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Durante las guerras civiles hispanoamericanas o de independencia, los aliados araucanos fueron los más leales y tenaces defensores de la Monarquía hispánica. Durante veinte años lucharon codo con codo para mantener las tierras que los españoles les habían respetado y garantizado, manteniendo la lucha aún después del derrumbe de los ejércitos del Rey.

Los españoles los denominaron araucanos y este nombre se popularizó en el poema de La Araucana, del poeta Alonso de Ercilla y Zúñiga. Habitaban antes de la llegada de los conquistadores un territorio desde los valles al norte de lo que hoy es la capital de Chile, Santiago, hasta el canal del Chacao donde comienzan las islas del Sur, el Archipiélago de Chiloé. Hoy, también conocidos como «mapuches», habitan en comunidades rurales en el centro sur de Chile y en menor medida en el sur de Argentina.

Bajo la denominación de araucanos, se engloban varios grupos étnicos que comparten o compartieron una lengua y cultura comunes. Según la clasificación de Alejandro Saavedra (2002) en orden geográfico de norte a sur dentro del territorio chileno tenemos: los picunches en la región centro norte, los mapuches en el centro sur, los huilliches en el sur y los cuno en la costa de la zona sur. Hoy el territorio de Chile se extiende en una franja de norte a sur de 4.300 km de longitud

Otros grupos como los pehuenches, que también se encontraban en el centro, pero más cerca de las nieves en la cordillera, tenían un origen étnico distinto de los araucanos, pero fueron asimilando su lengua y sus costumbres desde el siglo XVII.

Los diferentes grupos compartían rasgos culturales comunes, pero su distinta situación geográfica fue un factor determinante en la forma de como enfrentaron el encuentro con los conquistadores españoles. Su población total rondaba los 900.000 de habitantes, siendo el grupo mayoritario el mapuche instalado entre los ríos Itata y Tolten con casi 450.000 habitantes. Los picunches se calculan en 220.000 personas y los huilliches y cunos podrían alcanzar las 280.000 personas.

Si bien los araucanos, ochenta años antes  ya se habían enfrentado y resistido con éxito a los incas, no estaban preparados para resistir al poderío militar del imperio español. El límite sur del Imperio inca había llegado hasta el río Maule y llamaban a las poblaciones que no

 estaban sometidas a su Imperio  aucas o purun aucas que, en la lengua del inca, el quechua, significa enemigo, rebelde o salvaje.

Es el grupo picunche en la zona centro norte de Chile, el que se enfrentó primero a los españoles, pero después de ser derrotado, fue integrado en la sociedad hispana y luego fueron sus principales aliados. En cambio los grupos mapuche, huilliche y cuno, establecidos al sur de la frontera natural del río Biobío, no serían totalmente conquistados y mantendrían su autonomía hasta finales del siglo XIX.

La política de poblamiento hispana se basaba en la fundación de ciudades, de modo que en el avance hacia el sur desde Santiago, entre 1550 y 1558, los españoles fundaron las villas de Concepción (1550), La Imperial (1551), Villarrica (1552), Valdivia (1552), Los Confines de Angol (1553), Cañete (1558), Osorno (1558), Castro (1567) y los fuertes de Arauco (1552), Tucapel (1552) y Purén (1553). Deberían situarse una de la otra a una jornada de caballo, ya que su objetivo era mantener expedita la vía de comunicación con Santiago.

Aunque las tropas españolas consiguieron vencer la resistencia de las tribus indígenas y llegar hasta la Isla Grande de Chiloé, no lograron afianzar el dominio de estas tierras.

Estas tribus que habitaban la región, apenas dieron tregua y durante 50 años hostigaron y guerrearon a los españoles, en un territorio de aproximadamente 100.000 km², definido por una franja rectangular de menos de 500 km en su lado norte-sur y de menos de 200 km en su lado este oeste, entre el Océano Pacífico y la cordillera de los Andes. Limitaba al norte con el río Biobío y al sur con el río Tolten.

La situación se hizo dramática cuando el 22 de diciembre de 1598 ocurrió un levantamiento indígena que destruyó todas las ciudades y fuertes españoles al sur del río Biobío a excepción de Valdivia y Castro, y su gobernador murió emboscado en Curalaba. Esta rebelión se extendería por toda la región hasta el año de 1604.

El país, totalmente cubierto de bosques y surcado de ríos caudalosos, lagos y ciénagas, era muy difícil de franquear, “cada cosa de éstas por si sola se defiende”, dice Alonso González de Nájera en su obra: «Desengaño y reparo de la guerra del reino de Chile».

La historia de guerras y batallas desde los primeros encontronazos es interminable. Si a ello sumamos epidemias y desplazamientos de población, se produjo una crisis demográfica quedando reducida la población nativa en menos de cincuenta años, a un cuarto del total. Las pérdidas por el lado español tampoco fueron pocas. A pesar de ello, hubo muchos intentos de acordar la paz mediante reuniones que se llamaron parlamentos y que con el tiempo se convirtieron en una tradición de negociación y consenso.


Parlamento de Quilín 1641, de Alonso de Ovalle.

Pero no fue hasta pasado un siglo desde la primera conquista de Pedro de Valdivia, cuando el nuevo gobernador Francisco López de Zúñiga cabalgó hasta los llanos de Quilín en 1641, y se firmó una paz que se pensó iba a ser definitiva. El Rey de España por ese tratado, reconocía los límites y respetaba la vida independiente de la sociedad indígena.

Francisco López de Zúñiga estableció una política de parlamento, que tenía como meta establecer la paz sobre nuevas bases. Fue entonces cuando, se reconocerá al río Biobío como línea de demarcación entre dos mundos: el indígena al sur y el español al norte. Los indígenas por su parte se reconocían como nuevos vasallos del rey con el derecho a disfrutar libremente de sus tierras en la medida en que, aceptaban ser y comportarse como súbditos. Esto conllevaba una serie de obligaciones y suponía el cumplimiento de un cierto número de compromisos por parte de las comunidades que habían aceptado los términos del tratado.

Pero ello no impidió la gran rebelión de 1655 que fue el último estallido generalizado de violencia en la frontera. Desde entonces las relaciones entre españoles y araucanos se fueron desarrollando de manera más o menos cordial, alternando largos periodos de paz con otros de ataques de ámbito local a ciudades, fuertes o caravanas de españoles, por parte de caciques que desconocían los pactos establecidos `por otros líderes tribales. Esta inestabilidad bélica en la región debida principalmente a la fragmentación política de los araucanos dificultaba a las autoridades españolas un acuerdo de paz estable. 

En consecuencia, mientras en la región de la Araucanía habitada por los mapuches, entre el Biobío y el Toltén, se mantenía con notable vigor la vigencia de las costumbres tradicionales, tolerando apenas las penetraciones hispanas, los del sur del Toltén en la zona de Valdivia, grupos menores en número y poco cohesionados, admitieron la instalación de enclaves militares y misionales a partir de la segunda mitad del siglo XVII, configurando otro esquema sociocultural, similar al existente al norte del Biobío, que se caracterizaba por la creación de vías y medios de contacto entre el indígena y el español.

Los fuertes de las fronteras y las misiones jesuitas y franciscanas adyacentes permitían el desarrollo de una variada gama de relaciones económicas y de cooperación bélica. Los caciques de los grupos cercanos a estos establecimientos eran nombrados funcionarios oficiales de la corona, recibían bastón de mando en su calidad de gobernadores y cooperaban con los españoles en la guerra contra las tribus rebeldes, al tiempo que eran protegidos de las incursiones y “malones” de estos últimos. Eran denominados “indios amigos” y formaban tropas comandadas por capitanes.

Aparte de la región mapuche reconocida por los españoles, al otro lado de la cordillera de los Andes en lo que hoy es la Argentina, desde el año 1600 las tribus patagónicas (Tehuelches) mediante el uso del caballo habían ido ocupando gran parte del ámbito de la Pampa y Neuquén, y ello también coincide con el comienzo de la araucanización de casi todos estos pueblos. 

Después de más de un siglo de lucha encarnizada, la Corona de España había optado por la firma de tratados de paz, mediante los cuales concedía a la población indígena un territorio autónomo.

En este siglo XVII se celebraron muchos parlamentos, y en 1692, el que tuvo lugar en Yumbel, constituyó otra importante etapa en la instauración de este nuevo diagrama civilizador-asimilador.

A pesar de la  violencia que caracterizó el enfrentamiento inicial entre hispanos y araucanos, las relaciones entre ambos pueblos pronto derivó en una serie de flujos de intercambio comercial y contrabando, que caracterizaron la vida fronteriza en el Biobío.

El parlamento se convierte en una institución central de esta nueva política de regulación y obligación de una norma jurídico-política común. En todos ellos participa por la parte española la máxima autoridad del Reino de Chile,  su gobernador o capitán general. En total tuvieron lugar 46 parlamentos generales siendo los más importantes los de Quillín en 1641, Yumbel en 1692, Negrete en 1726, Tapihue en 1738 y 1774, Negrete en 1793, Las Canoas en 1793, Negrete en 1803 y Quillín en 1814. 

Así, en los parlamentos de Negrete (1726) y Tapihue (1738) se intenta regular y vigilar las relaciones económicas hispano-indígenas.

Un parlamento importante tuvo lugar en 1774 en Tapihue cerca de Yumbel, cuando las autoridades de la Monarquía  lograron un acuerdo de paz definitivo con los cacicazgos mas poderosos y representativos del mundo araucano durante el resto del periodo español. El rey de España les reconocía la soberanía compartida entre los ríos Biobío y Tolten.

El gobernador español Ambrosio O’Higgins (1788-1796), gran conocedor de la frontera y de los asuntos indígenas era partidario de abrir los espacios, y las vías de comunicación  y dejar libre y no restringir y vigilar el comercio hispano-indígena.


Ambrosio de O´Higgins

Durante el solemne parlamento de Negrete de 1793 negoció con los pehuenches de la cordillera el tránsito regular y masivo de caravanas españolas por los pasos de Antuco y Villacura en busca de la sal ultracordillerana y conversó con los caciques de la zona de Valdivia sobre la reconstrucción de la ciudad de Osorno.

Respecto al punto central de la soberanía y posesión de la tierra, el parlamento acordaba a imitación de lo anteriormente pactado, que el soberano nominal de la nación mapuche era el rey de España, pero se aclaraba que la posesión de la tierra era conservada por los habitantes nativos del territorio de la Araucanía.

La política de Ambrosio de O’Higgins tenía como meta la total homogeneización del espacio sociopolítico de la Araucanía. El aspecto más interesante y novedoso de sus gestiones en los asuntos indígenas y fronterizos es el énfasis que pone en la noción de libertad y su convicción de que la civilización de los indios será la consecuencia lógica de la eliminación de las trabas que obstaculizaban la comunicación entre ambos pueblos.


Parlamento de Negrete 1793.

La paz con la Corona española trajo enormes transformaciones en la sociedad indígena. De ser una sociedad de horticultores y agricultores se transformó en una sociedad ganadera.

Los indios asimilaron el uso del caballo y la cría de ganado bovino y ovino, llegando a convertirse en los principales proveedores de carne del mercado chileno. A cambio recibían artículos metálicos elaborados, aperos de montar, herramientas de trabajo, plata, harina, tabaco y alcohol.

En las Pampas del lado atlántico de la Cordillera de los Andes, se había multiplicado una masa gigantesca de animales vacunos y caballares en estado salvaje, cuyo tránsito los transformó en comerciantes. Arreaban miles de animales hasta las ferias que se habían establecido en la frontera del Biobío. Estos animales convertidos en carne seca, “charqui”, eran embarcados para abastecer los mercados del Pacífico y luego a la reciente California, la Polinesia francesa, Australia y el resto del Océano Pacífico. De este período “mercantil globalizado”, es la enorme y hermosa “platería araucana”, expresión de la riqueza que alcanzó esta sociedad indígena.

Hasta el momento en que surge el proceso de guerras civiles hispanoamericanas, la relación de los indígenas con la Corona española era frecuente a través de los funcionarios de la intendencia de Concepción. Hacia fines del siglo XVIII, el aumento de las relaciones mercantiles, con salvoconducto de autoridades y beneplácito de caciques, había promovido una serie de relaciones nuevas en el espacio fronterizo, con transporte de mercaderías de todos los tipos. 
De los medios de intercambio más importantes estaban los animales y cargas de mantas, los adornos de plata y coligues para lanzas que eran intercambiados con sus similares araucanos de las pampas argentinas por animales y sal. 

Los caciques estaban predispuestos a favor de los españoles y no hacían grandes distinciones entre españoles peninsulares o sus descendientes chilenos.

La paz obtenida en los parlamentos significó un período muy largo de autonomía de los araucanos o mapuches. 

Hasta varias décadas mas tarde, vivirán sin estar dominados a gobierno externo y se regirán por sus propias normas y leyes. Desde el siglo XVIII su territorio se había consolidado desde el río Biobío por el norte, hasta el río Tolten por el sur, cruzando la Cordillera  por las pampas argentinas de forma mas irregular.

La oligarquía independentista chilena de principios del siglo XIX solicitó al pueblo mapuche su ayuda para llevar a cabo la guerra contra la Corona, pero los líderes araucano-mapuches decidieron no aceptar, e incluso en la mayoría de los casos se unieron al bando de los defensores de esta, como forma de mantener su status-quo y la condición de pueblo con un territorio autónomo.

Así pues, durante las llamadas «guerras de independencia» de la América española, los defensores de la monarquía hispánica  contaron con el apoyo de la mayoría de los pueblos araucanos/mapuches y sus principales jefes.  Tales fueron por parte de los lafquenches, los caciques Huechulquir, Lincopi y Heuquemilla, por parte de los pehuenches los caciques Martín Toriano, Chuica y Juan Neculmán, por parte de los wenteches o arribanos los caciques Francisco Mariluán de Malleco, Juan Mangín Hueno y su hijo Quilapán, lo mismo que los grupos del área de Truftruf y los reches y boroanos.

Otros que mostraron una ferviente adhesión a la monarquía fueron: Pililo, Cheuquemilla de Arauco, Calfucura, Catrileo, Carrero, Calbuqueo, Ancamilla de Maquegua, Curiqueo, Pelacahuin y Pitrusquen de Villarrica. 

En el parlamento de Arauco de 3 de febrero de 1814 convocado por Gainza,  los arríbanos al mando del Toki Magñil, entregaron 6.000 Weichafes (guerreros) para socorrer a las fuerzas del Rey, contra los revolucionarios independentistas.

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Los indios costinos sobresalían por su adhesión a la causa de la monarquía, pero igualmente lo estaban los del valle central, entre ellos los pehuenches de la región de Los Ángeles animados por muchos caciques partidarios de los realistas. Hacia el sur, indiadas de la jurisdicción de Valdivia igualmente eran proclives a los representantes de la Corona española y a todos ellos les gustaban los ceremoniales y la costumbre de los parlamentos.

En 1817 los jefes mapuches mas importantes así como los nobles ofrecieron al rey de España todos sus medios para la lucha. Los jinetes Araucanos eran sumamente habilidosos y respetados, siempre combatieron con sus ropajes tradicionales, como lo hicieran los pueblos nativos europeos junto a los romanos. A todos sus nobles se les daban posiciones de oficiales en el ejército y vestían con el decoro propio de Europa. 

Especial significación tuvieron los Pehuenches, que combatieron a muerte en todo el territorio continental chileno y en la Patagonia argentina contra las fuerzas independentistas. Su lucha fue tan extensa que no fueron derrotados hasta el año 1832, tiempo para el cual, las batallas por la independencia como las de Ayacucho, Pichincha y Junín eran historia casi olvidada. 

Algunos caciques araucanos gozaban de un amplio dominio territorial. Uno de ellos, Francisco Mariluán, poseía una cultura sobresaliente por su estrecha amistad con los misioneros de Chillán y que, además, desde 1779 gozaba de un estipendio real. En los días de fiesta, de recepción o parlamento, vestía un traje de general, sombrero apuntado, casaca roja galoneada y pantalón.

Otro distinguido jefe fue Juan Mangin Huenu, que en la Araucanía poseía un gran prestigio como hombre de guerra, sabio y poseedor de riquezas en animales y objetos de plata, poseía once mujeres, una de ellas de origen español. Desconfiaba de las nuevas autoridades chilenas y nunca quiso tener parlamento con ellas. Le escribía sus comunicaciones un intérprete de confianza, que tenía encargo de guardar reserva absoluta sobre su contenido. Sus pocas simpatías hacia los chilenos provenía en realidad de una gran desconfianza, pues se hallaba persuadido de que tarde o temprano estos los invadirían para colonizarlos. Un primo de éste, Nahuelhuen, cacique de Temuco, fuerte y también hombre muy rico, dispuso igualmente de diversas tribus para su coalición con el ejercito real en contra de las fuerzas insurgentes.

En las faldas orientales de Nahuelbuta, desde Nacimiento hasta el Imperial, se escalonaban las comunidades más genuinamente araucanas en físico y en espíritu: hurañas dentro de sus comarcas pantanosas y rodeadas de cerros, no habían colgado jamás sus lanzas desde la conquista hasta la revolución de la independencia, para combatir a los que pretendían subyugarlos. Descollaban por su tradicional tenacidad los pureninos. Este elemento de guerra tan valioso para un aliado, se había puesto ahora del lado de los partidarios del rey, liderados por un famoso cacique de nombre Catrileo, muy común entre los indios.

Cronología:

1808. Captura del rey de España Fernando VII por las tropas napoleónicas. 

18 de septiembre de 1810. Previa destitución del representante del poder real, el gobernador de Chile García Carrasco, se establece la Junta Provisional Gubernativa del Reino a nombre de Fernando VII, erigida en defensa de la Monarquía española, aunque no contaba con la autorización del virrey del Perú, máxima autoridad en la región.


José Fernando de Abascal y Sousa.

1 de abril de 1811. Es fusilado por orden de la Junta, el militar español del ejército del Rey, Tomás de Figueroa y Caravaca que se había alzado, exigiendo la restitución del anterior gobernador de Chile. La Junta disuelve la Real Audiencia de Santiago.

24 de octubre de 1811.  Las autoridades insurgentes convocan un parlamento en Concepción, al que asisten solamente trece caciques; allí se les comunica a estos últimos por parte de la junta el cambio de gobierno y la solicitud de apoyo, pero solamente los caciques Colipí y Coñoepan de los abajinos y algunos lafkenches (costinos) se comprometen con las nuevas autoridades. Los pehuenchescostinosarribanos y boroanos  se manifiestan a favor de las autoridades legales de la Monarquía hispana.

16 diciembre 1812. Reacción del virrey del Perú José Fernando de Abascal y Sousa (1806-1816) que desaprueba el tratado de las juntas y envía al brigadier Antonio Pareja al sur, donde en la isla de Chiloé y en Valdivia recluta un ejército de 2.000 hombres (1.400 chilotes y 600 valdivianos).


Escuadrón araucano.

26-29 marzo 1813. El ejército Real del general Pareja procedente de Valdivia desembarca en Concepción.

15 de abril de 1813. Las tropas reales procedentes de Concepción entran en Chillán.

Abril de 1813. Durante su marcha al norte se incorporan a la causa realista parte de las guarniciones del Biobío y los guerreros de las tribus mapuches, con sus escuadrones de caballería araucanas (montoneras), aproximadamente mil hombres. El apoyo de la mayoría de estas tribus queda garantizado para la causa de la monarquía española, siendo celebrado por la tropas y oficiales de frontera que tenía contacto con las mismas.

30 de abril de 1813. Batalla de Yerbas Buenas con victoria del ejército Real del general Pareja y sus aliados.

Mayo de 1813. Los escuadrones de caballería araucana aparecen en el escenario bélico tradicional contra las tropas de los insurgentes, aunque inicialmente desarrollando escaramuzas de amedrentamiento y no de choque frontal.

Agosto de 1813.  El jefe de la división del ejército independentista que se encontraba más al sur, receloso de las fuerzas de los araucanos, pide refuerzos.

3-5 de agosto 1813. Sitio de Chillán por parte de un ejercito insurgente de 4.000 hombres que es rechazado, con victoria del ejército Real. 

16-17 octubre 1813. Batalla de El Roble con victoria de las fuerzas insurgentes.


Arauco siglo XVIII.

31 de enero de 1814. Desembarca en Arauco el general español Gabino Gainza, enviado por el virrey del Perú, acompañado de 800 hombres, de los cuales 200 pertenecen al regimiento real de Lima a los que se le suman 700 hombres procedentes de Chiloé.

3 de febrero de 1814. En un parlamento llevado a cabo en Chillán por el general español Gabino Gaínza, que llega a reunir 320 caciques y mocetones provenientes de la costa, incluidas algunas mujeres, los indígenas convienen que, si fuera necesario, siempre prestarán sus servicios armados y que dejarán paso franco sin problemas a las tropas del Rey por sus territorios. Gainza se compromete a respetar los acuerdos alcanzados en el pasado y la frontera del Biobío, por lo que pehuenches, wenteches (arribanos), boroanos y costinos, cuando fueran llamados a defender la causa realista se comprometen a movilizar a sus guerreros. Los wenteches aportarían seis mil, los abajinos tres mil y los pehuenches más de un millar.​ En su marcha al norte, el ejército Real incorpora ya algunas partidas se indígenas que consideraron podían serles útiles. 

3 de marzo 1814. Batalla de Talca con la toma de la ciudad por el ejército Real.

19 de marzo 1814. Batalla de Quilo sin vencedor.

20 de marzo 1814. Batalla de Membrillar con victoria del ejército insurgente mandado por Juan Mackenna O´Relley.

29 de marzo de 1814. Victoria del ejército Real de Angel Calvo en la Batalla de Cancha Rayada, cerca de Talca.


Mariano Osorio Pardo.

8 de abril batalla 1814. Batalla de Quechereguas sin vencedor.

3 de mayo de 1814. Independentistas y realistas cesan las hostilidades y el general Gainza firma el acuerdo de Lircay mediante el cual, Chile enviaría diputados a las Cortes españolas para sancionar la Constitución de 1812, se reconoce a Fernando VII, se mantiene el actual gobierno chileno y Gainza retiraría el ejercito de la región.

El virrey del Perú Fernando de Abascal y Sousa no reconoce el acuerdo de Lircay y nombra al general Mariano Osorio Pardo al frente de una fuerza expedicionaria con el objetivo de reconquistar la Gobernación de Chile. Es de notar que en ella figura el primer Cuerpo peninsular salido desde España, un batallón del Regimiento de Talavera. Hasta ese momento solo americanos han defendido la causa del rey.

12 de agosto de 1814. desembarco de Osorio en Talcauano 18 de agosto 1814. Osorio llega a Chillán.


Mujeres mapuches.

1 y 2 de octubre de 1814. Batalla de Rancagua con un triunfo absoluto de los ejércitos del Rey al mando del general Osorio contando esta vez con el apoyo decidido de los araucanos y la destrucción del ejército independentista de Bernardo O’Higgins que huye hacia Argentina. Los defensores de la Corona se ganan el apoyo definitivo de la mayoría de las tribus indígenas.

5 octubre 1814. El ejército Real entra en la ciudad de Santiago donde se vuelve a instaurar el régimen monárquico que permanecerá hasta 1817.

16 junio 1816. El gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata, acepta el plan de José de San Martín de  atravesar la cordillera de los Andes y atacar Chile.

30 septiembre 1816. San Martín busca la alianza con los indígenas y convoca un parlamento al que asisten 2.000 pehuenches, para obtener seguridad y guía para atravesar la cordillera, pero en su famoso cruce de los Andes solo lo acompañarán 200 indígenas.

Diciembre de 1816. El intendente de Concepción, coronel José Ordóñez, convoca un nuevo parlamento en Los Ángeles, que reúne un número extraordinario de concurrentes y al cual se le dota de grandes solemnidades, fiestas y celebraciones. Los caciques reiteran su adhesión al régimen monárquico restaurado.

En los dos próximo años, la ayuda inglesa en hombres y materiales va a ser decisiva para el desenlace de las guerras hispanoamericanas. Especialmente importantes son el papel de la Legión Británica en las campañas de Bolívar y el papel de la escuadra de Lord Cochrane en las campañas navales de Chile.

Enero 1817. El ejército de San Martín con más de 5.000 hombres cruza Los Andes desde el Río de la Plata

12 de febrero de 1817. El ejercito de José San Martín triunfa en Chacabuco sobre los ejércitos del Rey dirigidos por Rafael Maroto y dos días después entra en Santiago.

4 abril 1817. Batalla de Curapalihue sin vencedor.

mayo 1817.  Los insurgentes toman Arauco con fuerzas bajo el mando de Ramón Freire, plaza que era defendida por cerca de 200 hombres.

1817. Las tribus mapuches que habitan el territorio entre los ríos Cautín y Toltén que se habían mantenido relativamente al margen del conflicto, se unen a las fuerzas realistas, ayudando a su debilitada resistencia en la zona sur del Reino.  Posteriormente una parte de estas fuerzas emigrarán hacia la región pampeana argentina conformando la confederación boroana. 

En medio de estos acontecimientos, aparecieron, ya con fuerza, los escuadrones de José Antonio Pincheira, compuestos en su mayor parte por indios pehuenches, los cuales se creían desarticulados.

5 de mayo de 1817. Batalla del Cerro Gavilán con derrota del ejército Real

12 septiembre 1817. Escaramuza de un grupo de indios costinos del cacique Malil  contra tropas insurgentes en Tubull.

17 septiembre 1817. Ataque de 1.000 indios angolinos  de la costa a la plaza de Arauco.

26 de septiembre 1817. Escaramuza de 500 indios en Tubull contra fuerzas insurgentes dirigidas por Freire.

12-15 de octubre de 1817. Toma de Santa Juana por 2.000 indios costinos y angolinos y avance hasta Nacimiento

16-23 octubre de 1817. Escaramuzas en los Ángeles, San Carlos, Santa Bárbara y Tucapel entre araucanos y tropas insurgentes.

5 y 6 de diciembre de 1817. Asedio y batalla de Talcahuano, logrando el ejército Real al mando del general Ordóñez permanecer en la ciudad y derrotar a los insurgentes.

10 de enero de 1818. Desembarcan en Talcahuano los refuerzos procedentes de Lima, una fuerza expedicionaria de 3.276 hombres al mando del general Osorio, que lo hace por segunda vez, antes lo hizo en 1814.

12 de febrero de 1818. Aunque solo las provincias de Maule y Copiapó están libres del control de los ejércitos del Rey, los lideres independentistas declaran en Santiago la independencia de Chile a través del acta de independencia

1818. La guerra continúa, los ejércitos del Rey abandonan Concepción, se reúnen primero en Los Ángeles y luego se concentran en Valdivia. Los indígenas pehuenches liderados por Neculman, Coleto y Tricamán hostigan la zona cordillerana de Chillán.

15 de marzo de 1818. batalla de Quechereguas sin vencedor

19 de marzo 1818. El ejército Real de Osorio gana la batalla de Cancha Rayada a las fuerzas de San Martín.

5 de abril de 1818. Los ejércitos volvieron a chocar en Maipú, derrotando ahora las tropas independentistas de San Martín al ejército Real de Osorio. Este decisivo triunfo parecía que habría de empezar a cambiar las cosas, pero nada estaba concluido.

8 de septiembre de 1818. El ejército Real del general Osorio abandona Talcahuano.

28 octubre 1818. Escaramuza naval en Talcahuano. La escuadra anglo-chilena captura una fragata de la armada española.

1 enero 1819. En la batalla de Biobío es derrotado el ejército Real.

4 y 5 de enero. Ataque y asalto de los pehuenches a Chillán y Monte Blanco.

21 de febrero de 1819. Ataque de los costinos y llanitas a Talcamávida y los pehuenches a Antuco. Las tropas del coronel  Vicente Benavides y sus indios aliados toman Santa Juana.

23 de febrero 10 de marzo de 1819. Sitio de Los Ángeles por parte del ejército Real de Benavides y sus más de 1.000 indios aliados. 

En este período de la guerra, las acometidas de los hermanos Pincheira se desarrollan principalmente en la zona de Chillán y Parral hasta fines de 1822, cuando hacen sentir su presencia al norte del río Maule, particularmente gracias a la insurrección producida contra el gobierno de Santiago.​ 

12 días de abril 1819. Invasión en isla de Laja de 3.000 Huilliches, Pehuenches y Pampas al mando del cacique Chuica y el lenguaraz Pedro López

1 mayo 1819. Batalla de Curalí con la participación Benavides y más de 300 indios, sin vencedor.

18 de septiembre de 2019. Asalto de Arauco por jinetes pehuenches.

20 de septiembre 1819. Escaramuza en isla de Laja con Indios de Santa Fé. 

20 septiembre 1819. Batalla de Quilmo con derrota del ejército Real.

1 noviembre 1819. Batalla de Tritalco con victoria del ejército Real y sus aliados Lizondo y Bocardo.

19 de noviembre 1819: batalla de Hualqui con victoria independentista.

6 de diciembre 1819. Batalla en Pileo y Talcamávida con victoria del ejército Real de Benavides y 350 indios. 

10 diciembre 1819. Batalla de Yumbel y el Avellano con victoria de los independentistas sobre el ejército Real y sus aliados arribanos de Mariluán y  Bocardo.

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29 diciembre 1819. Batalla de San Pedro sin vencedor. Asalto al fuerte del ejército Real de Benavides con 700 hombres y más de 400 indios costinos.

3-4 febrero 1820: El marino británico Thomas Cochrane toma Valdivia para los independentistas.

5 de febrero 1820. Fuerzas independentistas toman Osorno.

Febrero de 1820. Un hervidero de guerrillas aparece por todas partes en las jurisdicciones de Chillán, Yumbel, Concepción y Los Ángeles. Las acciones se desarrollan durante todo el año sin un balance definitivo a favor de uno de los dos bandos en disputa. 


Castillo de San Miguel de Agüi, Chiloé.

En esta nueva etapa de la guerra que se extendió hasta 1827, los españoles se instalaron en la Araucanía encontrando poderosos aliados en los caciques de la zona. La política del gobierno chileno para con la población indígena seguía siendo ambigua. Los hermanos Pincheira saquean con éxito Chillán.

13 de febrero de 1820. La escuadra chilena al mando del inglés Thomas Cochrane se presenta frente al fuerte de Agüi, que defendía la entrada al canal de Chacao. Un batallón de chiloenses se lo impidió, y los chilenos tuvieron que retirarse con muchas bajas.

Mayo 1820. El coronel José Vicente Benavides del ejército Real toma Talcahuano.

Julio de 1820. Las fuerzas del Rey, con apoyo desde Lima se preparan para enfrentamientos mayores, más organizados y decididos. A mediados de septiembre, comienzan los preparativos en sus campamentos. 

22 de septiembre 1820. Batalla del Pangal con victoria del ejército Real al mando del coronel Juan Manuel Picó al norte de La Laja, apoyado por los indios de Bocardo contra un ejército insurgente dirigido por el militar británico Carlos O´Carroll.

26 septiembre 1820. Batalla de Tarpellanca con victoria el ejército Real de Benavides con mas de 2.400 hombres de los cuales 1.700 eran indios. 

Finales de septiembre 1820. Fuerte y muy sangrienta derrota de los independentistas en Yumbel y en los días siguientes en las cercanías de Los Ángeles. La derrota tiene altos signos de tragedia por las capturas de niños y mujeres por parte de los araucanos.

26 de septiembre de 1820. Retirada de los independentistas desde la ciudad de Concepción y su fortificación en Talcahuano pensando en que debía protegerse la frontera en la línea del Maule.

2 de octubre de 1820: Toma del ejército Real de la ciudad de Concepción. El coronel Benavides agrega a su grado de Comandante en jefe, el nombramiento de Intendente de Concepción. Hasta fines de ese año, la Araucanía volvió a ser dominada por las lanzas de los indios leales a los ejércitos del rey, y en sectores costeros por pehuenches de ambos lados de la cordillera.

25 noviembre 1820. Batalla de las Vegas de Talcahuano con derrota de los ejércitos del Rey y sus aliados, al mando de Benavides con 1.100 soldados y 700 indios.

27 noviembre 1820. Batalla de la Alameda de Concepción con victoria de las fuerzas independentistas. Derrota de Benavides y sus Indios aliados.

12-24 de diciembre 1820. Combates y refriegas alrededor del río de Chillán entre el coronel Juan Manuel Picó y sus aliados, Bocardo y Zapata, contra el ejército independentista de Prieto y Freire. 

28 de diciembre de 1820. Desde la misma Concepción, el coronel del ejército Real Vicente Benavides continúa resistiendo, y agrega a sus acciones toda una actividad de guerrillas que le permite contar con algunos recursos.

Durante este año se produce la emigración de numerosos grupos de indígenas desde la Araucanía hacia el actual territorio argentino, en el marco de la llamada «guerra a muerte» entre independentistas y el ejercito real y sus aliados en el sur de Chile. En el siguiente año aparecerán algunos grupos de indios en alianza con los independentistas.

12 de enero de 1821. Combate entre indios aliados de los independentistas Lumaco Venancio, Lempi y Peñoleo se enfrentan con los aliados del ejército Real, los costinos y las fuerzas de Mariluán, Mañil, Carrero y Catrileo 

julio de 1821. Benavides ordena el alistamiento en masa de los hombres en la Araucanía, emite vales o papel moneda de curso forzoso, y refuerza su autoridad militar y civil extendiéndola a lo religioso.

Las huestes de Mariluán, Mangin y del cacique Coliman de Quilapalo se muestran tenaces en sus posiciones y muy claramente los pehuenches, aliados de los Pincheira. Durante todo 1821, los encuentros entre independentistas y realistas no cejan.

9 octubre 1821. Batalla de Vegas de Saldías con la derrota del ejército Real de Benavides. 

25 de noviembre de 1821. En Gualiguayco, el coronel Picó con la indiada de Mariluán, establecen combate contra 600 guerreros de Venancio, Peñoleo y Lempí. 

24 y 25 de diciembre de 1821. En Lebu la Indiada de Coihuepan y Peñoleo tienen una escaramuza con el coronel Picó y su aliado Bocardo, sostenidos por Mariluán.

30 de enero de 1822. Es detenido por las fuerzas independentistas el coronel Benavides y fusilado el día 23 de febrero en la plaza de Armas de Santiago. Los supervivientes de sus fuerzas continúan luchando  y lanzan sus ataques en plena frontera entre los ríos Cachapoal y Bio Bio.

28 de enero de 1823. Renuncia de Bernardo O’Higgins en al cargo de director supremo del gobierno de Chile.

1823. Los hermanos Pincheira saquean con éxito Linares.

octubre 1823. Los seis Hermanos Pincheira (cuatro hombres y dos mujeres) se trasladan al sur rioplatense. 

1824. los arribanos que se sitúan en el centro de un vasto territorio y han estado libres de una presión armada permanente, mantienen su autonomía territorial fortaleciendo sus tribus y surgiendo fuertes grupos familiares que, acostumbrados a luchas intestinas y con sus adversarios, llegan a constituir desde el periodo de la independencia hasta la total pacificación de la Araucanía, el baluarte de la resistencia. Estos arribanos, con Manguin a la cabeza, siguen dominando en 1824 a los indios subandinos del lado oriental del Cautín y mantienen relaciones amistosas con los pehuenches y los araucanos de las pampas, aunque por el oeste se ven frenados por las fuerzas independentistas y particularmente por Colipí, enemigo de su líder.

Los hermanos Pincheira atacan con éxito San Fernando, Curicó y San Carlos.

22 de marzo-1 de abril de 1824. Ramón Freire, con cinco buques de guerra y cuatro transportes, y una fuerza de desembarco de 2.149 hombres comandados por los franceses Beauchef, Rondizzoni y Tupper , sin incluir la dotación naval desembarcó en Chacao. En el paraje de Mocopulli, en la zona de Dalcahue, se impusieron los chiloenses al servicio del Rey de España, solo con 291 hombres, y la escuadra tuvo que retirarse.

1 de enero de 1825. El jefe indígena aliado del ejército Real, Mariluán, acepta verificar una junta con los independentistas chilenos en las inmediaciones de Yumbel. El parlamento se verifica con las solemnidades de estilo: hay discursos, cambio de banderas entre los jefes y promesas recíprocas de buena amistad.
Mariluán se compromete a suspender las hostilidades, a aceptar el nuevo sistema de gobierno y favorecer la tranquilidad del territorio mientras que el representante chileno reconoció a los naturales los mismos derechos de que gozaban todos los ciudadanos de la república. 

Con ello, los últimos focos de resistencia se reducen al territorio pehuenche en donde los Pincheira han establecido su campamento, acrecentado con un nuevo, pero muy corto fenómeno, el de desertores y amotinados del ejército. El más peligroso de esos motines, el 2 de enero de 1825, es el de los cazadores en Chillán, días más tarde, el 16, se subleva la infantería de Yumbel, y parte de estos hombres se integran en los Pincheira.

En 1825. Los hermanos Pincheira empiezan a realizar saqueos entre otros en Parral (1825), y también al este de los Andes, principalmente Cuyo, aunque continúan operando en Chile.​ Luego de una exitosa ofensiva del ejército chileno a principios de 1827, se limitan durante dos años a atacar las provincias rioplatenses.

13 enero 1826.  Batallas de Pudeto y Bellavista y caída del último reducto del ejército Real en Chiloé.

1826. Más de 1.000 hombres de los hermanos Pincheira se ven forzados a buscar refugio en el actual Neuquén junto a 1.500 lanceros pehuenches.

1827. Las guerrillas realistas de José Antonio Pincheira y sus aliados pehuenches atacan el fuerte de Carmen de Patagones (Argentina) e izan la bandera española.

22 de abril de 1827. El capitán de caballería del ejército Real, Miguel de Senosiain, acompañado de uno de sus aliados  araucanos mas relevantes, Mariluán, se presenta en Chillán y firma el acta final de capitulación. Regresa a España y se reincorpora al ejército llegando a general. Con la caída del último jefe español, los aliados araucanos sufren un duro golpe, dejando las armas la mayoría de las tribus.

Quedan todavía en contienda los hermanos Pincheira, que en alianza con varias tribus mapuches continúan la lucha contra los nacientes Estados de Chile y Argentina. Logran dominar un territorio que se extiende por la precordillera chilena, el sur de la provincia de Mendoza y las cuencas de los ríos Neuquén y Colorado. El cacique arribano Maguín Hueno les presta su ayuda en 1829 junto a los borogas y pehuenches en varias incursiones a ambos lados de los Andes.

Finalmente solos y aislados, deciden moverse con todas sus tropas y la población civil que los seguía al este de la cordillera de los Andes. Con un ejército de más de 2.000 hombres útiles para el combate, formados por todo tipo de gentes de diferente condición, consiguen establecer una especie de comunidad perfectamente organizada en que los Pincheira son la máxima autoridad organizándose el mando de mayor a menor en cuanto a la edad de los hermanos.

Se podría decir que son una población mestiza asentada en un ámbito mas bien indígena, en donde se mantienen formas y tradiciones tanto españolas como araucanas perfectamente entremezcladas. La toma de ganado y el pago de los rescates de secuestros de personas vinculadas a los nuevos gobernantes, es la principal fuente de financiación de la comunidad, así como de las obras sociales con las que se ganan el apoyo de indios y pueblo llano.

Su base se encuentra en los valles de Varvarco, un punto estratégico entre Argentina y Chile, donde dictan leyes y normas en nombre de la autoridad del Rey. Hasta el final usaron la cruz de Borgoña como estandarte. 

14 de enero de 1832. El ejército chileno los aniquila finalmente en una emboscada, en la batalla de las lagunas de Epulafquen. 

24 de abril de 1844.  España reconoce a Chile


Araucanos por Giulio_Ferrario’s. Milán 1827.

Epílogo

Durante más de tres siglos, los araucanos/mapuches pudieron mantener una soberanía relativa en la mayor parte del territorio que habitaban. Fue generalmente respetada por los reyes españoles, pese a incursiones y escaramuzas mutuas. 

Su alianza final con los defensores de la Corona de España, tuvo toda la lógica del momento. Estaban cómodos y las promesas de mejoras de los revolucionarios no les fueron suficientemente creíbles.

Detectaron que la idea de nación que tenían los que se titulaban nuevos gobernantes, no toleraba la diversidad dentro de sus fronteras. Así era, desde el principio, los criollos se mostraron poco proclives a renunciar a su dominio sobre las otras etnias en nombre de la igualdad. Así fue en toda la América española, pues los territorios de los pueblos aborígenes que sí se habían beneficiado de protección y derechos durante la Monarquía hispánica, iban a recibir un golpe fatal y definitivo por los ideólogos independentistas, apoyados cuando tuvieron la ocasión, en su brazo armado.

La asimilación por decreto de la población indígena a la población chilena fue impracticable en el sur del territorio. La extinción de las fuerzas leales al rey de España llevó a que los mapuches aceptaran las paces con los nuevos gobernantes, pero no se sometieron a su ejército. 

Las guerras de independencia hispanoamericanas fueron autenticas guerras civiles. El enfrentamiento no fue entre americanos autóctonos y españoles, sino de carácter ideológico y regional; hubo muchos peninsulares que combatieron por la independencia en beneficio de su ideología liberal, sin excluir en muchos de ellos su pertenencia masónica,​ y en el bando realista sus ejércitos no eran tropas foráneas españolas sino mayoritariamente americanas.

El viajero Edmond Smith, se entrevistó a mediados del siglo XIX con el lonko Magñil Wenu, a través del cual éste podrá apreciar el sentimiento que existirá por parte de los mapuches hacia los españoles:
Es curioso que los indios guarden un cariño por los españoles que no lo tienen por los chilenos. Ellos desean que vuelvan aquellos días del poder de los virreyes, cuando la voluntad del monarca se daba a conocer por medio de parlamentos, en los cuales se recibía a los caciques con música, banderas, regalos y otras atenciones destinadas a conquistar su buena voluntad. Bajo la República se ha seguido una política distinta; los indios son tratados con un desprecio apenas disimulado, y ellos no dejan de sentir la diferencia»

Finalizo con un fragmento de la carta a España, de un periodista mapuche que asistió en Madrid en el año 2009 a un foro sobre la lucha indí­gena en América Latina:

«Lo acontecido con mi pueblo bastante poca relación tiene con el bendito 12 de Octubre. Muy poco que ver con la Corona y si mucho con las Repúblicas. Muy poco que ver con los españoles y sí­ mucho con la historia no contada de los pueblos chileno y argentino. Dejemos por tanto descansar en paz a Cristóbal Colón, Francisco Pizarro y el crédito local, Pedrito de Valdivia. Pocos saben, y básicamente porque a nadie se le enseña en la escuela, que los mapuches casi nada perdimos con España. Hasta podrí­a decir que ganamos. Sí­, ganamos el arte de la caballerí­a, los textiles, la platerí­a y una lengua castellana casi tan hermosa como la nuestra. Es cierto, se trató en los inicios de una guerra. De una cruenta y dolorosa guerra de anexión colonial. Pero la muerte de tres Gobernadores al sur del Biobí­o fueron más que suficientes. Sobrevino entonces la diplomacia de las armas y con ella florecieron en La Frontera el comercio, las artes, la ciencia y la Polí­tica. Así­ como lo lee, la Polí­tica, con mayúscula, que aquello eran precisamente los Parlamentos».

Fuente: La América española

 

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