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El periodista y doctor en Historia, Manuel Aguilera Povedano, ha dedicado quince años a investigar uno de los capítulos menos conocido de la Guerra Civil (1936-1939): la Operación Schulmeister. El hecho ha sido expuesto en su libro «El oro de Mussolini. Cómo la República planeó vender parte de España al fascismo».
En 1937, el Gobierno de la República era sabedora de que iba perdiendo la guerra, un año después de haber empezado la contienda. En aquel momento, el Gobierno republicano activó la Operación Schulmeister con el objetivo de lograr la retirada de la ayuda de Hitler y Mussolini al bando nacional.
Parra ello, se planteó la cesión de territorios como las Baleares, Canarias o el Marruecos español. Dada la importancia del botín en juego, las grandes potencias desplegaron una estrategia diplomática con espías, empresas pantalla y testaferros para controlar el Mediterráneo occidental, donde Menorca ocupa una posición estratégica.
Mussolini llegó a mandar comprar la tercera finca en extensión de la isla para colonizarla y establecer una cabeza de puente para el futuro. En 1950 la exministra republicana Federica Montseny escribió respecto a esta operación: «Aún es demasiado pronto para escribir toda la historia».
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No solo eso. Los rojos, con Indalecio Prieto a la cabeza, intentaron ofrecer territorio español, la base de Ferrol, por ejemplo, en caso de hipotética victoria, si los ingleses entraban en guerra de su parte. Y menos mal que Churchill no era entonces PM británico, pues declaró ante innumerables periodistas y paisanos suyos por entonces que como inglés él hubiese deseado el triunfo rojo en España (esto es la definición de un protestante anglicano o inglés, esta es su fe y sus «valores»), es decir, el exterminio absoluto de más de la mitad de la población católica y la esclavitud de los subnormales que fueron engañados por los rojos después en holodomores perpetuos, purgas, terror inmisericorde, fusilamientos masivos, mentiras propagandísticas incesantes, etc. Y hoy resulta que hay innumerables «católicos» adoradores de Churchill…
Si el UK llega a entrar en guerra contra el bando nacional, ayudando a los rojos a exterminar a nuestros abuelos católicos y patriotas, lo que ocurrió en Polonia en septiembre de 1939, ya hubiese ocurrido en España con anterioridad. Ese era el gran objetivo de Stalin, que finalmente acabaría logrando en tierras polacas, enfrentar al Eje con UK, pero no con su ejército rojo (ni siquiera en Rumanía, Finlandia o los países bálticos), desviando de sí parte de la cruzada anticomunista que inició Hitler en Europa como Franco lo hizo en España.
Lo triste es que hoy, incluso los que dicen defender la memoria de Franco, son también rojos apóstatas aunque no lo quieran o no son plenamente conscientes de ello o no lo reconozcan, pues odian furiosamente a Hitler, aliado de los católicos, porque asumen como cierta la propaganda satánica embustera demo bolchevique de los seis millones de personas gaseadas y asesinadas en campos de concentración, sin tener en cuenta que sin Hitler, difícilmente España hubiese existido hoy, como la propia Iglesia Católica (y Franco bien que lo supo desde el primer día de la gloriosa sublevación católico militar). Y eso no va a misa, eso va al Día del Juicio Final, se pongan los papas, cardenales, obispos y falsos católicos como se pongan. La mentira tiene de recorrido lo que la vida miserable del mentiroso, aunque esté en inmensa mayoría. Aquí, Hitler, derramó la sangre de sus soldados porque España continuase siendo católica y unida, mientras que los de Stalin lo hicieron porque España fuera la sangrienta y chekista decimosexta república de terror soviético de la URSS. Y el que es desagradecido, no es bien nacido, sino imagen inequívoca del Iscariote, aunque no sienta arrepentimiento alguno, como ese pueblo de viñadores homicidas. Esos «católicos» que tanto hablan de «paz» (entre la estirpe de la mujer y la de la serpiente, entre el trigo y la cizaña), de «misericordia» (no hay inmisericordes más grandes que los rojos), de «perdón» (¿lo tienen ellos por Hitler, p. ej.?), de «reconciliación» (menos con la ultra extrema derecha, claro), etc., pero que solo honran a Dios con los labios, que viven instalados en la mentira, la hipocresía, la política, la diplomacia y que odian precisamente a quien ayudó a los católicos entonces a sobrevivir, generando nula confianza no ya entre ellos, sino entre los que deberían volver a la Iglesia o convertirse y, viendo esta deslealtad, se desaniman para disgusto enorme de Dios. Y es que la Verdad cuesta mucho defenderla…
Si los que hoy dicen defender la memoria de Franco, hubiesen opinado de Hitler lo que hoy libremente difunden por ahí, tan acorde con el juicio de este mundo, que Franco nada tuvo que ver con Hitler (del que asumen acriticamente toda la propaganda demo bolchevique de odio furioso), con mentira rabiosa e interesada, Hitler hubiese dejado que los rojos hubiesen exterminado a los españoles verdaderos y que España hubiese dejado de existir, pues si Hitler no hubiese intervenido en España, quien sí lo hubiese hecho es UK y Francia del judío Leon Blum. Franco jamás habló mal de su aliado alemán, reconociéndole siempre como aliado, nunca fue un Judas Iscariote que a toro pasado apuñalase a quien le ayudó desde julio de 1936 con bombarderos Heinkel 111, cazas Messerschmidt BF 109, cañones del 88, munición de fusil y ametralladora, ametralladoras, tanques Mark I y Mark II, obuses para artillería, soldados, técnicos, flota de superficie para vigilar los suministros de UK a los rojos de Vizcaya, bienes de equipo, moneda (pesetas emitidas desde Leipzig), etc. Franco elogió siempre la ayuda alemana enviada por Hitler, como buen católico y patriota que era, providencial caudillo para España. Bien se pudo decir que la Luftwaffe fue la aviación católica cruzada en 1936/1939, desde África hasta el desfile de la victoria en Madrid, pasando por Madrid en noviembre de 1936, Jarama, campaña de Vizcaya, Brunete (arrasando a la aviación soviética de los cielos), Asturias, Teruel, Aragón, Ebro, Cataluña y bombardeo de pan sobre Madrid en octubre de 1938 entre otras muchas misiones , aunque les moleste a los traidores mercaderes conservadores de derechas actuales, fieles siervos de la mentira (es decir, la política para ganar elecciones pasando por encima incluso de la memoria de nuestros difuntos), que ni una sola gota de sangre derramaron por España (ellos eran esa tercera «España» de la que habla Paul Preston, que no luchó, sino que huyó cobardemente mientras falangistas y requetés derramaban generosamente su sangre, hoy tan odiadísimos por casi todos en una España que no la conoce nadie en Cielo y tierra), pero que bien se beneficiaron de la victoria que la ultra extrema derecha, con nazis incluidos, obtuvo en 1 de abril del 39 para bien de la propia Iglesia Católica (Franco era miembro, como todo bautizado fiel) y de la propia España y su unidad. Esa miserable derecha valiente o cobarde que hoy reniega ya no de Hitler, sino del propio Franco y su ejército nacional que todo salvó para ellos. Maldita sea su sangre judía. Que paguen con el infierno como los rojos cuando Dios haga Justicia, pues ellos se lo han buscado y lo han querido.
Es un hecho histórico que Don Juan de Borbon estaba dispuesto a dar las Canarias a UK a cambio de que lo pusiesen de rey en Madrid. no sabia lo de Ferrol.