21/11/2024 11:54
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Es necesario insistir en que, a pesar de lo extenso y cruel que pueda parecer el largo listado previamente expuesto, éste sólo recoge actividades en el presente curso académico 2022-2023. Y no es más exhaustivo por no incurrir en maltrato, pero tengan la seguridad nuestros lectores de que si abriéramos el período de estudio tan sólo un par de años –de 2020 al 2022– la relación de insensateces sería poco menos que interminable.

Dicho lo anterior, debe entenderse que nada de lo indicado es casual o coyuntural. Ni mucho menos gracioso o divertido, como aquella “Antología del disparate” (1973) del profesor don Luis Díaz Jiménez que, al fin y al cabo, se limitaba a recoger barbaridades de alumnos aún corregibles. Aquí –conviene recordarlo– estamos hablando de la “formación” de maestros y profesores “adultos” encargados, a su vez, de formar a nuevas generaciones de jóvenes alumnos.

Todo este asunto de la “innovación” y la “formación” tiene un sentido, y la clave para entenderlo es analizarlo con perspectiva. Estamos ante un proyecto de ingeniería social a gran escala, perfectamente reconocible en las ideas con las que se nos bombardea sin descanso. Por ejemplo, cuando se insiste en la “transformación” como un concepto positivo en sí mismo, sin explicar jamás por qué y para qué. Y, por supuesto, cuando se alude a la “finalidad de la educación”, expresada en el citado “Congreso de Líderes Digitales” por la directora del Instituto de Educación Secundaria “Parque de Lisboa”, doña María Jesús Campos Fernández: “crear verdaderos ciudadanos europeos” (¡!).

Tales ideas impregnan también otras ofertas “formativas” como, por ejemplo, el programa Impulso06 –de este mismo año–, dirigido a desempleados y subvencionado con dinero público por la Consejería de Economía, Empleo y Competitividad la Comunidad de Madrid. Programa donde se incluyen cursos como: “Delegados de igualdad”[1] (60 horas); “Educación emocional y social”[2] (50 horas); “El conflicto en mediación”[3] (60 horas); “Maltrato de mujeres y menores”[4] (50 horas), o “Gestión de las emociones”[5] (“sólo” 16 horas), entre otros. Transcribimos aquí las palabras con que se invita a la inscripción en el último de los cursos citados en su propia web oficial: “Gracias a este curso breve lograrás entender y saber gestionar tus emociones y las de aquellos que te rodean a nivel personal y profesional. Este curso también te dará los conocimientos básicos en inteligencia emocional y cómo puede impactar trabajar este área en tu vida y en las relaciones con otras personas”. ¡Qué mimbres para un cesto!

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Por cierto, desengáñense los tibios, los ingenuos recalcitrantes y los mojigatos buenistas de todo pelaje, que aquí son cómplices todos, socialistas, comunistas, liberales y demócrata-cristianos. Pues si hasta la Conferencia Espiscopal incluye ya los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el logo de la Agenda 2030 en sus cursos de “formación” para su personal laboral –véase, por ejemplo: “Participación responsable y sostenibilidad en la clase de Religión”[6]–, más claro resulta que muchas de las presuntas diferencias ideológicas que les enfrentan son sólo ficciones alimentadas por las elites para mantener la sociedad dividida.

Volviendo al “Congreso de Líderes Digitales” que motivaba este artículo, cabe decir que, por descontando, sirvió a los asistentes para familiarizarse con términos y conceptos indispensables de la neolengua pedagógica, tales como: “presencialidad híbrida”, “procesos educomunicativos”, “algoritmizado”, “velocidad cuántica”, “ecosistema co-educativo”, “securizar”, o “modelaje” para referirse, en este último caso, a lo que en lenguaje normal venía siendo “dar ejemplo”. Aunque, por supuesto, se manejó un repertorio mucho más amplio: “contextos inmersivos”, “competencias conductuales”, “espacios colaborativos”, “escucha activa”, “gestión emocional”, “mediación”, “espacios para la inclusión”, “brecha digital”, “aulas del futuro”, “ecosistema digital”, “paisajes de aprendizaje”… Y se repitieron hasta la saciedad “palabros” ya clásicos de la hechicería pedagógica como “implementar”, “empoderar”, “problemática”, “empatía”, “transversal” o “sostenible”; importaciones lingüísticas obligadas en el vocabulario de todo docente innovador: “feedback”, “soft skills”, “wise workers”, “networking”, “Humanities”, “flipped classroom”, “blended learning”, “eTwinning”, “twin space”, “random”, etc. Sin olvidar esa afición enfermiza por los acrónimos, fundamental para distinguir a los sacerdotes e iniciados de la pobre chusma víctima de sus experimentos “educativos”. Véase: ABP (Aprendizaje Basado en Proyectos); “actividades STEAM” (Sciences, Technology, Arts and Mathematics); ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible); “alumnos TEA” (con Trastorno de Espectro Autista); CCP (Comisión de Coordinación Pedagógica); TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación); TAC (Tecnologías de Aprendizaje y Conocimiento); TEP (Tecnologías para el Empoderamiento y la Participación); TRIC (Tecnologías de la Relación, la Información y la Comunicación), etc.

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Y habrá quien seguirá creyendo que esta jerga sólo afecta a un círculo reducido de maestros y pedagogos, y que su alcance es limitado, pero lo grave es que toda esta papilla de inanidad y confusión, este festival de la estupidez y el desvarío ha impregnado ya a una gran parte del profesorado, ha contaminado los libros, y, por lo tanto, afecta a todas y cada una de las etapas y materias, desde las “Matemáticas” a la “Educación Plástica”, pasando por las “Ciencias Naturales”, la “Historia” y la “Lengua”.

Por otra parte, este simposio de “Líderes Digitales” mostró bien a las claras el interés de las grandes empresas tecnológicas en el ámbito educativo, palpable en la presencia de Google, Microsoft, Vodafone y Samsung en distintas “mesas redondas”, “talleres” y “experiencias”. Y la mayoría no le dará mayor trascendencia, quedándose en las bondades teóricas de una colaboración público-privada que no necesariamente ha de ser mala… Pero ¿acaso hay que explicar todavía que el registro de los alumnos y profesores en sus plataformas conduce inevitablemente a la cesión de derechos de privacidad y permite el acceso de dichas empresas a los datos de millones de ciudadanos?

El presupuesto de la Consejería de Educación, Universidades, Ciencia y Portavocía de la Comunidad de Madrid para el ejercicio 2022 fue de 5.730.037.907 euros. Al parecer, los presentes en el congreso estaban encantados de que una parte de este dinero se destinase a empaparlos en consignas ridículas en aras de una “transformación educativa”, porque “el futuro ya está aquí” y “como no puede ser de otra manera”, “ha venido para quedarse”.

[1] https://impulso06.com/cursos/delegado-de-igualdad

[2] https://impulso06.com/cursos/el-album-ilustrado-herramienta-clave-para-la-educacion-emocional-y-social/

[3] https://impulso06.com/cursos/el-conflicto-en-mediacion-tipologia-y-su-resolucion-adecuada/

[4] https://impulso06.com/cursos/maltrato-a-mujeres-y-menores/

[5] https://impulso06.com/cursos/gestion-de-las-emociones/

[6] https://innovacionyformacion.educa.madrid.org/node/94040

Autor

REDACCIÓN
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