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El pasado sábado participé en la conferencia “Esa Europa que queremos”, organizada por el partido AUR en el Parlamento de Rumanía. En los próximos días escribiré sobre todo lo que aconteció allí, pero antes os dejo mi presentación, titulada: “Reconquistar el discurso de la verdadera Europa”.
Muchas gracias por la invitación y por el honor de participar en esta conferencia. Mi campo no es el de la política, aunque realmente todo es política, sino el de la batalla en los medios de comunicación y la cultura, sobre todo la historia. Es decir, de lo que llaman batalla cultural y de la importancia de reconquistar el discurso de la verdadera Europa.
¿Por qué hablo de reconquistar? Hay dos razones. En primer lugar porque soy español y la palabra Reconquista tiene un significado muy importante para mí. Para los españoles, como para nuestros hermanos portugueses, la Reconquista es una parte fundamental de nuestra historia e identidad porque la lucha contra el invasor musulmán, una lucha de siglos contra el Islam, nos definió como naciones cristianas. Por supuesto, hubo otras reconquistas posteriores en otras partes de Europa, como aquí en Rumanía, o en Serbia, contra los otomanos. Y viendo lo que está pasando en nuestras fronteras y en muchos barrios europeos, esta palabra vuelve a tener más vigencia que nunca.
En segundo lugar, hablo de reconquista porque hemos perdido la narrativa, el relato de los hechos, ante la izquierda woke y lo políticamente correcto, y ahora estamos obligados a recuperarla. El no haber peleado el relato nos ha llevado a la situación en la que nos encontramos en la actualidad. Porque al final, no importa que un gobierno conservador haga bien las cosas en materia económica, reduzca el desempleo o consiga una mayor estabilidad, si no se hace frente al discurso dominante, si no se lleva a cabo una batalla cultural en todos los campos, los conservadores seremos derrotados. Porque si no te presentas en el campo de batalla, sea el que sea, el enemigo ganará y aprovechará al máximo su victoria. Desgraciadamente, muchos supuestos conservadores no han dado esa batalla y se han convertido en colaboradores necesarios de nuestra decadencia. Como decía Chesterton: La izquierda existe para cometer errores y la derecha existe para evitar que esos errores se corrijan.
La realidad es que si no se derrota el discurso, si no se desmonta pieza a pieza la ideología de la izquierda, la mera victoria electoral es sólo un triunfo a medias. No podemos confiarnos y creer que no es posible que la gente normal asuma esta ideología woke, el feminismo radical o los 120 géneros del LGTBQ etc. En las midterms de la semana pasada una mujer sujetaba una pancarta que decía: “Vota a los republicanos, puede que no sean perfectos, pero los del otro lado están locos”. Toda la razón, pero aún así millones de personas, incluso personas muertas como vimos en las elecciones presidenciales, han votado por los Demócratas. En tres estados se ha aprobado el aborto hasta el día antes del parto, no sólo están locos, también son criminales.
Esto sería inconcebible en una sociedad sana y normal, en una Europa heredera de Roma y Grecia y del Cristianismo, pero nuestras sociedades se alejan cada vez más de sus orígenes. Pensemos en la bandera de la UE, cuyo creador, Arsène Heitz aseguró que: “Inspirado por Dios, tuve la idea de hacer una bandera azul sobre la que destacaban las doce estrellas de la Inmaculada Concepción”. ¿Y qué valores promueve hoy la Unión Europea? Aborto, inmigración masiva, LGBT… ¿Qué tiene esto que ver con la verdadera Europa? Nada. Pero eso no importa, hay que cumplir una Agenda y para ello se está dirigiendo a la sociedad a una situación en la que el sentido común es el menos común de los sentidos, e incluso se puede convertir en un delito. Una sociedad bombardeada con el mensaje de lo políticamente correcto por todas partes: series de televisión, películas, libros, música, medios de comunicación…
Por tanto, es necesario combatir todo esto empezando por la base, por la sociedad civil. Un concepto muy usado por la izquierda y los medios para presionar a los gobiernos conservadores a cumplir su agenda. Una “sociedad civil” formada por ONG que reciben subvenciones millonarias de las mismas fundaciones y cuya influencia es cada vez mayor, como vimos en el caso de Frontex. Un buen ejemplo lo constituye la Huelga Nacional de Mujeres de Marta Lempart, un grupo feminista y proaborto radical que se dedicaba a hacer pintadas y lanzar huevos a políticos. En un año Lempart se codeaba con Macron y daba conferencias de la mano de la Open Society y era portada de medios de comunicación de toda Europa. A raíz de la sentencia del Tribunal Supremo polaco contra el aborto eugenésico, sus activistas asaltaron las iglesias durante la Santa Misa con banderas LGBT y consignas proaborto. Nadie habría creído que esto fuera posible, pero lo fue, con el apoyo de la oposición liberal, los fondos de la Open Society y la bendición de los grandes medios de comunicación. No se puede despreciar el peligro que representan estas ONG y por eso es fundamental apoyar a las organizaciones de la sociedad civil, con valores patrióticos y conservadores, en todos los ámbitos, desde la defensa de la vida y la familia, a la tradición y al ámbito de la justicia, para que el discurso globalista tenga siempre una respuesta desde la sociedad.
Por supuesto, también en el mundo del trabajo, en la representación de los trabajadores, como, por ejemplo, se hace en Italia desde hace años, y como se esta empezando a hacer en España y Portugal con el sindicato Solidaridad, llamado así en honor al sindicato polaco que puso de rodillas al régimen comunista.
El ejemplo de Solidaridad nos lleva a la importancia de la historia. En España, el relato histórico se ha entregado a la izquierda y los resultados son terribles. En nombre de una memoria democrática se profanan tumbas, se prohíbe el debate histórico y se condena a todo aquel que se atreva a desafiar el discurso oficial: La izquierda es buena, la derecha es mala. Incluso nuestro servicio de Correos ha sacado un sello para conmemorar el centenario del nacimiento del Partido Comunista Español, con la estrella roja y la hoz y el martillo en varios colores, como la Agenda 2030. En España los comunistas son defensores de la democracia. Desgraciadamente, cuando la derecha liberal estuvo en el poder no se hizo nada para hacer frente a este relato y hoy sufrimos las consecuencias. En España no se quiso dedicar un día a los asesinados en Paracuellos o al genocidio contra los católicos, porque para nuestra derecha liberal ese no era un asunto importante. En ese sentido quiero citar el ejemplo contrario en Italia, donde se instituyó el 10 de febrero como día del recuerdo para las víctimas del éxodo de más de 300.000 italianos de Istria y Dalmacia, y de los miles de italianos asesinados en las foibe por los partisanos comunistas. Ahora en Italia tienen la oportunidad de retirar la medalla que el presidente socialista Saragat concedió al mariscal Tito, el responsable último de todos esos crímenes, y acabar con una infamia que ha durado décadas. El pasado construye el presente.
Otro elemento fundamental es la cultura, por algo se habla de batalla cultural. Viniendo hacia aquí leía las declaraciones de una feminista radical que decía que “las feministas no tienen tiempo para leer”. Sin duda, es cierto. Pero sí se preocupan en difundir, sobre todo entre los niños, libros que justifican los delirios de la ideología de género. Porque su objetivo son los niños. En España esa batalla política la lleva VOX y organizaciones como Abogados Cristianos. Pero cada vez son más las editoriales y grupos que trabajan en este campo combatiendo el relato desquiciado de la izquierda. Este fenómeno se está dando en toda Europa, y cada vez son más quienes quieren conocer su verdadera historia o lo que representa el feminismo radical. En España hay editoriales dedicadas a la historia que publican un libro diario, y los libros que combaten la ideología woke son cada vez más populares. Afortunadamente para estas editoriales, los conservadores no somos como las feministas. Incluso en espacios hasta ahora vetados a la derecha, como el cine, se ha producido un cambio. En España el documental más visto en cines ha sido “España, la primera globalización”, una película contra la leyenda negra y en defensa de nuestra historia. Nadie va a ver películas sobre perspectiva de género o filias sexuales. Si esto está pasando en España, puede pasar en cualquier parte.
Por último y no menos importante, el papel de los medios de comunicación. Aquí estamos en una clara situación de David contra Goliat, pero, de nuevo, los medios conservadores son cada vez más necesarios y populares. Por eso, es fundamental apoyar a esos medios. Tanto si se está en el gobierno o en la oposición hay que participar activamente en los medios que combaten el discurso globalista. Esto puede parecer obvio, pero en muchos casos se desprecia la importancia de difundir el mensaje porque las cosas se están haciendo bien. La realidad es que si no cuentas tu historia, otros la contarán por ti. En España gracias a la aparición de VOX han aparecido más medios conservadores, en radio y televisión, lo que junto a un mayor activismo en las redes sociales, está abriendo camino a un mensaje verdaderamente conservador. Los que supuestamente debían transmitirlo no lo han hecho por miedo o por seguir recibiendo subvenciones del Estado. De nuevo, o lo hacemos nosotros o no lo hará nadie.
Esta conferencia, como muchas otras que se están realizando con cada vez más frecuencia, como la celebrada en Roma a primeros de octubre organizada por Nazione Futura una semana después de la gran victoria de la derecha italiana, estas conferencias son necesarias para unir esfuerzos y formar un frente común ante un enemigo que está unido para destruir todo lo que es bueno, bello y verdadero. Si queremos una Europa verdadera, una Europa de la vida, la familia, la fe, una Europa que se resiste a morir y que quiere vivir, tenemos que hacerlo juntos.
Hace unas semanas el Parlamento español debatió la ley trans, una ley que permitirá el cambio de sexo de los menores, la diputada de VOX Carla Toscano comenzó su intervención citando a Chesterton, “llegará el día en que, por afirmar que la hierba es verde, habrá que desenvainar una espada”, y terminó afirmando que ese día ya había llegado. Tiene razón, ese momento ya ha llegado y sólo si actuamos en consecuencia tendremos la Europa que queremos.
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