21/11/2024 11:54

Antes de iniciar esta reflexión, quiero manifestar que no quepo en mí de gozo supremo y henchido orgullo de ser un español que pronto ha de ver llegada la hora de dar la más calurosa bienvenida a la más alta magistratura del gobierno de la Nación, a un ilustre y digno representante de la infamia política, la indignidad personal y la imperdonable traición a España, todo ello, alcanzado esgrimiendo su arma más letal y definitiva, la mentira recurrente y despiadada.

Bien es cierto que, contando con el apoyo de una legión de siervos, como los antiguamente llamados “socialistas”, los comunistas que siempre se encuentran en los muladares de la política o donde se trafique con la sangre derramada por el terror, finalmente, sus legiones también cuentan con el favor de los independentistas, animales de diferentes capas ideológicas, pero todos con el denominador común del odio insuperable a España.

Mientras esta grey de excluyentes sectarios, en tanto que estas “legiones malditas” se muevan y desplieguen sus fuerzas a placer por las tierras de España, sin que consigamos ponerles las cadenas y condenarlos a “trabajos forzados” para la construcción de altas, fuertes y sólidas murallas que protejan la democracia, el orden establecido y las libertades, todo esfuerzo será inútil y baldío.

Cuando la ejecución de estas obras de ingeniería nos garantice la supervivencia, la convivencia y el exacto cumplimiento y respeto de la ley, será el momento de que la magnanimidad democrática y liberal recaiga y se aplique a los condenados.

Los españoles han despertado de su letargo (¿Por cuánto tiempo?), las instituciones, organismos, asociaciones de las Fuerzas de Seguridad del Estado, …………., la sociedad civil y los partidos políticos han reaccionado enérgicamente contra la general profanación del Estado de Derecho y la Independencia Judicial, en definitiva, contra la Democracia; ¡sea! , perseveremos en esta actitud contra las fuerzas del maligno.

En Enero de este año, me tomaba la licencia de escribir sobre la ministra de Defensa, “Margarita, la flor roja”, advirtiendo que según el desarrollo de los acontecimientos, se podría inferir que probablemente “sería ella la encargada de trasladar el “hedor de la olla podrida” del Congreso a sus generales, de igual modo, quizá, también podría ser ella la que redactara la orden Nº 1, una vez que la revolución tomara un rumbo de destrucción irreversible del orden constitucional”, obligando a los ejércitos a una toma de posición determinada de antemano”

En la confianza que merece el estricto cumplimiento del deber como ministra de Defensa, doy por hecho, que la otrora magistrada del Supremo y vocal del CGPJ, la flor roja, de renovados pétalos, y acorde con la brillantez y esplendor del hecho consumado,-amnistía y sus previsibles efectos colaterales- ¿habrá sabido con la pedagogía propia de una excelsa jurista, explicar sabiamente y exponer las razones y motivos por los que el felón y sus ministros han decidido llevar a término la venta de una secular Nación a cambio (por abreviar) de satisfacer la enfermiza y antidemocrática ambición de Sánchez?

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Pedagogía impregnada de espíritu servil, intentando trasmitir a sus generales el servilismo necesario para neutralizar, al menos, sus opiniones o discrepancias o disminuir su autoestima, desvirtuando la naturaleza misma de sus obligaciones constitucionales.

El contexto histórico es diferente, pero se pueden aceptar ciertas similitudes, recordemos el artículo de Baroja de fecha 1 de Setiembre de 1936, en el que expresa su deseo de que el tumor republicano (frentepopulista), formado por mentiras “lo saje cuanto antes la espada de un militar”.

¿Habrán quedado satisfechos los generales con la bondad de su exposición exculpatoria, se verán cumplidas sus expectativas, sus exigencias morales, patrióticas, constitucionales y profesionales?

La respuesta, por el momento queda sumida en la bruma inconfesable de un silencio atronador.

Puedo estar equivocado, mi percepción es que les tienen restringido hasta el aire que respiran.

En su día, no hace demasiado tiempo, un número estimable de militares retirados de los tres ejércitos se adhirieron con lealtad y devoción a España a una serie de cartas, declaraciones y misivas con destinatarios diferentes, donde se alertaba de la peligrosa deriva que el gobierno estaba tomando en perjuicio de la democracia y del régimen constitucional del 78; aquellos militares habían jurado ante la bandera de España, siguiendo la fórmula establecida: “Soldados: ¿Juráis por Dios y prometéis a España,…en defensa del honor e independencia de la Patria y del orden dentro de ella…? Y ayer lo volvieron a afirmar.

En la fórmula de juramento, en absoluto se contemplaba la Constitución, nada se decía y a nada se obligaba constitucionalmente; era obvio, cuando juraron la bandera, la Carta Magna no existía, no había visto la luz; a pesar de ello, los militares a lo largo de su vida profesional han acatado disciplinadamente y con total convicción, lo que posteriormente se les exigía, una vez nacida la Constitución del 78.

A pesar de la férrea disposición a favor del constitucionalismo, en esta España gangrenada y desgranada, se produjeron críticas por esa excelsa demostración de lealtad a España y al Rey; lo más doloroso e indignante es que algunas (las menos) procedían de algunos compañeros de armas. En fin, en toda pluralidad, siempre existe la singularidad del necio, publicitando, gratis total, a Erasmo de Róterdam.

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Un apreciado amigo y leal militar (uno ya no está para tecnicismo en este laberinto de ignominia gubernamental y caos institucional), me informa que la fórmula de juramento quedó modificada por la ley de la Carrera Militar 39/2007, su literalidad en lo que aquí estamos tratando y poniendo de relieve, es preciso destacar lo siguiente: ¡Soldados! ¿Juráis o prometéis…guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado…?

A la vista de ello, propongo que, desde el ministerio de Defensa, se determine y aclare a los nuevos integrantes de los ejércitos ¿ qué es lo que tienen que “guardar y hacer guardar”, cómo se lleva a cabo esa guarda y custodia, cuáles son las limitaciones para la defensa constitucional o cuáles son las atribuciones, deberes y responsabilidades inherentes a “hacer guardar” la Constitución y contra quién o quiénes?

Los futuros militares tienen perfecto derecho a saber hasta dónde son capaces de responder a estas exigencias, extremo que evitaría grandes decepciones personales, carencias de autoestima profesional o absolutos desencuentros con la realidad disruptiva propiciada por gobiernos ilegítimos o ilegales.

Que las armas que el Estado pone en las manos de los ejércitos estén en todo momento bien custodiadas, y si por cualquier circunstancia de carácter sobrevenido o forzado por gobiernos traidores o desleales a la Nación y a su vigente Constitución, esas manos sepan interpretar con justeza, ponderación y en aras del interés general de los ciudadanos y de España, hasta dónde alcanza su inexcusable deber y honroso posicionamiento.

Amigo lector, si alguna vez tiene el capricho de encontrar a un perjuro, le recomiendo que se dirija al Congreso de los diputados, allí se dará de bruces con algunas docenas.

Guardar y hacer guardar la Constitución”, ¿ cuál de ellas, la del 78, o la que previsiblemente pretenden instalar taimada y cobardemente, el ilegítimo presidente y su fiel servidor, el presidente del prostituido y mal llamado Tribunal Constitucional?

 Si lo crees oportuno, pásalo.

Autor

Antonio Cebollero del Mazo
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Geppetto

En el Ejercito no hay nadie que concite la adhesion de sus compañeros de armas, no hay un teniente general que aune prestigio con decision de buscar la defensa de España desde fuera del poder politico.
NO hay un ejercito, hay militares

Rafael F.

Cuantos como» Julio el rojo» llevan faja roja??? Quizá nos llevamos una sorpresa…

Francisco

La fórmula de juramento a la bandera a que se alude en el artículo es obra del general Mola, publicada en 1936,en el Boletin Oficial de la Junta de Defensa Nacional de España,antes de ser nombrado Franco jefe del Gobierno del Estado Español . Dicha fórmula, de carácter apolítico, bajo la que juró el que suscribe, sigue el criterio de Mola de que el Ejército no está para defender régimen político alguno,sino para defender a España de enemigos exteriores e interiores.

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