21/11/2024 12:37
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Es una ironía que, en el mundo democrático, los países menos susceptibles de sufrir un problema sean a menudo los primeros en hablar abiertamente de él. Desde esa cómoda posición es fácil hacer una evaluación honesta de una situación grave si la solución está al alcance de la mano. En cambio, si una crisis no ofrece la oportunidad de quedar bien, es más fácil jugar al juego de la culpa.

Según me contaron algunos amigos polacos, y no polacos, Varsovia presentaba una nueva cara durante las pasadas Navidades, donde cada vez se oyen más voces ucranianas, ya que la ciudad acoge a un cuarto de millón de nuevos huéspedes, verdaderos refugiados. Pero hay otra cosa que ha llamado poderosamente la atención, un cartel con la cara de Vladimir Putin decora las calles y las estaciones de tren. Esta campaña publicitaria de la Asociación Polaca de Electricidad recuerda las declaraciones más atrevidas de hace unos meses y son un claro indicio del cambio que se está produciendo en Europa. Los eslóganes advierten a los ciudadanos de que el Kremlin socavará el apoyo a la guerra de Ucrania congelando a Occidente con los altos precios de la energía. Es un duro y sombrío recordatorio de que, en gran parte de Europa, la libertad de tus semejantes depende del precio que estés dispuesto a pagar por tu calefacción. Pero las vallas publicitarias no hablan de las escasas dudas que alberga un polaco medio, porque en Polonia saben perfectamente quién es el enemigo, sino del hecho de que, a pesar de las amenazas del Kremlin, los precios polacos de la energía no han subido en absoluto mientras que la mayoría de los europeos soportan importantes subidas.

La pregunta es: ¿Cómo lo han hecho? La respuesta es clara: Anticipación. El ministro de Bienes del Estado y viceprimer ministro, Jacek Sasin, es el responsable de este éxito. Desde hace mucho tiempo, anticiparse a la amenaza rusa ha sido el eje de la política energética polaca, que se ha esforzado extraordinariamente por evitar la dependencia del gas ruso. Diversificando las importaciones, invirtiendo en infraestructuras de GNL y energías renovables, Varsovia se ha reivindicado y marcado una ruta muy diferente a otros países europeos. De hecho, cuando Rusia exigió que Europa pagara su gas en rublos, Polonia pudo cerrar el grifo del gas ruso por completo. Sin embargo, existe un peligro muy real de que Alemania, Italia, Francia y el resto de la UE -que siguen dependiendo en gran medida del gas ruso- sean incapaces de cumplir las exigencias de Polonia, lleguen a un compromiso con Rusia y nunca aprendan la lección de Varsovia.

Pero no prestar atención a las advertencias no es excusa para traicionar a quienes sí lo hicieron. Incluso la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, que en tantas ocasiones ha atacado a Polonia, admitía su error: “Debemos reconocer lo ingenuos que hemos sido sobre Rusia y lo equivocados que hemos estado en nuestras ideas sobre las acciones de Rusia. Deberíamos haber escuchado más atentamente a nuestros amigos de los países bálticos y Polonia, que han vivido bajo el régimen soviético. Juntos estamos pagando ahora un alto precio por nuestra dependencia de la energía rusa”.

El Gobierno alemán se plegó “con demasiada facilidad” a las fuerzas de la industria que presionaban para obtener gas barato, mientras “ignoraba por completo los riesgos geopolíticos”, reconocía Carolina Schmidt, ex ministra de Medio Ambiente de Angela Merkel. Por supuesto, es una buena noticia que los políticos reconozcan sus errores, pero el problema llega cuando estos políticos dependen de los votos de los ciudadanos que pagan la factura del gas. ¿Mantendrían esa misma postura frente a la presión de Putin? ¿Cómo va a disipar Europa la inevitable sensación de que, si hiciéramos las paces con Putin, bajaría la factura de la calefacción?

Lo fácil es querer volver a la situación previa, a pesar de lo que eso significa, pero recordemos que en Polonia -una gran economía industrial en primera línea de la guerra de Putin- los ciudadanos y los refugiados pagan mucho menos por su energía que en la mayor parte de la Unión Europea. Recordemos que el aumento del coste de la energía en los países que aún dependen del gas ruso no es el precio de la guerra de Ucrania, sino el coste de la realpolitik alemana. La misma que ha impuesto una catastrófica agenda verde que ha impedido a Europa aprovechar sus recursos.

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Polonia es la nación que ha invertido más tiempo y esfuerzo en su independencia energética de Rusia, y esto tiene que servir como un ejemplo real para el resto de Europa y no quedarse en meras declaraciones de intenciones. “Paz en Ucrania” significa “victoria contra Putin”, no una tregua para con el tiempo seguir dependiendo de su gas. Por muy políticamente conveniente que sea, Europa no debe reincidir en sus errores.

Autor

Álvaro Peñas
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José Luis Fernández

Da la impresión de que el Gobierno de Polonia no es consciente de la peligrosa situación geopolítica en la que se encuentra su país. Polonia tiene frontera con Bielorrusia, que es un aliado de Rusia, y si se produjera una escalada en el conflicto de Ucrania (debida al envío de armamento ofensivo por parte de los paises de la OTAN) Polonia sería el primer país que sufriría las consecuencias.
El futuro de Europa está en peligro por culpa de la enloquecida estrategia de EEUU, y del Reino Unido, que persigue el objetivo de debilitar a Rusia y conseguir su fragmentación territorial pero, puestos en la tesitura de que Rusia desapareciese como Estado, los dirigentes rusos ya han advertido a Occidente de que desencadenarían una guerra nuclear.
La única forma de asegurar un futuro pacífico y estable para todos los paises del continente europeo, desde el Océano Atlántico hasta los Montes Urales, es mediante un acuerdo de amistad y de cooperación con Rusia; ese acuerdo podría estar basado en los siguientes compromisos:
1º. Los paises europeos que actualmente son miembros de la OTAN renunciarían a seguir en esa alianza militar si EEUU sigue considerando a Rusia como su principal enemigo
2º. La Unión Europea ofrecería a Rusia el estatus de socio comercial
3º. El conflicto en Ucrania se resolvería de forma pacífica mediante la celebración de referendos en el Donbás y en la Península de Crimea y cuyos resultados serían aceptados tanto por Rusia como por Ucrania
4º. El territorio de Transnistria, actualmente ocupado por tropas rusas, sería incorporado por Ucrania
5º. Rusia podría disponer de un corredor desde Bielorrusia hasta el enclave de Kaliningrado mediante el intercambio con Lituania de una superficie igual a la de dicho corredor
6º. La Unión Europea ofrecería a Moldavia, Georgia y Armenia la posibilidad de convertirse en paises miembros
7º. Los paises de la Unión Europea y Rusia apoyarían a Serbia para recuperar el territorio de Kosovo, que fue la cuna de la nación serbia; además, Serbía sería admitida como miembro de la Unión Europea
8º. Las restantes fronteras que existen actualmente entre la Federación Rusa y los paises de la Unión Europea serían respetadas

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