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«El pie del grabado dice: “El cimarrón, sorprendido por los perros, se defiende de ellos como fiera acosada”.»

             Guillermo Cabrera Infante, Vista del amanecer en el trópico (Plaza & Janés, 1984, p. 27)

 

   Fugado del palenque del ingenio azucarero de los Hnos. Castro, hacendados gallegos de ultramar, como en la era negro-legendaria tantos cimarrones de la provincia (que no colonia) de Cuba —el último pasa por haber sido Esteban Montejo, cuya vida relatara en Biografía de un cimarrón Miguel Barnet—, Lázaro atravesó la mar océana y vino a resucitar a la libertad en la que fuera la “Madre Patria” (que no metrópoli de la leyenda negra) y, nacionalizado español, se cruzó un 12 de Octubre de 2022, en su Navarra de adopción (el viejo reyno que coronó la unidad de la España moderna), con una rehala de españoles renegados, perros de montería pro-castristas, hijos de perra atraillados por el nazionalsozialismo castrense y el dogal del separatismo castrante vascónico-vizcainita. ¿Por qué? ¿Por negro? Quiá. Si el internazionalismo no discrimina por color ni raza… ¡Por la bandera! ¿Por qué bandera? ¡Pues por la española que, como una pelerina, lucía sobre los hombros el negro que tenía el alma rojigualda, hombre liberal e hispano cabal!  Toreó el maestro a la jauría mandando con pases de muleta y salió ileso de aquel trance. 

   Pues mucho tiene que haberse crecido en el castigo de la vetero-dictadura comunista, haciendo de tripas corazón ante tanta Castro-enteritis, para que un toro zaíno de raza se dejase derribar por el acoso de una docena de mozos sinfermineros en tamaña encerrona (que no encierro) dándoles una lección de saber hacer manteniendo a raya a la cuadrilla de pastores (o poli-milicianos) abertzales, mientras el ¿respetable? (¿Navarra siempre p’adelante?) filmaba el lance o, desde la barrera, les afeaba su superioridad numérica.

                        ¿DELITO DE ODIO O PELILLOS A LA MAR (OCÉANA)?   

 

     “Odio.(…) Sentimiento violento de repulsión hacia alguien, acompañado de deseo de causarle o de que le ocurra daño.”

       María Moliner, Diccionario de uso del español II (Gredos, 1984, p. 550)

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   Ante tal agresión, a plena luz del día en la Plaza de la Navarrería de Pamplona y ante docenas de testigos, en un estado de derecho que no fuera rehén de la actual dictablanda narco-comunista filo-castrista, la fiscalía habría actuado ya de oficio ante tan manifiesta acción violenta, y en grupo (o manada) contra símbolos constitucionales, con agravante de racismo y xenofobia, con arreglo a la “ley de delitos de odio” que el gobierno social-globalitario (actuando de ofidio) ha conseguido colar en la caja de herramientas legales que permite al frente-populismo blindar sus tropelías con el colaboracionismo de todos los poderes (tres en uno) con el gobierno del tiranosaurus rex,“criogenizado de vótox”,  para dejar en la indefensión ante los perros de pre(n)sa casos que se ajustarían a derecho mediante un sofisma propagandístico que desestima ese presunto caso de delito de odio:

   No se ataca (y menos en Navarra) al español de origen cubano Lázaro Luis Pons Pérez  por ser extranjero (por tratarse de un cubano nacionalizado español); ni menos aún por su raza negra (se trata de un “fascista blanco en un cuerpo equivocado”, algo para lo que la tecno-ciencia globalitaria tiene fácil arreglo en su agenda 2030); ni mucho menos por ser portador de símbolos patrios (en todo caso, se trataría de falta de respeto a la enseña estatal por usarla a manera de toalla de boxeador y, en especial, por la provocación que conlleva exhibirla con el presunto fin de herir la sensibilidad nacional de los ciudadanos navarros que se sienten vascos en comunión con el constructo imaginario vascoicónico).

                      ¿BLACK IS NOT NEGRO O BLACK IS BELTZA?

                                                         Y

                     EL (OTRO) CASO DE LA MANADA O NI CASO

 

      “Para perseguir a indios fugitivos y negros cimarrones se inventó en la isla una soberbia máquina de rastreo y aniquilación: el sabueso asesino. Su fama se extendió por todo el territorio y bien pronto muchos fueron exportados al Sur de los Estados Unidos, donde eran conocidos como Cuban hounds.”

          Guillermo Cabrera Infante, Vista del amanecer en el trópico (p. 25)

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   Si en vísperas del pucherazo telemático que arrebataría a Trump la presidencia de los EE.UU, blindando el “triunfo” demócrata con la acusación de una intentona de golpe de estado por parte del partido conservador, un delincuente habitual (convicto y confeso de delitos de “violencia de género” entre otros), toxicómano y asmático, ¡y de raza negra!, murió asfixiado tras su detención a manos, rodilla en tierra (en cuello, quiero decir), de un agente supremacista blanco, convirtiéndose en mártir icónico del Black Lives Matter, ¿qué símbolo, siquiera fuese a escala colonial (en la colonia estadounidense de España), no propalaría ese Black Lives Matter subtitulado en español por (cagüen)SOS Racismo?

   Lástima que el pobre Lázaro ¿por alguna tara genética? no responda al ADN del negro blancófobo y filocomunista predeterminado por el supremacismo tecno-financiero ario que, mediante la estereotipificación de las especies minoritarias biodiversas protegidas, va anulando las mayorías democráticas fruto del caduco sistema electoral convencional.

     Con la milésima parte del presupuesto que destinó el gobierno frente-populachero a la producción (en Pamplona, sin ir más lejos) y propaganda del publirreportaje del más que turbio “caso de la manada” (seleccionada entre las docenas ¿o cientos? de manadas  descartadas en el casting por no acreditar un españolísimo elenco nativo) con el fin de ir conformando en la mente de la población nacional la ley de Violencia de Género ( y sus sucesivas secuelas: que si “no es no”, que si sólo (¿o solo?) sí es sí, que si no…) bastaba para propagar toda una temporada (con sus secuelas) del “caso de la manada del odio”.

¡Pero Lázaro no es black! Black is beltza (“Beltza, vete a tu país!”, le gritaban aquellos abeltzales,, digo abertzales), como le cantaría el vocero filocastrista Fermín Muguruza.

Autor

REDACCIÓN