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La iglesia luterana sueca fue designada como la iglesia oficial del país nórdico en 1617. En la llamada Dieta de Örebro, el parlamento sueco prohibió explícitamente a los suecos profesar o practicar cualquier otra religión que no fuera la luterana. El rey sueco, Gustavo II Adolfo, proclamó que la religión católica era “idolatría, invención humana y engaño, completamente contraria a la palabra de Dios y a las Sagradas Escrituras” y que “ese partido del diablo, los jesuitas, han sido la causa de la terrible tiranía que hay en España, en Francia y en otros países”. La conversión al catolicismo se convirtió en traición al rey y en causa de ejecución. Los católicos suecos, si persistían en su fe, eran despojados de sus bienes y expulsados del país. La prohibición oficial del catolicismo se mantuvo hasta 1952, año en el que se aprobó una ley que permitía a los suecos profesar una religión no luterana, con la excepción de los funcionarios públicos que no pudieron ser católicos hasta 1977. En el año 2000, la iglesia de Suecia se separó del estado. En ese momento representaba oficialmente a un 83% de la población.
A pesar de esta intolerancia manifiesta hacia los católicos, la iglesia de Suecia es famosa por sus ideas progresistas. En 1958 fue la primera iglesia en ordenar mujeres sacerdotes y en la actualidad hay más mujeres que hombres en el sacerdocio sueco, 1.533 mujeres frente a 1.527 hombres ordenados. Dentro de ese progresismo, la iglesia luterana no condena ni combate el aborto (el año pasado hubo 36.151 aborto en Suecia) y es partidaria del movimiento LGBTQI+. En septiembre de 1998, la sede de la iglesia luterana sueca, la catedral de Uppsala, acogió la exposición “Ecce Homo” de la fotógrafa sueca Elisabeth Ohlson Wallin con el beneplácito de su arzobispo, Karl Gustav Hilding Hammar. La exposición presentaba doce fotografías en las que se mostraba a Jesús entre homosexuales, travestís, “gente del cuero” o enfermos de SIDA, en versiones modernas de las escenas del Nuevo Testamento. Así, la Piedad se representaba con María sosteniendo a un Jesús moribundo de SIDA en un centro médico, o la entrada triunfal en Jerusalén mostraba a Jesús montado en bicicleta en medio de un desfile gay. En 2009, Eva Brunne se convirtió en la primera obispo abiertamente lesbiana del mundo y la iglesia sueca comenzó a oficiar matrimonios de parejas del mismo sexo.
Desde 2014 la iglesia sueca tiene al frente a una mujer, la arzobispo Antje Jackelén, una teóloga alemana firme defensora de los extremos de lo políticamente correcto y de una iglesia que “abrace la diversidad”. Su impronta no tardó en hacerse notar y, tres años más tarde, la iglesia de Suecia decidía dejar de asociar a Dios con el género masculino, eliminado los términos “Señor” y “Él”, con el objetivo de construir una fe más inclusiva. De este modo, los luteranos suecos empezaron a referirse a Dios como “Padre” y “Madre” en los rezos y celebraciones litúrgicas. Mientras que el Espíritu Santo pasaba al género neutro. Según Jackelén, la iglesia de Suecia llevaba discutiendo el uso de un lenguaje de género más inclusivo desde 1986.
La iglesia de Suecia es, por supuesto, “verde” y un fenómeno como el de Greta Thunberg ha llevado a algunos de sus miembros al delirio. En diciembre del año pasado, la iglesia de Limhamn proclamó oficialmente en su cuenta de Twitter a Greta como “sucesora de Cristo”. Fue demasiado, incluso para Suecia, y obligó a la arzobispo Jackelén a manifestarse y a señalar que la palabra “seguidora” habría sido más adecuada y que Greta tiene mucho en común con los profetas del Antiguo Testamento: “Hay que destacar todo lo que ha conseguido globalmente. La considero profética, no muy diferente a los profetas del Antiguo Testamento, que estaban muy comprometidos y eran muy persistentes en su causa”. Para evitar futuros desvaríos, la parroquia de Limhamn cerró su cuenta de Twitter.
El progresismo es como un coche sin frenos, no puede detenerse. No basta con el cambio de liturgia si las enseñanzas bíblicas no se adecuan al pensamiento “políticamente correcto”. Rezar el padre nuestro/madre nuestra es una cosa, reescribir la Biblia es otra. Además, la experiencia progresista enseña que la mejor forma de adoctrinar en diversidad e ideología de género es desde la infancia. Así, en junio de este año, veía la luz la “mejor biblia de los niños”. Traducida por el obispo Sören Dalevi a partir de textos bíblicos en griego y en hebreo, contiene diversidad y perspectiva de género. Según Dalevi, “los niños suecos han pasado de aprender el catecismo en los 50 y del mensaje más ‘amigable para los niños’ de los 80 y los 90, a poder pensar por sí mismos acerca de las historias bíblicas”. Hay que reconocer que son alumnos aventajados de Orwell, que te adoctrinen en ideología de género es “pensar por ti mismo”.
La nueva biblia para niños presenta “una diversidad entre los personajes, a diferencia de las versiones anteriores donde muchos son blancos”, señaló Dalevi, y una perspectiva de género más en sintonía con los textos originales de la Biblia, “no es un hecho que Dios crease al hombre antes que a la mujer”. Aunque no ha sido fácil, Dalevi se justificaba en la página web de la iglesia de Suecia cuando se le preguntaba por qué en algunas partes del libro se refería a Dios como ‘él’: “En la medida de lo posible he llamado Dios a Dios, que es asexual. Pero en algunas partes sería un mal sueco no utilizar el pronombre ‘él’, pero es en muy pocos sitios y por razones del lenguaje. No obstante, he evitado hacerlo si no era necesario. Realmente he intentado trabajar en ello”.
Las 300 ilustraciones de la nueva biblia han corrido a cargo de Marcus-Gunnar Pettersson, miembro de la academia sueca de libros infantiles. El ilustrador es un ferviente entusiasta de la revisión de las Sagradas Escrituras: “Hemos tenido cuidado de no referirnos sexualmente a Eva, diciendo que es esto o aquello. Adán y Eva están juntos, los igualamos. No hacemos de Eva una pecadora, sino que realmente es algo que ellos hacen juntos. Es algo que podemos hacer de forma diferente en esta biblia”.
Pero lo cierto es que el progresismo no está sentando bien a la iglesia luterana de Suecia. Actualmente el 56% de la población sueca pertenece a su iglesia, es decir, han perdido una tercera parte de sus fieles en los últimos veinte años, y solo un 2% acude a los oficios religiosos con regularidad. De la mano de los fanáticos de lo políticamente correcto, la iglesia de Suecia camina con paso firme hacia el abismo progresista. Parece que ningún teólogo de esta iglesia ha advertido que Dios no tiene cabida en el modelo del nuevo hombre progresista y que la Fe es un obstáculo en la consecución de la sociedad abierta, o quizás sí lo han hecho y simplemente pretenden crear una religión vacía de contenido y servil a los dictados de las élites. Sea como sea, cada vez son más los que la abandonan porque, como bien decía Chesterton, “la iglesia nos pide que al entrar en ella nos quitemos el sombrero, no la cabeza”.
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