente, la División Azul ocupa la mayor parte de la obra.
Libros sin rigor
Hasta aquí nos hemos ceñido a aquello que podemos considerar de interés. Inevitablemente, es un tema que sigue provocando repulsa en los que pueden considerarse herederos modernos de la ideología a la que los voluntarios fueron a combatir. Aunque la ausencia de rigor historiográfico las hace muy poco recomendables, no seríamos justos si no las nombrásemos. Es el caso de En la guerra como en el amor, de Ángel L. López, donde exige que los divisionarios sean tratados por la historiografía como los condenados en los procesos de Núremberg (algo imposible, como ya aclaramos).
Caso paradigmático, que roza el surrealismo, es el de un profesor español que pasó años tratando de encontrar un texto que incriminase a la División Azul. Consiguió editar el libro de Vladimir Kovalevsky, uno de los rusos blancos que sirvió en la División Azul y que de regreso a España se vio envuelto en oscuros asuntos de pederastia. Como intentó hacer valer su condición de divisionario y no le sirvió de nada, se vengó con la obra Un ruso blanco en la División Azul. Es un ejemplo de “histeria hispanofóbica”, a decir del especialista Carlos Caballero, ya que usa contra todos los españoles —en su totalidad, no solo divisionarios— ristras y ristras de calificativos peyorativos… Por cierto, que el autor había intentado publicarlo en los años 50 en un sello de exiliados rusos blancos en Estados Unidos y jamás se lo editaron por lo falso de su contenido. Su edición actual tiene el valor de ser un ejemplo paradigmático de anteponer la ideología al mínimo rigor, cayendo en el sinsentido de publicar un evidente libelo.
Literatura de bajo espectro
Parecía obvio hasta el siglo XXI que escribir una novela exigía ciertas dotes, pero el panorama ha cambiado con el auge de las autoediciones. El lector despistado suele salir esquilmado porque, al haberse eliminado el filtro del editor, suele encontrarse con una literatura de baja calidad. En estos casos, si alguien con ínfulas literarias es incapaz de crear una trama y unos personajes atractivos, ¿qué mejor que un escenario polémico y/o exótico que por sí solo pueda suscitar interés? Y la División Azul lo es.
Pérez-Reverte rompió moldes llegando a ironizar sobre la saturación de las novelas de los campos de concentración. El marco de una guerra, un remoto país, las pasiones que suscita, la posibilidad de incluir lo amoroso e incluso lo sexual, provoca que se hayan escrito una sorprendente cantidad de novelas ambientadas en la División Azul. La casi totalidad son autoediciones y predominan las que no cumplen los mínimos requisitos de una novela histórica: con personajes que son una pura y disparatada invención. Es una evidencia empírica de que la práctica totalidad de los combatientes fueron voluntarios anticomunistas, orgullosos de tomar parte en la campaña. Pues bien, en estas novelas casi siempre suelen ser reclutas forzados, a veces incluso sacados de las cárceles, o desequilibrados arrastrados a Rusia como a un matadero.
De próxima aparición
Hemos comentado más de 30 libros nuevos. Pero es imposible no citar algunas reediciones y libros de próxima aparición. Una de ellas es el de Gerardo Oroquieta, De Leningrado a Odessa: Cautivos de la División Azul en los campos de Rusia (Arzalia), agotado desde 1980 y que ha sido recibido como agua de mayo, al considerarse el mejor testimonio de un prisionero español en el Gulag estalinista, Y otra la de la obra de Juan M. Poyato Galán, Bajo el fuego y sobre el hielo: La sanidad en la campaña de la División Azul (Editorial Actas), libro tan valioso que pese a ser de 2015 estaba absolutamente agotado y ha debido ser reeditado en 2022. Un volumen poliédrico, absoluta referencia en su ámbito, y que ha sobredimensionado su espectro temático para interesar por sus valores científicos, históricos y morales.
En marcha también está una nueva edición del libro tótem sobre el cautiverio en los gulags rusos: Cautivos en Rusia, de Francisco Torres (Editorial Actas). Una magna obra que no busca el dramatismo, sino las vivencias reales de los casi 600 cautivos con grandes aportaciones como el periplo de las negociaciones o la responsabilidad de quienes impidieron su salida de los campos, hasta años después que el resto de los europeos. Demuestra también cómo el PCE español, y sobre todo su dirigente Dolores Ibárruri, bloquearon la excarcelación de prisioneros republicanos.
Y entre los que están en manos de su editor, destacamos La Justicia en la División Azul. Un revulsivo, ya que del campo jurídico y el régimen disciplinario militar se ha escrito poco y tergiversado. En la línea de convertir la anécdota en generalidad, se han magnificado las deserciones, automutilaciones, delitos y dureza de los castigos. Ángel Serrano, general auditor, demostrará en esta nueva obra con cifras y datos la realidad de estas cuestiones.
En definitiva, si nuestro interés es ahondar en el estudio de la División Azul hay mucho y muy bueno por donde empezar… Y es que por mucho que moleste, la realidad objetiva es que es un tema que interesa de forma más que extraordinaria. Tanto, que escapa a toda lógica e incluso a la comprensión no solo de los que admiran este periplo, sino de los eruditos de la bibliografía bélica e histórica en general.
Doble justicia, doble victoria
¿Cuál es el misterio? ¿Cuál es la magia que los ha hecho revivir con toda la dignidad que merecían?
Lo que es incontestable es que hace décadas que los divisionarios habían ganado la batalla moral. A la luz de las cifras y del devenir de la historia, se demostró que el régimen contra el que luchaban atesoraba el dudoso honor de ser el más criminal de la historia de la humanidad. Tal vez, de nuevo, es la justicia quien vuelve a estar de su parte. Junto a la batalla moral, aquellos héroes españoles que fueron a luchar a las gélidas estepas de Rusia también han ganado para la eternidad “la batalla del relato”.
FUENTE:
Los héroes de la División Azul: el triunfo de la batalla por el relato
Autor
Últimas entradas
- Actualidad26/12/2023Reinventando la historia. Magnicidio frustrado. Por Fernando Infante
- Destacados15/08/2023Lepanto. ¿Salvó España a Europa? Por Laus Hispaniae
- Actualidad15/08/2023Entrevista a Lourdes Cabezón López, Presidente del Círculo Cultural Hispanista de Madrid
- Actualidad15/08/2023Grande Marlaska condecora a exdirectora de la Guardia Civil