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La ministra de Justicia y Asuntos Europeos de Hungría, Judit Varga, estuvo el pasado lunes en Madrid en una visita oficial en la que se reunió con Pablo Zapatero, secretario de Estado de Justicia y con Juan González-Barba, secretario de Estado para la Unión Europea. Por la tarde impartió una conferencia en la Universidad San Pablo CEU e incluso se reunió con el presidente de VOX, Santiago Abascal. A pesar de su ajetreada agenda, la ministra mantuvo un encuentro con distintos medios de comunicación en el que estuve presente. “Mi misión es proporcionar información clara sobre nuestra posición”, comenzaba la ministra, “que no siempre será la opinión mayoritaria en Europa, pero que es legítima”.

La actualidad manda y el primer asunto del encuentro de la situación en la frontera polaco-bielorrusa. La ministra mostró el apoyo de su país a Polonia, Lituania, los países Bálticos y todos los países que tienen la inminente necesidad de proteger sus fronteras y recordó que Hungría enfrentó la misma situación en 2015. “Entonces dijimos que necesitábamos tener una protección física de las fronteras para el espacio Schengen y resultó eficaz, detuvimos por completo la inmigración ilegal. En ese momento fue considerado un ‘acto diabólico’ e inició un procedimiento de sanción que aún está en marcha hoy, pero podemos ver que cada vez más países de la UE usan la misma solución”. Para Varga la UE debe atajar las crisis migratorias en los países de origen y no traer el problema a Europa.

La actual crisis en Bielorrusia también ha vuelto a mostrar el doble rasero de la UE con respecto a Hungría En enero de este año, la agencia europea de fronteras, Frontex, abandonaba Hungría porque se estaban devolviendo inmigrantes a Serbia, un país considerado ‘no seguro’ por Bruselas. Sin embargo, la misma UE ha aceptado las devoluciones a Bielorrusia. “Vivimos en un mundo de doble moral con respecto a Hungría y ha llegado el momento de detener todos estos procedimientos de sanción por hacer la misma política que hoy se está aplicando. Hungría ha gastado 1,3 billones de euros de su presupuesto para construir el muro y la UE sólo ha aportado 20 millones de euros, porque ellos no dan dinero para muros”. Unos muros que, sin embargo, son el único método para frenar la inmigración ilegal frente a una ineficaz política comunitaria de asilo. “Hemos visto que en los países del oeste de Europa, como Francia o Bélgica, tienen un problema de migración secundaria, es decir, que las personas cuya petición de asilo ha sido rechazada y deben regresar a su país no lo hacen, sólo el 29% de los regresos son efectivos, el 71% se queda. Con los muros, las áreas de tránsito y las devoluciones a través de la frontera estamos protegiendo a Europa de esta migración secundaria”.  

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Para la ministra, “la realidad está llamando a la puerta” y esta crisis ha demostrado que Hungría tenía razón. “La clave es no enviar cartas de invitación, no crear efectos llamada. Cualquier cuota o mecanismo de reparto es un cero para nosotros. Si hay mecanismo significa que hay sitio, que hay voluntad. En el nuevo pacto de migración lo llaman ‘asistencia de retorno’, pero en la práctica no se pueden garantizar los mecanismos de retorno para inmigrantes y entonces se quedan en Europa, y eso es lo mismo que una cuota. En resumen: financiar muros, medidas en el exterior, protección de fronteras y cero cuotas”.

Respecto al Estado de Derecho y a las amenazas de la Comisión a Hungría por su nueva ley de protección de la infancia, la ministra ha sido clara: “Es una ley que defiende el derecho de los padres a determinar la educación de sus hijos. Queremos proteger a nuestros hijos de los grupos del lobby LGTBQ. No es una ley contra nada o contra nadie, es una ley para la protección de las familias y de los niños, un derecho soberano que no fue entregado a la UE que no puede determinar cómo deben educar los padres húngaros a sus hijos. Esto no es más que una herramienta de la mayoría ideológica de tendencia progresista, que desafortunadamente domina en Europa, para presionar a los países que no quieren aceptar sus imposiciones”.

En este sentido, una de las herramientas utilizadas contra Hungría son las ONG vinculadas a la Open Society de George Soros. El gobierno húngaro intentó exigir trasparencia a estas ONG para saber cuanto dinero recibían en donaciones desde el extranjero, pero esta ley se enfrentó a una fuerte oposición desde Bruselas y unas pocas ONG, fue denunciada ante los tribunales y Hungría perdió el caso. “Actualmente sólo tienen que registrar sus ingresos electrónicamente cuando son superiores a 55.000 euros. Hay una serie de ONG en la UE que tienen muchos recursos financieros con los que pueden influir a la opinión pública, y esta capacidad es la que hace necesaria esta trasparencia. Hay 60.000 ONG en Hungría, pero solo una docena de ellas pertenecen a esta red y sólo ellas se opusieron a la ley. Esta es también una señal importante de que tienen una red muy buena en la Comisión y podemos verlo en el informe sobre el Estado de Derecho. Hay 23 ONG de este círculo que son fuentes de este informe y hay 60 referencias a sus hallazgos. La Comisión simplemente copio y pego sus informes sin ningún tipo de análisis posterior. Este no es un fenómeno exclusivo de Hungría, sino que también afecta a otros gobiernos conservadores, y en consecuencia la credibilidad de la Comisión está en entredicho”.

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Sin embargo, todos estos ataques ideológicos contra el gobierno húngaro se enfrentan al hecho indiscutible del éxito económico de Hungría, con un crecimiento del PIB de un 6,8% y un paro por debajo del 4%, y una economía que, a diferencia de lo que sucede en España, está al servicio del pueblo húngaro. “Salimos de la crisis financiera sin el crédito del FMI y así pudimos evolucionar a nuestra manera. Hay que estar al lado de la gente y no de los bancos. En Hungría el precio del gas, la electricidad y el agua se fija para evitar cualquier tipo de volatilidad en los hogares. Nosotros luchamos contra la liberalización de estos mercados contra corriente, porque era muy progresista. Ahora tenemos los precios más bajos de la UE”.

El enfrentamiento con Bruselas tampoco ha hecho mella en la vocación europea del gobierno húngaro, que no se plantea la opción del ‘Huxit’, una salida de la UE: “Absolutamente no. Está en nuestra Constitución y siempre hemos sido parte de Europa. Estamos orgullosos de haber defendido con nuestra sangre y fuerzas Europa, protegiendo fielmente a Europa del Imperio Otomano. Fuimos invadidos y les expulsamos. Tras el colapso del comunismo pudimos unirnos a esta comunidad legalmente. Somos de Europa Central y nuestra mentalidad es europea. Soy europea porque soy húngara, si no fuera húngara no podría ser europea”.

Cabe pensar que, en realidad, todo el problema con Hungría es que ofrece una “alternativa” a la corriente liberal progresista dominante. “Hemos probado que en la práctica, en la realidad, puede haber una alternativa a las políticas liberales, que puede haber una democracia conservadora basada en la libertad cristiana que respeta a todo el mundo y que tiene éxito económicamente. Hemos probado que hay una alternativa proeuropea y conservadora a las políticas liberales. Y creo que el peligro que tenemos es que podemos ser un ejemplo para otros y ser contagiosos. El Partido Popular Europeo está en constante desafío porque está en una crisis de liderazgo, en España le ocurre lo mismo al PP, lo mismo pasa en Alemania o en Francia. No son leales a sus principios, ser un partido conservador y cristiano, pero sus votantes siguen ahí, no han desaparecido, pidiendo una representación política real. El Partido Popular se ha convertido en demasiado liberal para ellos. Hay una enorme necesidad de una verdadera plataforma o alianza de partidos conservadores, y esto llegará”.