21/11/2024 18:13
Getting your Trinity Audio player ready...

Esta es la intrahistoria del golpe de estado fallido el 23 de febrero de 1981, contada por el periodista Julio Merino, por entonces director de ‘El Heraldo Español’ y antes mano derecha de Emilio Romero en el diario Pueblo. Merino desvela hoy en exclusiva en elcierredigital.com, casi 40 años después,las conversaciones que mantuvo tiempo después con el secretario del Rey, Sabino Fernández Campos, donde explica cronológicamente los acontecimientos que se dieron aquella noche para frenar el golpe.

Antes de «repristinar» para contarles lo que de verdad pasó en la Zarzuela la tarde-noche del 23 de febrero de 1981 quiero decir que todo lo que voy a escribir lo supe directamente por Sabino Fernández Campo, antes y después de ser despedido de malas maneras por S.M. el Rey Juan Carlos de Borbón en 1993.

Con Sabino me unía una buena amistad desde su paso por la Subsecretaría de Información y Turismo, aumentada tras la publicación de «Jaque al Rey» (el libro que había escrito con Santiago Segura, el Defensor del Capitán General de Valencia Jaime  Milans del Bosch, como coautor). Fueron principalmente, los años 1994 y 1995, o sea, cuando todavía le duraba el «cabreo» por haber sido despedido como lo fue. Y cuando Sabino Fernández Campo estaba furioso.

– ¿Por qué no escribes tus «Memorias», Sabino?, le dije un día mientras desayunábamos en la cafetería «Riofrío» de la calle Génova.

-Eso estoy haciendo, amigo Merino, pero yo no les llamo «Memorias», yo les llamo «Recuerdos» – contestó.

– ¿Y eso?

-Sí, unas «Memorias» son algo muy serio y muy documentado, y con datos y fechas exactos… y si se escriben es para decir toda la verdad.

– ¿Y no es eso lo que tú quieres?

– Sí, pero no quiero que me acusen de ser otro Antonio Pérez… y porque sé que todavía no puedo contar toda la verdad, o verdades. Los «Recuerdos» son otra cosa.

– Bueno, pues tus «Recuerdos».

-Eso es lo que estoy haciendo. Por cierto, me gustaría leerte algo de lo que llevo escrito, a ver qué te parece, si voy bien o no.

– Ah, por mí encantado.

Y así fue como acordamos vernos todos lo sábados, o casi todos, en la cafetería que ya he citado. Y esto fue lo que me leyó el primer sábado:

«Sobre las nueve llamó de nuevo Alfonso Armada, era la cuarta o la quinta vez que lo hacía… y siempre para lo mismo, pidiendo permiso para ir a la Zarzuela y explicarle al Rey Juan Carlos la situación. Pero, el Rey, que, como yo, tras la conversación con el general Juste, ya estaba en guardia y no quería ni hablar con él en cuanto me vio entrar me pasó el teléfono al tiempo que cubriendo el auricular con la mano me decía:

-Ten, Sabino, es otra vez Armada. Insiste en verme, porque la situación, según él, se está agravando por momentos y puede pasar cualquier cosa… y me insiste que él puede resolverlo todo y evitar una tragedia.

Entonces cogí el teléfono y seco dije:

-Dime, Alfonso, soy Sabino.

-Sabino, por favor, escúchame. Esto se está poniendo mal, muy mal, y puede haber sangre. Yo puedo resolverlo. Si el Rey me autoriza a ir al Congreso yo paro a Tejero.

-¡Eso ni hablar, Alfonso! ¡En nombre del Rey nada, si tú quieres ir al Congreso a título personal, ve… pero ni se te ocurra mencionar al Rey… Además ¿con qué apoyos cuentas para salvar la situación? – le respondí con cierto genio.

-Con los socialistas, con los del PC y con algunos de la UCD — contestó hasta con cierto orgullo.

– ¿Estás seguro? ¿Está Felipe González de acuerdo?.

– Según me ha asegurado Enrique Mújica, sí.

-No me lo creo… y además lo que pretendes hacer es anticonstitucional.

-¡No!, es constitucional. La «Moción de Censura» lo permite.

-Sí, pero en situación de normalidad, pero no con la Guardia Civil apuntando con metralletas, con tiros y con los diputados escondidos bajo los escaños.

– Eso ha sido una tontería. Te aseguro que si hablo con Tejero se arregla.

-Mira, Alfonso, tú haz lo que quieras, pero a título personal…Ni se te ocurra mencionar al Rey.

Y colgué. «Señor  — le dije al Rey– lo de Armada no está claro. Me huele mal».

En ese momento sonó el teléfono y yo hice intención de salir.

-Espera, Sabino, es mi Padre -dijo tapando el auricular, y enseguida me dijo: Ten, quiere hablar contigo.

– Señor, soy Sabino  – dije en cuanto cogí el teléfono.

– Oye, Sabino ¿qué opinas tú de lo que pretende Armada?.

– Señor, si os digo la verdad yo no lo veo claro.

-¿Y tú te crees eso de los socialistas?

-Pues, Señor, yo a pesar de la certeza con la que habla el general Armada no acabo de creérmelo y dudo que Felipe González acepte formar parte de ninguna «Operación» teniendo a la Guardia Civil enfrente.

-A eso voy, Sabino, a eso voy… Ni Felipe González, ni ningún demócrata, puede apoyar una  «Moción de Censura» con armas de fuego de por medio. ¡Eso es un disparate!. ¡Eso hay que cortarlo en seco!. La «Moción de Censura» tenía sentido como estaba planificada, pero ese de los bigotes, con sus tiros y sus tricornios la ha hecho impresentable. El mundo entero se echaría sobre España.

-Señor, es justo lo que yo opino.

-Sabino, hay que acabar con eso ya, cuanto antes, hay que sacar a la Guardia Civil del Congreso y sobre todo hay que evitar que pueda producirse una tragedia… Sabino, como veo que el Rey está nervioso y con dudas te pido, te ruego, que le ayudes a salir de esta, porque nos estamos jugando la Monarquía. Por menos que esto se tuvo que marchar mi padre.

-Majestad, sabéis que la situación es difícil e incierta… y creo que Armada ha ido demasiado lejos.

-Sabino, dile al  Rey que se ponga.

Y tal como lo pedía le pasé el teléfono a SM , aunque no pude evitar escuchar lo que decía Don Juan, o gritaba, mejor dicho.

-¡Majestad!… no lo dudéis más, ponte el traje de faena y pon firmes a tus generales y echa de las Cortes a esos locos…¡Te estás jugando la Corona!…¡¡ Y la tele!…¡Háblale al pueblo español!…La Monarquía no puede caer por un simple guardia civil!…¡Ah, y no hagas nada sin Sabino!… ¡Te llamo luego !.

Y el Rey colgó el teléfono. Fue entonces cuando se produjo algo totalmente inesperado para mí. Don Juan Carlos, nervioso, asustado, casi llorando, se vino hacia mí, me cogió las dos manos y casi sin voz me dijo:

-Sabino, ayúdame, hay que salvar la Monarquía… ¡¡ Sálvame !!.

Y juro que ver al Rey así me afectó, hasta el punto de que se me puso un nudo en la garganta que me ahogaba. Así que sólo pude decirle mientras le apretaba por los codos.

-Señor, no os preocupéis… todo se arreglará. Ahora lo importante es hablar con los capitanes generales, como os ha dicho vuestro Padre.

-No, Sabino, yo no. Habla tú con ellos.

-No, Majestad, sois vos el que tiene que hablar con ellos. Vos sois el Jefe. Así que tranquilizaos y mostraos firme, sin dudas… y si os preguntan por Armada decidles que está actuando sin vuestro permiso… Ah, y por encima de todo la Constitución y España.

Y así lo hicimos, yo los saludaba y enseguida les pasaba a S.M. Aunque el Rey seguía y siguió toda la noche como ido, desmoralizado, como se pudo ver en las pantallas de televisión. Afortunadamente todos se pusieron de inmediato a sus órdenes, incluso dispuestos a actuar para resolver la situación.

Don Juan de Borbón, junto a los reyes Juan Carlos I y Sofía de Grecia

Aunque también es verdad que algunos le indicaron que era una oportunidad de oro para reconducir la Democracia al buen camino. Desde Merry (el de Sevilla) a González del Hierro (el de Canarias), Pascual Gálmez (el de Cataluña), Campano (el de Valladolid), Polanco (el de Burgos), Delgado Álvarez (el de Granada), Elícegui Prieto (el de Zaragoza), Fernando Posse (el de Galicia), De la Torre Pascual (el de Baleares) y Quintana Lacaci (el de Madrid)… Con Miláns no se pudo hablar en esa ronda. No aparecía.

LEER MÁS:  Mujer policía puntualiza los supuestos méritos de Irene Montero como "conquista bragueta"

(Ojo, antes de seguir tengo que decir que esta transcripción no es matemáticamente exacta, porque yo, mientras él leía, me limitaba a tomar notas para luego, en casa, tratar de rehacer lo que había escuchado. Eso sí. luego, a la cita siguiente, le enseñaba lo que había escrito y él aprobaba o rectificaba algo. Nunca le pedí, por supuesto, que firmara mis notas).

«Pero, en una de aquellas pausas, nerviosas y expectantes, — sigue Don Sabino–  le pregunté:  

-Señor, he creído entender que vuestro Padre, el Conde de Barcelona, estaba al tanto de la «Operación Armada» ¿me equivoco?.

-No, no te equivocas. Mi Padre lo sabía y estaba de acuerdo en lo de la «Moción de Censura», ya sabes que él venía diciendo que no podíamos seguir así y coincidía con Tarradellas en que había que dar «un golpe de timón»… Lo que no sabía, lo que no aprueba, como habrás oído, es lo de Tejero y las metralletas… ¡¡ Tampoco yo sabía lo que iba a pasar,  joder, tampoco yo sabía que la Guardia Civil iba a entrar en el Congreso… ¿Crees tú que yo habría autorizado semejante disparate?… esa ha sido la traición de Armada.– dijo SM algo recuperado de su «bajón emocional»… También yo he sido sorprendido… pero Armada insiste que todavía se puede arreglar todo.

-No, Majestad, así no. Así puede ser peor que lo de vuestro abuelo. Por cierto, Señor, que me duele que no tuvierais confianza conmigo para comentarme el Plan de Armada, en realidad todavía no sé cómo estaba planificado.  

-Es verdad, Sabino. Sí, debí tenerte al corriente, (aunque entonces me dije eso de que no es bueno que tu mano derecha sepa lo que tu mano izquierda, o como sea), pero la cosa surgió en Baqueira y yo no le di demasiada importancia. Armada sólo hacía hablarme del malestar que había en el ejército por el terrorismo y lo de las Autonomías y que había que dar un golpe de timón legal y constitucional, si queríamos evitar males mayores. Yo y la Reina nos echamos a reír y le dijimos que no había golpes legales, que la Democracia son urnas y nada más. Votos y urnas. Y aquella primera vez ahí se quedó la cosa, pero Armada insistió no una sino cada vez que nos veíamos… hasta que en las Vacaciones del 80 se presentó con un «Plan de Operaciones», así le llamó él, en el que se detallaba todo.

El General Alfonso Armada

Según ese Plan la viabilidad legal y constitucional se conseguía a través de una moción de censura, que presentaría el PSOE con otros grupos, y tras debatirse en el Congreso, se aprobaba por mayoría absoluta y se despedía a Suárez. ¿Y el Gobierno?¿y quién sería el nuevo Presidente del Gobierno? -dijo el Rey que le preguntó-. ¡ El que digáis vos, Señor!. Puede ser un civil o un militar…-respondió como muy convencido Armada, dijo el Rey. 

Bueno, el hecho es que S.M. le dio el visto bueno al Plan Armada, según sus propias palabras, que en resumen quedaba planificado así: Armada seguiría reuniendo voluntades y compromisos con los socialistas y otras fuerzas del Congreso hasta que se tuviese la certeza de que la Moción de Censura salía adelante. En cuanto se tuviese esa certeza el PSOE presentaba la Moción con un militar a la cabeza (poco después, ya casi en las Navidades, se acordó que como Presidente figurase el propio Armada y como Vicepresidente Felipe González) lo cual tampoco le pareció mal a SM, según me dijo…y a partir de ahí todo como estaba previsto en el Plan de Operaciones.

Pero, ojo a lo más importante, como puede verse, hasta aquí no había aparecido para nada el Teniente Coronel Tejero, y mucho menos la toma del Congreso por la Guardia Civil. Todo estaba bien estudiado para que la «Operación» (nada de «Golpe») fuese legal y constitucional. Un Partido con representación parlamentaria presenta una «Moción de Censura» contra el Presidente del Gobierno  y de acuerdo con la Constitución el que figure como candidato expone su programa, se debate y se vota…y si la votación le es favorable y obtiene mayoría absoluta (176) en ese momento cesa el censurado y queda como nuevo Presidente, eso sí, electo, el aspirante… y así hubiese sido si no ocurre algo de lo que sería «sujeto activo» el propio Rey, pues torpe o intencionadamente en una de las audiencias de finales de enero, ya de 1981, a SM se le escapó decirle a Suárez que se preparaba contra él una «Moción de Censura» y eso hizo que al de Ávila se le encendieran todas las alarmas, ya que todavía no había olvidado y digerido la «Moción» que el año anterior le puso Felipe González y que casi le cuesta la Presidencia.

¡Fue la gota que colmó el vaso!… porque Adolfo Suárez se dio cuenta rápidamente que al Rey no le disgustaba la Moción y sabiendo como sabía que ya no controlaba su Partido y que muchos de sus varones votarían en su contra, decidió dimitir. En el fondo dimitió para evitarse la “Moción de Censura” y salir de una manera humillante.

-¡Sabino, hoy mismo dimito!– me dijo aquel día al salir de la Audiencia y con cara de pocos amigos.

-Y, efectivamente, esa misma noche dimitió por TVE. Era el 29 de enero.

Y ahí tenía que haber terminado la «Operación Armada» (y así lo creyó el Rey), porque fuera del gobierno Suárez ya no tenía razón de ser, al menos de momento. Pero no terminó, porque Armada, tal vez ilusionado ya como estaba por ser Presidente del Gobierno (incluso los socialistas que ansiaban tocar Poder) se limitó a cambiar su «Plan de Operaciones» legal y constitucional por otro, que precipitadamente puso sobre la marcha con Miláns y Tejero, engañando a los dos y también al Rey, a quien ocultó lo que estaba preparando, quizás porque sabía que ese “Plan B” no lo iba a aprobar.

-Un momento, Sabino, — le dije interrumpiendo su relato-. Hay algo que no encaja. Dices que el Rey no sabía nada de lo de Tejero, pero en el «Plan de Operaciones» que me entregaste el otro día y que, según tú, te lo entregó el Rey esa noche del 23 figura en el Punto 1 que Tejero entraría y tomaría el Congreso entre las 5 y las 7 y que retendría al Gobierno. Luego el Rey si lo sabía.

– Sí, Merino, pero también eso tiene su explicación, aunque fue lo más grave de todo. Según me contó SM él no supo nada de ese segundo Plan hasta que el día 13 se presentó en la Zarzuela y le informó de lo que ya, prácticamente, estaba en marcha. El Rey, saltó como un relámpago, según su versión, se puso como una fiera y le ordenó tajantemente que parase aquello. ¡Fue una bronca en toda regla!.

Pero, la sorpresa de SM fue cuando Armada le dijo, al parecer, algo increíble:

-Majestad, no puedo detener lo que ya está en marcha… porque si no lo hacemos nosotros, Milans y yo, para salvaros a vos y salvar la Monarquía, lo harán otros que traerán la República…

Y eso sí que fue una bomba para SM… una bomba que, según me confesó el mismo esa noche le «acojonó» (fueron sus palabras) y se hundió… tal vez por eso en lugar de mandarlo detener en ese momento se conformó con hacerle jurar que lo paralizaba todo, cosa que Armada hizo, pero no cumplió.

LEER MÁS:  ... Y esto fue todo lo que dijo Don Juan Carlos sobre la corrupción en algunos de sus Discursos de Navidad. Por Julio Merino

-¡Júramelo, júrame que lo harás!

-Señor, os lo juro.

Fue una traición, sí, pero también un gran error de SM. Como comprobaría al escuchar los tiros en el Congreso y hundirse.

Al llegar aquí entraron al despacho de SM la Reina doña Sofía, con el Príncipe Felipe y la Infanta Pilar, la hermana del Rey, y yo me volví a mi despacho, donde me esperaba el tema de la Televisión y la preparación del discurso del Rey. (Del que también tendremos que hablar).

Pero llegados aquí dejo el relato de mi buen amigo Sabino y me voy a la Prisión Naval del Ferrol del Caudillo, donde cumplía ya sentencia, el general Miláns del Bosch, porque me interesaba conocer su versión de aquella noche y en especial sus conversaciones o mensajes con el Rey. Afortunadamente mis relaciones con él eran muy buenas desde que Santiago Segura había asumido su defensa y ambos estábamos escribiendo «Jaque al Rey» (la obra que nos publicaría después «Planeta»). Miláns nos había prometido escribir el prólogo y a recogerlo íbamos cuando nos anunció que ya lo tenía escrito… y leyendo el prólogo, escrito de su puño y letra y firmado, comenzó nuestra charla de aquella veraniega tarde del mes de junio de 1.983.

-Mi general –le dije nada más leer los folios que nos entregaba– está muy bien, mejor de lo que yo, y perdóneme, esperaba.  Se nota que se ha leído de pé a pá nuestro original. Pero…  –y me quedé callado.

-Pero, ¿y qué? ¿Qué?.

-Mi general, el apartado en el que menciona al Rey no lo veo claro.

-A ver, léelo en voz alta -dijo.

Y yo lo leí en voz alta.        

 » a) Porque en los sucesos del 23-F y proceso subsiguiente he sido y soy uno de los principales protagonistas. No digo el primero, porque no es cierto. Ese honor le correspondió por entero a Su Majestad el Rey».

-Pues está muy claro  — respondió.

-Mi general, permítame que le diga una cosa, que fuera PROTAGONISTA no quiere decir que estuviese enterado. Naturalmente que fue PROTAGONISTA pero para salvar la situación y la democracia y detener el golpe.

Entonces arrugó la frente y sólo dijo.

-Más no puedo decir. Además creo que a buen entendedor con pocas palabras basta.

-No, mi general, en eso no estoy de acuerdo. O se dice toda la verdad o se calla uno como un muerto.

-Pues ni puedo decir toda la verdad ni estoy muerto.

Pero, dicho esto, se levantó y sin decir una palabra más se acercó a un pequeño escritorio que tenía en la salita de al lado y volvió con unos papeles en la mano.

-Ten  –dijo entonces–, mírate estos papeles, míralos bien, con sus fechas, y toma las notas que quieras. Pero, te advierto, de nada de esto podrás hacer uso sin mi permiso o mientras yo viva. ¿De acuerdo?-

-¿Ni en el libro que vamos a publicar?.

-Ni en el libro.

¿Y qué o cuáles eran aquellos papeles?. El primero la «Hoja de Ruta» o «Plan de Operaciones» de Armada para los días 23 y 24 (la misma que me entregaría más tarde Sabino). 

-Eso me lo hizo llegar Armada el día 14 de febrero, tras su entrevista con el Rey y alertándome que SM le había dado el visto bueno. Lo cual me convenció del todo. Pero, sigue, sigue viendo esos papeles.

Y vi, en verdad, un tarjetón de color amarillo, con membrete de la Casa Real, que decía: «Querido Jaime, felicidades y gracias POR TODO. Juan Carlos R.»  y varios telegramas que firmaban María Nicolás Mondéjar (Jefe de la Casa Real), Sabino Fernández Campo (Secretario General de SM el Rey), Almirante Manso Quijano ( Jefe del Cuarto Militar) y Don Juan de Borbón, Conde de Barcelona.

Luego estaba la «Lista del Gobierno Armada», que por entonces aún no se conocía y que reproduzco porque esos nombres indican mucho de lo que fue «aquello», como lo llamaba siempre Don Sabino:

-Presidente: general Alfonso Armada

-Vicepresidente para Asuntos Políticos: Felipe González (PSOE)

-Vicepresidente para Asuntos Económicos: J. M. López de Letona (Banca)

-Ministro de Asuntos Exteriores: José María de Areilza (Coalición Democrática)

-Ministro de Defensa: Manuel Fraga Iribarne (Alianza Popular)

-Ministro de Justicia: Gregorio Peces-Barba (PSOE)

-Ministro de Hacienda: Pío Cabanillas (UCD)

-Ministro del Interior: general Manuel Saavedra Palmeiro

-Ministro de Obras Públicas: José Luis Álvarez (UCD)

-Ministro de Educación y Ciencia: Miguel Herrero de Miñón (UCD)

-Ministro de Trabajo: Jordi Solé Tura (PCE)

-Ministro de Industria: Agustín Rodríguez Sahagún (UCD)

-Ministro de Comercio: Carlos Ferrer Salat (presidente de la CEOE)

-Ministro de Cultura: Antonio Garrigues Walker (empresario)

-Ministro de Economía: Ramón Tamames (PCE)

-Ministro de Transportes y Comunicaciones: Javier Solana (PSOE)

-Ministro de Autonomías y Regiones: general José Antonio Sáenz de Santamaría

-Ministro de Sanidad: Enrique Múgica Herzog (PSOE)

-Ministro de Información: Luis María Anson (presidente de la agencia Efe)

-¿Fue ésta la lista que rechazó Tejero aquella noche? — le pregunté.

-La misma.

-Lo siento, mi general, no entiendo nada.

-A ver ¿qué no entiendes?

-¿Cuándo conoció usted esa lista? ¿La conocía ya Tejero cuando Armada se la enseñó en el Congreso?

-Yo la conocí el mismo día 23 sobre el mediodía y la tuve con Armada, porque aquello no era en absoluto lo pactado… y si al final la acepté es porque me aseguró que el Rey la había aprobado. Es más, intenté confirmarlo directamente con el Rey y no pude hacerlo, porque me dijeron que SM no estaba en la Zarzuela y él no me llamó. En cuanto a lo de Tejero, es verdad, ni se la enseñé ni le hablé de ella…

-Pero, mi general, usted sabía que Tejero no iba a aceptar esa lista.

-Sí, y por eso se la oculté, porque ya estaban las cosas tan avanzadas que ya no podían detenerse…

– … y usted sabía que si la conocía antes no iba a entrar en el Congreso.

-Exacto

-Pues, mi general, y permítame que se lo diga de corazón… Eso fue una traición… porque si hubiese informado a Tejero hoy el hombre no estaría en la cárcel ni habría habido «23-F».

– Sí, Merino, así es… y ese es mi pesar hoy, y lo será mientras viva. Yo tuve que informar a Tejero en cuanto lo supe… pero… creí que así lo quería SM y me perdió mi monarquismo.

-Bien, mi general, pero ahora lo que nos interesa es saber cómo fueron sus conversaciones con el Rey esa noche y sobre todo después de declarar el Estado de Guerra y sacar los carros a la calle.

-Pues abre ese sobre que tienes ahí y lee lo que está dentro. 

Y, naturalmente,, abrí un sobre tamaño folio en el que había un buen manojo y fui leyendo. No era un texto redactado, eran más bien unas notas recordatorias y escritas a mano.

Pero, como esto no es un libro, seguiré hablando otro día…

PUBLICADO EN EL CIERRE DIGITAL

Autor

Álvaro Romero Ferreiro
Álvaro Romero Ferreiro
Madrid 1968. Hasta 2013 se dedicó al mundo de la automoción. En Mayo de 2013 comienza su andadura en el mundo editorial con la publicación de diarios digitales. Sierra Norte Digital (de 2013 a 2018)y El Correo de Madrid desde Mayo del 2018 y el Correo de España hasta la actualidad.
En paralelo funda la editorial SND Editores (2014) y el Canal "Con Ñ de España" en Youtube donde emite todos los días.
Es columnista y tertuliano habitual en varios medios de comunicación, entre ellos Mediterráneo Digital, Radio Inter y Radio Ya, Decisión Radio e Informa Radio.