09/05/2024 08:28
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Me han preguntado  con alguna frecuencia la razón de haber publicado solo tres libros cuando en mis charlas y escritos  he afirmado, al comentar ciertos temas,  “que merecerían un libro”  Son varias las causas, aunque la principal es  la tentación de comentar  temas  del momento en artículos casi diarios y en respuestas a correos Por otra parte,  siempre me ha preocupado  la  enorme cantidad  de textos que no aportan nada; son almacenes de paja, donde es imposible encontrar grano. Aclarada la consulta sigo dándole importancia a temas cortos  pero que hacen pensar, incluso a quienes no acostumbran; y entramos en materia.

A juzgar  por lo que se ve, son pocos los hombres que se toman la vida en serio y no es difícil hallar la causa principal que es,  simplemente, el uso equivocado que los seres racionales le dan a la  inteligencia. Semejante fallo lo provocan, en primer lugar, el propio individuo  que por pereza o debilidad, utiliza poco o casi nada ese maravilloso don de Dios  y, en segundo lugar la sociedad en que vive,  estructurada para buscar el placer y la llamada “buena vida”.  Se juntan así “el hambre con las ganas de comer” -como dice el pueblo—,  con el resultado que nos toca vivir…: una sociedad sin valores que no encuentra la  felicidad que su alma le pide en esta vida y que,  por cierto,  también es deseo de Dios.

A pesar de lo dicho, es cierto que  muchos se autosugestionan  y aparentan una alegría que no tienen. Y la Humanidad ha llegado a considerar como “dogma de fe laica” esta sentencia: “Si tienes ‘salud, dinero y amor’, serás feliz”.  Es tentador y, dentro de lo que cabe,  creíble,  aunque para que sea  verdaderamente real veremos que falta lo principal.

El hombre – ¡y la mujer!,  evidentemente—para toparse con la verdadera felicidad, mientras viva sobre la tierra no puede olvidar el atenerse  a lo que te reclama siempre  la inteligencia bien empleaday que exige tener muy clara la respuesta a esta “doble “fundamental” pregunta: “¿’Por qué y para qué’ me regaló el Creador el don de la vida?

Queridos lectores: Para “tomar la vida en serio” solo hay un camino que la Humanidad podría haber descubierto por sí misma, pero fue el propio Creador quien le facilitó la información adecuada a nuestros primeros padres en el Paraíso terrenal para que Adán y Eva la tuvieran en cuenta y  luego la facilitasen  a sus descendientes.

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Un  ex militar español, guipuzcoano, Íñigo López de Recalde, más conocido como Ignacio de Loyola, supo concretar en una fórmula magistral la respuesta a la pregunta en lo que él llamó el  “Principio y fundamento” y lo expresó de este modo:

El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto salvar su alma;  y las otras cosas sobre la faz de la tierra son creadas para el hombre y para que le ayuden a conseguir el fin para el que es creado.

Por lo que precede es evidente que tomar la vida en serio no es nada complicado, todo se reduce a proceder con lógica elemental. Les puedo garantizar que después de noventa  y cinco años vividos con  voluntad de comprender a los hombres,  no he conseguido entender cómo un ser inteligente puede vivir ignorando o menospreciando “la razón de su existencia”.

Tampoco veo claro que los “necios” venzan a los “sabios”… Me explicaré mejor: por más que le demos vueltas tratando de encontrar la clasificación de los humanos en  clases, dejemos claro que  “solo hay dos tipos”: “sabios” –cuando  saben para que existen—y “necios”—cuando lo ignoran. Todo lo demás sobra.

Entre los primeros están los “católicos” que viven la FE, y entre los segundos los ateos, agnósticos y los que viven en la corrupción y en la degeneración. Pues bien, el sentido común nos dice que los primeros deberían marcar el rumbo de las naciones pero  la realidad nos muestra que  llevan la voz cantante gente como el Dr. Sánchez, los narcotraficantes, los terroristas, los que promueven la esclavitud o la degeneración de las naciones que fueron modélicas, etc.

Sí,  ya sé que  todo tiene explicación  pero fuera de toda  lógica… y  mi mente no ha logrado digerirlo. Como tampoco acepto ver a la Iglesia -en estos momentos-  sin rumbo definido cuando tuvo  en el siglo XIX y durante medio siglo XX papas de mente lúcida, obsesionados por evitar con sus enseñanzas acertadísimas el previsible desastre.

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Cuando era joven tocar temas como el anunciado me provocaban tentaciones desalentadoras que debía vencer;  ahora ya curtido,  me llenan de pena el alma convencido de que el divino Maestro  nos lo tiene anunciado: “Muchos son los llamados y pocos los escogidos”,  que nos ilumina sobre ese gran misterio de la correspondencia humana a la bondad divina como consecuencia de la libertad -que es el don inseparable de la esencia razonable con la que lo dotó-.

Sólo me falta añadir-recordando las enseñanzas del Verbo encarnado– “¡orad siempre sin desfallecer jamás!”, si queremos pertenecer al grupo de los hombres “sabios”. Los santos  nos han  hecho mucho  más comprensible el tema  con sentencias como ésta: “El que ora se salva, el que no ora se condena”.

Vivir la vida en serio tiene sus exigencias.

 

Autor

Gil De la Pisa
Gil De la Pisa
GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.
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