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El lunes uno de julio de 1957, tras ochenta años de espera y olvido, Galicia veía colmadas sus aspiraciones y deseos con la inauguración por parte del Jefe del Estado, Generalísimo Franco del tramo de vía férrea de  Puebla de Sanabria a Orense, correspondiente a la línea férrea Madrid-La Coruña.  

La apertura de esa vía era sin duda vital y trascendental para la región gallega,  pues  acortaba considerablemente la distancia con Madrid, a la que se  uniría con rapidez y una gran mejora económica. Desde 1943, la participación y el interés del Ministerio de Obras Públicas, fue decisiva para  la terminación de este ferrocarril, que ahora al abrirse el último tramo de 171 kilómetros, se convertía en una palpable y feliz realidad.  

El Jefe del Estado, acompañado por su esposa Carmen Polo, llegaba a Puebla de Sanabria a las dos de la tarde, donde almorzaría.

Formaban el séquito del Caudillo el jefe de la casa Militar, teniente general Esteban-Infantes; segundos jefes de las casas Civil y Militar, señor Fuertes de Villavicencio y General Laviña, respectivamente, y ayudantes de servicio.

El Generalísimo y su esposa  fueron recibidos por los ministros de Obras Públicas, general Vigón y de Agricultura Cirilo Cánovas; subsecretario de Obras Públicas, señor Plana; director general de Ferrocarriles, Pascual Lorenzo Ochando; altas representaciones de la R.E.N.F.E. gobernadores civiles de Orense, La Coruña, Lugo, Pontevedra y Salamanca; primeras autoridades de las provincias de Zamora y Orense; obispos de Astorga y de Zamora;  Presidentes de las Diputaciones de Zamora y Orense; alcaldes de numerosos Ayuntamientos de las provincias de Zamora y Orense; conde de Vallellano; el escritor Wenceslao Fernández Flórez, así como otras autoridades y jerarquías, que acompañaría al Caudillo en el viaje inaugural. La estación del ferrocarril de Puebla de Sanabria se encontraba  profusamente adornada con banderas Nacionales, de Falange Española, Comunión Tradicionalista y escudos de España.

El recibimiento que se tributó al Caudillo fue extraordinario, con vítores y aclamaciones constantes y gritos de ¡Franco! ¡Franco!, ¡Franco! en el momento en que el Jefe del Estado y su esposa subían al coche-salón del tren especial que había de conducirles hasta la capital de Orense. Momentos antes el obispo de Astorga revestido de pontifical, bendijo el convoy.

El tren inició su marcha atravesando la línea de doble vía, que comprendía 106 túneles, entre ellos el del Padornelo, que tenía una longitud de seis kilómetros, así como numerosos viaductos y pasos a nivel.

En el recorrido el Caudillo, su esposa y autoridades pasaron por los pueblos de Pedralba, Requejo, Lubián, La Mezquita, Villavieja, La Gudiña, Viana del Bollo. Villarino de Couso, La Capilla, Cástrelo del Valle, Verin, Campo de Becerros. Lasa, Cerdedelo. Alberguería, Prado, Villar del Barrio, Baños de Molgas, Padornelo, Cantona. Taboadela, Orense y San Francisco. En todas ellas los vecinos, con las autoridades al frente, tributaron al Caudillo las más cálidas ovaciones y entusiásticos vítores. El tren presentaba un brillante aspecto. La máquina una “Santa Fe” movida por fuel-oíl, iba engalanada. Componían el convoy, la máquina, un furgón y siete coches metálicos de primera, un coche-restaurante y el coche-salón del Jefe del Estado.

Vecinos de la Puebla de Sanabria despiden con vítores al Caudillo de España con motivo de la inauguración de la line férrea Puebla de Sanabria-Orense.

Multitud de  pancartas aparecían en todas las estaciones. En algunas de ellas se leían frases como éstas: “La Mezquita agradecida al Generalísimo Franco por vital obra”;” Franco, los vecinos de La Gudiña, te agradecemos esta obra”; “Viana del Bollo agradecido a su Caudillo”;  “Los labradores de Vilarino de Couso, te agradecen esta ansiada reforma”. “Franco, los labradores de Castrelo del Valle, siempre a tus órdenes”: “Caudillo Franco,  Verín agradecido a tus órdenes”; “Vilar de Barrio con el Caudillo”, Las Portillas del Padornelo con el Caudillo de España”.   El tren se detuvo en todas las estaciones del trayecto. El Generalísimo Franco, asomado a la ventanilla del coche-salón, saludaba a las entusiásticas manifestaciones de los vecinos. Las autoridades, junto a bandas de música y grupos de gaitas y folklóricos de las comarcas respectivas, y el vecindario en masa, se encontraban en los andenes y en las proximidades de las estaciones. Estas aparecían profusamente engalanadas con banderas Nacionales, gallardetes y pancartas, con frases demostrativas del júbilo por la inauguración de la vía férrea y la bienvenida y saludo al Jefe del Estado.

Las autoridades locales presentaron sus respetos al Jefe del Estado, quien departió breves instantes desde la ventanilla del coche-salón con los alcaldes de casi todos los pueblos del recorrido.

El ten inaugural de la vía férrea Puebla de Sanabria-Orense inaugurada por el Caudillo de España el día 1 de julio de 1957.

La animación y la expectación en la ciudad de Orense era desde primeras horas de la mañana, extraordinaria. Una ingente multitud se apiñaba a lo largo del itinerario que había de recorrer la comitiva del Caudillo de España. Grupos folklóricos de Educación y Descanso de Pontevedra, Vigo y Lugo, así como varios de danzas de la Sección Femenina y de otras entidades de Orense y de otros puntos de Galicia, se concentraron en la alameda principal. Millares de personas de diferentes puntos de Orense y Galicia fueron llegando durante toda la tarde, de manera constante, en autobuses, trenes y otros medios de transporte. En numerosos puntos de la ciudad el público ostentaba pancartas alusivas  a la inauguración y de saludo y adhesión al Jefe del Estado. El disparo de cohetes fue incesante.

A la espera de la llegada del Jefe del Estado,  se encontraba el capitán general de la VIII Región Militar, teniente general Carlos Rubio, que llegó acompañado del gobernador militar de la provincia, general de Brigada José Pérez.

En el trayecto oficial por donde discurriría la comitiva donde viajaba el Caudillo de España, desde la Diputación Provincial al Puente Nuevo, cubrían carrera fuerzas del Regimiento de Infantería Zamora número 8, de guarnición en Orense, y del Murcia número 42 de guarnición en Vigo.

Además del capitán general de Galicia esperaban al Generalísimo el presidente de la diputación de Orense, José Rodríguez de Dios; alcalde de la ciudad, Domingo Saavedra; obispo de la diócesis doctor Ángel  Temiño con el cabildo catedralicio; presidente de la Audiencia, Francisco Marcos Rodríguez; fiscal jefe de la misma Jaime Bosch, así como otras autoridades y comisiones civiles y militares y representaciones de colegios profesionales.

Para rendir honores al Jefe del Estado, formaba en los andenes una compañía del Regimiento de Infantería Zamora número 8 con bandera y unidad de música.

Tras un recorrido de 159 Km, en el que invirtió  tres horas y media, el tren inaugural hizo su entrada en Orense a la siete y media de la tarde.

En una de las estaciones donde se detuvo el tren que inauguraba la línea férrea Puebla de Sanabria-Orense, miles de persona aclaman a Franco y a su esposa, que desde una ventanilla del coche-salón, saluda a la multitud.

Al descender del tren el Jefe del Estado escuchó el himno nacional. Tras ello fue saludado por el capitán general, en unión del cual, y mientras la banda de música  interpretaba una marcha militar, pasó revista  a la compañía  que le rindió honores de ordenanza.

Entre aclamaciones de los miles de orensanos que llenaban los andenes de la estación,  el Caudillo saludó a las autoridades civiles, militares y eclesiásticas, que le fueron presentadas por los gobernadores civil y militar de Orense.  La esposa del Caudillo fue obsequiada con sendos ramos, de flores, por las esposas de los gobernadores civil y militar, presidente de la Diputación y del alcalde.

Finalizados los saludos,  el Jefe del Estado  salió a la explanada exterior de la estación, siendo objeto de aclamaciones, vítores y gritos de ¡Franco! ¡Franco! por parte del numerosísimo público allí congregado, por las centurias del Frente de Juventudes, colegios, corporaciones, entidades y organizaciones sindicales de las comarcas de Carballino, Rivadavia y Maside y Orense

En coche descubierto el Generalísimo y su esposa, acompañados del alcalde de la ciudad,  se dirigieron, hacia la Alameda. En las aceras de  las calles, la  multitud que se apiñaba hizo objeto al Caudillo  de constantes aclamaciones y vítores. En la Alameda por parte del alcalde le fue presentada la corporación municipal en pleno.

Grupos folklóricos y bandas de música, interpretaron aires populares de una  manera constante, mientras se disparaban gran cantidad de cohetes y bombas de palenque

A pie, el Caudillo, seguido por las autoridades, y siempre entre las aclamaciones del público, se dirigió al edificio de la Diputación Provincial, pasando bajo un arco de triunfo erigido por el Ayuntamiento de la capital a la altura del palacio episcopal.

El Jefe del Estado saluda a las primeras autoridades de Orense.

En la puerta principal del palacio dé la Diputación Provincial el Caudillo fue recibido por el presidente de la Diputación y corporación provincial bajo mazas

Inmediatamente se dirigió  el Caudillo el salón del trono de la Diputación, donde se verificó el solemne acto de la imposición de la primera Medalla de Oro de la Provincia, al Generalísimo Franco.

Una vez  que el Jefe del Estado y su esposa ocuparon los sillones del trono, el gobernador civil de la provincia señor Albert Rodríguez,  pronunció el siguiente discurso: Miles de hombres y mujeres, auténticos trabajadores del campo de la provincia, han bajado de sus pueblos y han llenado los andenes de la estación del nuevo ferrocarril. Con ellos,  los hombres que construyeron este difícil camino de hierro, los que con su trabajo taladraron las montañas de Padornelo y el Corno, una en la que se halla el túnel más largo de España, otra, la que necesitó alardes técnicos dé primera magnitud. Orense, vibra  con la enorme fuerza cósmica de las tres generaciones que esperaron inútilmente cerca de cien años a que este ferrocarril se inauguraba y que ya se ha hecho. Pero hay que proclamar muy alto que han sido estos últimos quince años los verdaderamente, eficaces para que esta obra llenara la etapa más difícil: Puebla de Sanabria-Orense”.

“Las Hermandades Sindicales de Campesinos” — continuó —, “fuertes por el número y por su unidad, y que con esta nueva vía de comunicaciones verán revalorizados sus productos, las Cámaras de Comercio e Industria, los hombres integrados en el Movimiento Nacional, cuya visión política les hace saber que sólo la Revolución Nacional y un Caudillo podían convertir en realidad el proyecto durmiente en los estériles ministerios de la época liberal, están aquí, mi General, están, aquí los que lucharon a vuestras órdenes en la Cruzada, y  a su lado las juventudes, ansiosas de recoger la antorcha, a la que tienen derecho porque tienen fe en España.

Están aquí, en fin, cuantos representan actividad, trabajo, espíritu y servicio a España, y adhesión al Régimen y a su Caudillo, proclamando, una vez más que sólo la España nacida el 18 de julio de 1936 podría realizar la obra que hoy se inaugura.

Todas las autoridades de la provincia y Municipios, Consejo Provincial de la Falange, jerarquías del Movimiento, hombres y mujeres, estamos en este palacio de la Diputación para presenciar el acto ritual de que su presidente os ofrezca, en un emblema heráldico, la historia pasada, presente y futura de esta provincia de Orense.

Señor, que Dios os conceda muchos años para poder ostentarlo, y para la patria, que tanto os debe y tanto os necesita.” Tras su intervención el gobernador civil recibió una gran ovación.

El Caudillo de España junto al alcalde de Orense

Tras el gobernador Civil intervino el presidente de la Diputación Provincial José Rodríguez de Dios, tras haber sido leída el acta de concesión de la medalla por el secretario de-la corporación, que comenzó haciendo una referencia histórica de la provincia que — dijo —“ no ansía el oropel de la fama, no aspira a la gloria del aplauso, sino que trata por sus propios medios, de engrandecerse, que quiere contribuir al despertar de España y así levanta pueblos en los que se puede vivir, edifica escuelas en las que habrán de recibir adecuada educación nuestros hijos, organiza policlínicas rurales con una organización hospitalaria eficiente, abre carreteras y en fin, cumple el programa por vos señor, trazado. Celebramos hoy un gran acontecimiento que pasará a la historia como un hecho principal; la inauguración del  ferrocarril que proyectado hace ochenta años define una época y resuelve una aspiración provincial, ya que no es un afán turístico ni una simple mejora lo que se pone en juego: es la solución de tantos problemas como Orense tenía. Todo ello no es obra de la casualidad sino de la visión clara de una fortaleza de carácter, del tesón, de la fe puesta en un pueblo como habéis demostrado. Estamos aquí, intentamos rendir el mejor tributo de agradecimiento a quien hizo verdad lo que era ya quimera: nuestro ferrocarril: y decimos nuestro, porque la mayor parte de él atraviesa nuestras tierras y en él dejaron sus mejores años, y hasta sus mismas vidas, nuestros hombres de trabajo.

“Intentamos sintetizar”, dijo –finalmente el presidente de la Diputación- “en esta primera medalla que os ofrecemos, máximo galardón de esta provincia, creada en virtud de acuerdo de 27 de mayo último para premiar servicios extraordinarios a la patria y especialmente a Orense y nunca mejor que en vos concurrirán ambos merecimientos, nuestra lealtad inquebrantable, y así como ayer, sin morada y refugiados en la montaña no nos rendimos ante Almanzor, tampoco hoy os lo aseguramos, seremos vencidos por cuantos intenten arrancar de nuestro corazón, caldeado por nuestras burgas, el ideal de la verdadera España, la fe inspirada por nuestra Santa Cruz y la hermandad prodigada por vos a todo viento. ¡Arriba España!”

El discurso del presidente de la Diputación fue saludado con prolongados aplausos.

Por último, el Generalísimo, desde el balcón principal del Palacio se dirigió a la ingente multitud que se apiñaba a lo largo de toda la calle y pronuncio el siguiente discurso: “Orensanos, gallegos, españoles: Sean  mis primeras palabras de gratitud al recibir esta muestra de entusiasmo de vuestros corazones, que viene repitiéndose en todas las estaciones de la línea férrea, en todos estos pequeños y diminutos pueblos, que han abierto su corazón hoy a la ilusión.

Hemos venido a un acto de inauguración, que constituye una afirmación rotunda de la eficacia del Movimiento Nacional (una voz: ¡Gracias a ti, Franco! Grandes aplausos).

Vosotros sabéis que hace ochenta años, a constantes peticiones de los hombres de Galicia, se consiguió este ferrocarril directo que había de unir con Madrid a las provincias gallegas. ¡Ochenta años, señores, en un ferrocarril! ¡Ochenta años plenos de ilusiones y de desilusiones!

Bajo la Monarquía se proyectó este ferrocarril, se comenzó bajo la Dictadura, se suspendió y boicoteó durante la República y se realizó bajo nuestro régimen

El sueño se ha convertido en realidad que nadie puede discutir. Pero, ¿qué es un ferrocarril? Cuando el ferrocarril se concibió, era el único medio con el que poder competir con la carreta, y tras él se dirigían las ilusiones todas de los pueblos; unirse al ferrocarril, era renacer a la vida el único medio que permitía el transporte rápido de los productos y el poder viajar para admirar las bellezas naturales de las regiones alejadas Hoy, pasados ochenta años, el ferrocarril sigue sirviendo para transportar los productos allí donde hay una importante producción, una riqueza; donde existen grandes masas tiene que acudirse al ferrocarril. Pero los ferrocarriles y los transportes de España se nos vienen quedando chicos. Y al surgir nuevas riquezas mineras, industrias y mayores producciones, los viejos ferrocarriles no pueden ya con los productos todos de esta región. No bastaba ya el antiguo ferrocarril por León, y era indispensable salvar la industria de los años pasados, realizar el sueño de varias generaciones, y esta es la realidad que hoy vivimos: la puesta en servicio del ferrocarril más importante para el tráfico de la nación, que  no se interrumpirá ya hasta verle en breve llegar a Lo Coruña

Ya tenéis la vía diagonal de Galicia, de vuestras ilusiones, pero ¡cuántas como esta empresa nos esperan todavía! Porque recorriendo estas tierras, esta Galicia cenicienta, que tanto espera, nos encontramos esa cantidad de pueblos, con una vida mísera, muchas veces infrahumana, obligada a un subconsumo, en diferencia irritante con otras regiones más prósperas de nuestra nación y aún más con otras. Y para redimirnos de eso, para corregir esos males, para hacer que en todos los hogares españoles reine el sol y la alegría, que vuestros hijos, sean fuertes e ilustrados, es necesaria la continuidad  en el esfuerzo, la fe en la obra de redención, mantener la unidad de los hombres y entre las tierras de España, es necesario que el Movimiento que iniciamos el 18 de julio no pueda ni por nada ni por nadie ser interrumpido; hay que grabar en el ánimo de las generaciones futuras lo que ellas no conocieron, las vergüenzas de España, los abandonos de España, y que estos abandonos pudieron en estos veinte años ser corregidos en mucha parte, porque hubo unidad entre nosotros, porque existió una política digna de este nombre, porque con los partidos desaparecieron las divisiones y las partidas, porque abominamos de los politicastros y logreros, porque suprimimos la explotación política del hombre y  derribamos el viejo tinglado de la farsa política. Hemos vuelto la esperanza y la fe al pueblo y lo hemos llevado a intervenir en la vida pública, pero no a la antigua usanza de las democracias inorgánicas, con sus caciques y sus amaños  sino con la práctica de una democracia más sincera y directa, y en de los gobernadores civiles a los pueblos y las autoridades de todo orden a entablar diálogo con los españoles, escuchando sus necesidades y abriéndoles el cauce de sus organizaciones naturales: la familia, el municipio  y el sindicato, para conseguirla.

Nosotros no negamos la democracia, queremos la democracia real y  verdadera, y cuando los problemas son graves y trascendentes hemos establecido la consulta directa a la nación, como en aquel referéndum  que hace unos años hemos sometido a vuestro plebiscito, expresión de la democracia que tanto temen las llamadas democracias inorgánicas,

Pero para que esto subsista, para que todos los problemas de España puedan resolverse, es necesario que conservemos la unidad entre los hombres y los tierras de España, el mantener firmes los principios del Movimiento Nacional, que no constituya un partido político sino una comunión bajo los principios que nos son comunes, con el mejor espíritu de servicio  a los sagrados intereses de la Nación, Movimiento abierto a todos los españoles que de buena fe quieran servirlo. Que como sucede en la iglesia constituyamos esa minoría inasequible al desaliento que con verdadero espíritu de servicio se sacrifica por los demás. Seamos siempre nobles fieles y leales y unámonos todos en un solo camino, que es la grandeza de la Patria.

¡Arriba España!”

Una clamorosa salva de aplausos acogió las palabras del Caudillo, no cesando hasta que Francisco Franco abandonó el balcón.

Finalizado este acto, se sirvió un vino de honor, y el Caudillo  tras despedirse de todas las autoridades abandonó la capital orensana, recorriendo su comitiva varias calles, que estaban repletas de público y entre el que figuraban Hermandades de Labradores, Guardia de Franco. Vieja Guardia de Falange española, Ex Combatientes. Frente de Juventudes. Sección Femenina, tributándole una cariñosísima despedida hasta que el coche en el que viajaban el Caudillo de España y su esposa   abandonó Orense  en dirección a  Santiago de Compostela  adonde llegarían de riguroso incógnito, pernoctando en el Hostal de los Reyes Católicos de la ciudad compostelana.

PD: Seguiré escribiendo y manifestando  a los cuatro vientos la verdadera historia de la España de 1939 a 1975, un periodo de paz y desarrollo único, y cuyo régimen se legitimó históricamente, de la ley a la ley, con el referéndum de 1976, votado mayoritariamente por el pueblo español y por lo  cual  las cortes del franquismo dieron paso a la democracia, algo que ahora quieren perseguir,  con una ley chequista, malvada y bañada con la sangre de las víctimas del terror marxista, socialistas, comunistas, separatistas, amigos de los sanguinarios terroristas de ETA y demás enemigos de España, cercenando la libertad de los españoles a pensar, decir y recordar lo que salga de los mismísimos. Por lo tanto, sin miedo a nada ni a nadie ¡Viva Franco! ¡Arriba España!   

 

Autor

Carlos Fernández Barallobre
Carlos Fernández Barallobre
Nacido en La Coruña el 1 de abril de 1957. Cursó estudios de derecho, carrera que abandonó para dedicarse al mundo empresarial. Fue también director de una residencia Universitaria y durante varios años director de las actividades culturales y Deportivas del prestigioso centro educativo de La Coruña, Liceo. Fue Presidente del Sporting Club Casino de la Coruña y vicepresidente de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña. Apasionado de la historia, ha colaborado en diferentes medios escritos y radiofónicos. Proveniente de la Organización Juvenil Española, pasó luego a la Guardia de Franco.

En 1976 pasa a militar en Fuerza Nueva y es nombrado jefe Regional de Fuerza Joven de Galicia y Consejero Nacional. Está en posesión de la Orden del Mérito Militar de 1ª clase con distintivo blanco. Miembro de la Fundación Nacional Francisco Franco, es desde septiembre de 2017, el miembro de la Fundación Nacional Francisco Franco, encargado de guiar las visitas al Pazo de Meiras. Está en posesión del título de Caballero de Honor de dicha Fundación, a propuesta de la Junta directiva presidida por el general D. Juan Chicharro Ortega.

 
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