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Hoy recuperamos para la verdadera historia de la Falange a uno de sus miembros más desconocidos a la par que interesantes, el aristócrata ruso Sergio Ponomareff el «Príncipe de Tulukitze».
Sergio cuando llegó a España en los años 30 ya conocía perfectamente lo que era luchar contra el comunismo soviético, ya que había combatido en la Primera Guerra Mundial en el Ejército del Zar, con el empleo de Alférez de Caballería en el frente de Riga, y luego con los rusos blancos, al mando del famoso General Piotr Wrangel, consiguiendo innumerables victorias ya como Capitán en la Guerra Civil Rusa contra el ejército bolchevique
El padre de Sergio fue asesinado por los comunistas, aunque su madre consiguió huir a Francia residiendo en París como otros muchos rusos antibolcheviques.
Con la debacle de los rusos blancos, Sergio logró refugiarse en Turquía y aunque llevaba 100.000 rublos se los cambiaron por el equivalente a solo 50 céntimos.
Desde Turquía pasó a Norteamérica, donde vivio un tiempo ganándose la vida como profesor de equitación, pero su espíritu aventurero le hizo viajar a España a principios de los años 30.
Ponomareff fijó su residencia en Barcelona y pronto se introduce en los ambientes antimarxistas, conoce a pistoleros de los sindicatos libres, pasa noches de juerga con exlegionarios, y en ese ambiente conoce a «Luys Santamarina», que en aquel entonces ya era un conocido intelectual y escritor militante de la Falange.
El propio Luys nos cuenta que conoció a Sergio en los albores de la Falange, entablando una primera conversación con el Príncipe Ruso en un cabaret del Barrio Chino barcelonés, en palabras del propio Luys «en un barrio non sancto».
A los pocos días, el Príncipe Ruso ya era uno de los primeros afiliados a la milicia de la Falange de Barcelona y aunque «sacudía como el primero, también pensaba».
Sergio desde ese momento se convirtió en un fiel escuadrista a las órdenes de Luys, al que «obedecía sin chistar».
Pronto formó parte de la escuadra que acompañaba a todos los lados al ya dirigente falangista Luys Santamarina. Sus fieles escuadristas, además del Príncipe Ruso, eran Enrique Ponce de León, un boxeador de origen cubano conocido como «El Topacio de Cienfuegos», Carlos Ferraro, tanguero argentino, los uruguayos anticomunistas Jesús Cardona y Perucho, a los que conoció Luys en la «Bodega Bohemia», el aspirante a torero Pepe Barcea «El Malagueño», y uno de los camaradas más rimbombantes, llamado Juan Francisco Pérez del Guairal, conocido como «Johny», un curioso personaje de supuesta ascendencia aristocrática que siempre iba impecablemente vestido y por la noche muchas veces con esmoquin, nadie sabía de dónde sacaba el dinero, pero la realidad es que Johny era prácticamente el pagador de las juergas de tan curiosa escuadra falangista, según el propio Luys, Johny «siempre estaba impaciente para acudir al olor de la pólvora».
Como ya explicamos en una anterior reseña, el círculo de camaradas más próximo a Luys Santamarina, y el propio Luys, no eran del gusto de las Jefaturas de la Falange catalana, no solo por sus correrías en los tugurios de la noche barcelonesa, sino porque además Luys Santamarina alardeaba y defendía un más que radical sentimiento «españolista», mientras los Jefes oficiales de la Falange en Barcelona, Roberto Bassas y José Rivas Seva apoyaban una Falange próxima al catalanismo moderado.
Para aclarar la postura de Santamarina y sus muchachos, consignar que a pesar de que conocía perfectamente la lengua catalana, nunca escribió en catalán.
Ponomareff fue de los pocos falangistas que en octubre del 34 se enfrentó con los separatistas catalanes y por su arrojo y valentía casi temeraria Luys le tenía en gran estima.
Cuando se iniciaron los preparativos para el alzamiento militar contra el Gobierno del Frente Popular de la República, el camarada Ponomareff propuso a Luys Santamarina traer a España un par de millares de rusos blancos antibolcheviques, que prácticamente mendigaban por las calles de París, y a pesar de que el desembolso económico no era muy elevado, pues los rusos zaristas poco pedían, les resultó imposible ejecutar el plan, pues a los derechistas a los que se les pidió el dinero «apretaron sus bolsillos».
El propio Luys, años después dejó escrito, que si aquellos burgueses catalanes hubieran entregado unas pocas miles de pesetas a la Falange, la ayuda de los rusos blancos antibolcheviques hubiera cambiado el resultado del alzamiento en Barcelona, y posiblemente hubiera sido solo un golpe de Estado ahorrándonos una cruenta Guerra Civil. En este punto, recordar que en Barcelona el 19 de julio se alzaron menos de cien falangistas.
Con el carnet nº 71 de la Falange de Barcelona, Ponomareff no pudo alzarse el 19 de julio pues se encontraba encarcelado hacía unos pocos días, permaneciendo en prisión hasta enero de 1937, momento en el que mediante una argucia diplomática consiguió la libertad y pudo pasar a Francia volviendo inmediatamente a San Sebastián.
Nada más llegar a zona nacional se presentó voluntario para combatir contra el comunismo y dada su acreditada experiencia militar previa, se le nombró Jefe de una Centuria de Falange, combatiendo en el frente de Teruel, donde recibió dos heridas en la lucha.
Logró acabar la guerra con vida, y fijó para siempre su residencia en España, país del cual decía «que era el mejor del mundo».
Cuando Alemania inicia la invasión de la Unión Soviética, Sergio, vía Irún, se traslada hasta París para unirse en la lucha antibolchevique al Ejército Alemán, solo lleva un traje desgastado y su veterana camisa azul.
Lo último que conocemos del antiguo Conde Zarista es que combatió contra el comunismo con el grado de Teniente Coronel, su vida o muerte en la II Guerra Mundial , o después, nos es totalmente desconocida.
En cualquier caso, en nuestra labor incansable de seguir escribiendo la verdadera historia de la Falange y de sus hombres y mujeres, hoy rescatamos para la historia la figura totalmente desconocida de un aristócrata de la Rusia zarista, que acabó luchando por la Falange junto con un pequeño grupo de aventureros pendencieros anticomunistas que arropaban y protegían al líder indiscutible de la milicia falangista catalana, al gran Luys Santamarina.
(Fotografía totalmente inédita del camarada Ponomareff, del Archivo de los Guardianes de la Memoria Azul)
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