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A mediados de la década de los 50´, hace casi setenta años, la situación de los españoles era terrible. España había sufrido una guerra civil que había dejado la nación empobrecida, sus infraestructuras y viviendas destruidas o muy dañadas, con una enorme deuda exterior y cientos de miles de enfermos y mutilados. Cinco meses después de terminar la guerra comenzaba la 2ª Guerra Mundial, un conflicto que iba a dejar Europa arrasada y que iba a castigar a los europeos con una crisis como nunca se había visto.
España se vio arrastrada a una doble postguerra, la de la Guerra Civil española y la de la Guerra Mundial, que se prolongaría por más de una década. Esta crisis, además, se vio acentuada por el bloqueo internacional político y económico a que se vio sometido el régimen de Franco hasta la segunda mitad de los años 50´ por los miembros de la recién nacida ONU.
La situación de España en 1950, magistralmente descrita por Camilo José de Cela en su novela La Colmena, era infinitamente peor que el peor escenario que podamos imaginar en la actualidad fruto de la actual crisis del Covid-19. Pero, ¿cuáles fueron las recetas para dar un vuelco a las situación económica de España y convertir en pocos años al país en la octava potencia industrial del mundo? Sin lugar a dudas, la primera medida política, sin ningún mérito para los españoles, fue el comienzo de la Guerra Fría y el inicio del acercamiento y amistad con los Estados Unidos, una amistad incomparablemente menos estrecha y rentable que la actual relación de España con sus socios europeos.
El sueño autárquico de los falangista se cerró definitivamente al ponerse en marcha el Plan de Estabilización de julio de 1959 diseñado por los ministros tecnócratas Alberto Ullastres, ministro de Comercio, y Mariano Navarro Rubio de Hacienda, junto a los economistas Enrique Fuentes Quintana y Juan Sardá.
El domingo 21 de junio de 1959 llegaba a Madrid el director-gerente del Fondo Monetario Internacional Per Jacobson. En el aeropuerto de Barajas fue recibido por diez altos funcionarios, encabezado por Epifanio Ridruejo, subgobernador del Banco de España. Jacobson permaneció en Madrid cuatro días negociando los pormenores del ya por entonces denominado Plan de Estabilización, así como la ayuda que los organismos internacionales prestarían a España. El Régimen de Franco fue <rescatado> por el Fondo Monetario Internacional con la modestísima suma de 544 millones de dólares cantidad que representaba, aproximadamente, el 6% de la Renta Nacional española de 1959 y cerca del 50% de los ingresos totales de un Estado que ingresaba poco y gastaba menos. Todo empezaba cambiar.
Quince años después, en 1975, a la muerte de Franco, la economía había crecido de manera sostenida a una media del 7% desde 1959, cifra solo superadas por Japón, quedando atrás el hambre y la pobreza de la postguerra. En el período que va de 1960 a 1975 el Producto Interior Bruto (PIB) pasará de los 633.000 millones de pesetas hasta los 5.870.000 millones. En la actualidad el PIB español es del 1.419.000.000 millones € más o menos equivalente a la misma deuda que tiene actualmente España.
Entre las decisiones adoptadas en 1959 una, muy destaca, fue la fijación estable del cambio a 42 pesetas por dólar junto a unas duras y decididas medidas para el control y reducción del gasto público. En España sólo había 700.000 funcionarios frente a los más de 2,5 millones de funcionarios actuales, sin contar políticos. Para salir de la crisis también había que aumentar los ingresos del Estado. El franquismo era tacaño, gastaba poco dinero y, por eso, su presión fiscal fue, en la mayor parte del tiempo de su gobierno del 11,0% frente a la del 36,2% de, por ejemplo, el año en España 2017. Se redujeron los gastos en temas tan importantes como los presupuestos militares que resultaban especialmente queridos por una dictadura militar. Se produjo una limitación de los créditos bancarios con la elevación de los tipos interés y la congelación de los salarios para contener la entonces enorme inflación. Este hecho hoy no se produce gracias el Banco Central Europeo. La inflación pasó del 13,40 % en 1958 al 1,18 % en 1960.
¿Qué resultados tuvieron estas medidas? España paso de tener una deuda de 2 millones de dólares a tener un superávit en 1959 en su balanza de pagos de 81 millones de dólares, lo que equivaldría en la actualidad a 776 millones de dólares. En diciembre de 1960 España lograba un saldo positivo en su balanza de pagos de 500 millones de dólares (4.795 millones dólares actuales). Una cantidad ridícula viendo la cifras actuales del Estado español en billones de euros pero eso sí en positivo.
Con el Plan de Estabilización comenzó el «milagro económico español» especialmente gracias al turismo. Son los años que llegaban las famosas suecas a las playas españolas para alegría de Alfredo Landa y de José Luis López Vázquez. La industria española creció y comenzó a ser muy competitiva gracias a su baja conflictividad laboral y a sus bajos salarios en comparación con los de los trabajadores del otro lado de los Pirineos. Son los tiempos en que Samuel Bronston viene a España a rodar El Cid, 55 días en Pekín y La caída del Imperio Romano. De la Seat de Valladolid que, en 1953, en su primer año de producción sacó de su planta de montaje 707 automóviles. En 1958, la producción anual había aumentado a 7.547 unidades. En 1961 produjo 14.537 unidades del modelo Dauphine y en 1971 la producción había aumentado a 110.255 vehículos En la década de los 70´ España se consolidó como el segundo mercado más importante para los coches Renault después de Francia. En 1970 se empezó a negociar la construcción de una gran factoría Ford en España en Almusafes.
En 1957 los ingresos ordinarios del Estado sólo representaban el 9,6% del PIB, en 1965 eran el 15% y en 1970 los ingresos ordinarios de las administraciones públicas suponían el 21,4% del PIB, cifra con la que se mantenía todo el aparato político y funcionarial de España. En la actualidad el gasto público supone el 41,9% del PIB, unos ingresos inmensamente superiores.
Este milagro tuvo un precio. A corto plazo se produjo un frenazo de la producción española durante la segunda mitad de 1959 y principios de 1960 una congelación de los salarios e incluso la caída de muchos sueldos. ¡Los españoles se tuvieron que apretar un cinturón que ya estaba apretado! Se produjo un fuerte descenso del consumo y de la inversión con el consiguiente aumento del paro, lo que trajo aparejado una enorme emigración al exterior, fundamentalmente a Alemania. Seguramente, los tecnócratas franquistas contaron con esta emigración conocedores de las necesidades de mano de obra por una Europa Occidental con pleno empleo. La emigración española permitió obtener una fuente adicional de financiación para el desarrollo industrial español a través de las remesas de dinero que los emigrantes enviaban casa, al igual que ocurre en la actualidad, con la diferencia que hoy emigran ingenieros, médicos o enfermeras. Este enorme esfuerzo fue por muy pocos años.
En 1950, la clase media representaba en España el 34% de la población, en 1975 la cifra había subido al 56%, la más alta de toda nuestra historia. En 2016 había descendido al 43%. La clase baja y la pobreza pasaron del 65% en 1950 al 39% en 1975 —la cifra más baja de toda nuestra historia— para crecer al 54% en 2016.
Las consecuencias que a medio plazo supuso el Plan de Estabilización del 59′ fue un enorme crecimiento económico hasta alcanzar España un puesto entre la diez economías más desarrolladas de aquel tiempo. Juan Sardá ha dejado constancia de ello: «los efectos del programa de estabilización operaron como un shock psicológico sobre el país, de forma que sus efectos fueron inmediatos y espectaculares». A los pocos meses del inicio del Plan de Estabilización las perspectivas españolas cambiaron por completo en sentido favorable: frenar la inflación, provocar una reasignación de recursos del consumo a la inversión y hacia la exportación. Todo esto se notó en las cuentas del Estado y en la rápida recuperación de las reservas exteriores. Se pusieron las bases sólidas de un crecimiento económico sin parangón en la historia de España. A la muerte de Franco España había entrado en el selecto club de países con una renta por habitante superior a los 2.000 dólares.
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