01/11/2024 03:22
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Hasta el 17 de abril podemos ver en la Fundación Telefónica la exposición “La Gran Imaginación. Historias del Futuro»: https://espacio.fundaciontelefonica.com/evento/la-gran-imaginacion-historias-del-futuro/. No nos gusta nada. No la exposición, sino el futuro que nos imaginan, que es decir el que nos están diseñando. Por eso, y por el abundante e interesante material gráfico que presenta, recomendamos ir a verla. Además es gratis, así que al menos no estamos contribuyendo a financiar las aberraciones que los amos del mundo nos están cocinando.

La exposición podemos dividirla en dos partes. La primera, que ocupa la mayor parte, presenta un recorrido por textos y material gráfico del pasado -incluido el pasado reciente- en que se imaginaba como sería el futuro; futuro que en muchos casos es ya nuestro presente. Así nos presentan la exposición en la nota de prensa, con una jerga llena de los tópicos de farfolla de facultad de ciencias políticas (diálogo de ficciones, visión anclada en ideas y valores del pasado, producción de futuros alternativos… ):

La gran imaginación. Historias del futuro’ propone una reflexión sobre nuestra capacidad para imaginar el futuro en un recorrido que pone en diálogo ficciones desde el siglo XVIII hasta nuestros días. Plantea en qué medida nuestra visión actual del futuro permanece anclada en ideas y valores del pasado, y explora -a través de cuatro instalaciones creadas para la muestra- el papel que pueden jugar la imaginación y la creatividad en la producción de futuros alternativos.

Esas imaginaciones van desde lo interesante a lo absurdo pasando por lo curioso y lo desasosegante. Como no puede ser de otra manera, en unos casos los autores dejaron llevar muy lejos su imaginación. En otros se quedaron cortos… En la mayor parte de los casos, su imaginación nos hace sonreír con suficiencia al ver cómo erraron el tiro al imaginar el futuro. En otros nos causa gran tristeza ver que las cosas pueden ser mucho peores de lo que nuestros antecesores eran capaces de imaginar; de hecho, en la mayor parte de los casos no fueron capaces de imaginarlo.

Empieza la exposición con fotogramas de películas de ciencia ficción que nos presentan imágenes del futuro. Nada sorprenderte en ese aspecto, porque conoceremos o habremos visto la mayor parte de las películas. Pero enfrente de ellas veremos a un muñeco-bebé enchufado al equipo completo de realidad virtual. La instalación se llama nurturepod, que creo se puede traducir como cubículo de crianza. Mirando en internet he encontrado una descripción, que traduzco:

Andrew Curry: Lo que tenemos aquí es un bebé muy pequeño -un muñeco, no un bebé de verdad- en una pequeña cápsula rodeado de todo tipo de estímulos digitales que se ocupan de sus necesidades. Se trata de una «cápsula programable para la crianza», que básicamente elimina la necesidad de que los padres intervengan, por lo que veo. Es una ganga a 789 euros, obviamente. ¿Cuál era el objetivo, Stuart?

Stuart Candy: El encargo de A Temporary Futures Institute (Instituto para los Futuros) era crear una especie de diseño que se correspondiera con las posibilidades genéricas de futuro de Dator: Crecemiento, Colapso, Disciplina o Transformación, y a mí me asignaron «transformar». Disponía de un espacio bastante amplio y podía hacer básicamente cualquier cosa que se ajustara al presupuesto y al tiempo. Para pasar de esos amplios parámetros a la instalación final empecé realmente por el nombre. Había un proyecto anterior (que apareció en Compass) llamado NaturePod, un producto hipotético de hace un puñado de años, dirigido a oficinistas estresados que necesitaban reducir sus niveles de cortisona y aumentar la productividad pasando tiempo en la naturaleza, sin salir de sus cubículos. Se trata de una visión provocadora de lo que ocurre cuando se unen las tendencias de diseño de interiores supuestamente biofilos con la realidad virtual.

La pregunta del entrevistador tiene más información que la respuesta del diseñador, que aclara bastante poco. En todo caso, es obvio que se trata de un diseño -por el momento es solo el concepto- para, en principio, ayudar a los padres a criar a sus hijos, proporcionándoles estímulos virtuales mediante una aplicación informática en vez de los estímulos naturales de la vida real. Algo así como ponerles la tele para que se entretengan y callen, pero a lo bruto, porque el casco de realidad virtual separa al bebé del mundo. Desde luego, el paso natural es simplemente eliminar a los padres y criar bebés en granjas. Está entre lo más inquietante que encontraremos en la exposición: nos presenta la completa manipulación de las personas desde la más tierna infancia, desde la misma lactancia. Esta bienvenida deja el cuerpo ya preparado para lo que venga, y no es poco, pero eso está al final. Entre medias podremos ver mucho material interesante.

En la siguiente sala nos metemos en materia con ediciones históricas de libros que describen bien conocidas utopías, empezando la propia Utopía de Tomás Moro, que significa no-lugar y da nombre a esas imaginaciones de sociedades ideales, como las de Campanella (La Ciudad del Sol), y Bacon (La Nueva Atlántida). Por ampliación del concepto tenemos las ucronías que llevan las sociedades imaginarias al futuro, lo que les permite introducir también una maquinaria y posibilidades técnicas que no existen aún en el momento en que se redactan, como típicamente sucede en las meras utopías. Un ejemplo de estas es, El año 2440 de Louis-Sébastien Mercier (1771).

Estas obras abrieron el camino para la ciencia y la sociología de ficción del siglo XIX y del s. XX, en que la revolución industrial llevó las posibilidades técnicas a unas alturas antes impensables. Como indicado, encontramos mucho y muy interesante material gráfico, para varias horas si queremos ir al detalle. Hay de todo, realmente. Y aquí solo presento unos pocos ejemplos. La mayor parte de las fotos están tomadas por mí mismo, en las condiciones de iluminación de la sala y pensando solo en documentar el artículo.

No vi el año. Imagino que sería de tiempos de la Gran Depresión. La Revista del Tecnócrata proponía ya entonces un ingreso vital mínimo y daba a elegir entre 30 millones de parados o un sueldo de 20,000 dólares al año por familia. Si eran los años 30 del siglo pasado, 20,000 dólares eran un pastizal. El ingreso vital mínimo del que hablan ahora es mucho menor, y estamos en 2022. Pero por soñar que no quede.

 Una colección de cromos para niños. Simplemente gracioso:

 Salida de la opera en el año 2000, imaginado en 1904. Cambian los carruajes, pero no las vestimentas ni los tipos.

Como indicado, hay mucho y variado material gráfico, todo él interesante, que nos hará sonreír unas veces por su ingenuidad, otras porque no resultó tan siniestro como lo imaginado. También es cierto que la exposición se cuida muy mucho de no insistir en los aspectos distópicos. Por ejemplo el nurturepod nos lleva a las incubadoras de bebés de Un mundo feliz, pero evidentemente, a los organizadores de la exposición no les ha interesado llamar la atención sobre eso. Salvo que se me haya pasado, no hay realmente ninguna parte dedicada a las distopías como 1984 y Un mundo feliz.

En efecto, los organizadores o diseñadores tienen sus planes y los muestran en las cuatro ultimas salas, que nos van a quitar la sonrisa de los labios si quedaba alguna. Se trata de cuatro instalaciones que desarrollan las cuatro posibilidades -escenarios se dice ahora- del futorólogo Jim Dator. Están descritas aquí (Cuatro arquetipos de futuro): Crecimiento continuado, Colapso, Disciplina y Transformación.  Esos cuatro conceptos generales dan, en principio, para todo y para cualquier cosa, pero las propuestas de los artistas tienen tal carga ideológica que no puede ser casualidad su elección.

La primera, Crecimiento, corre a cargo de una tal Carlota Pérez a la que presentan como “una de las expertas mundiales más reconocidas por su teoría sobre la relación entre innovación tecnológica y cambio social”. Nos vende un proyecto “verde”, multicultural y transhumanista materializado en un equipo de futbol, Verde y Oro FC, de un mundo que “ha mitigado el cambio climático sin haber tenido que sacrificar una prosperidad económica global”, que además está más equitativamente repartida que nunca.

Suena todo muy bonito, pero el problema está en los detalles. Así empezó el equipo de fútbol:

Bueno, dudo que queden en España 30 mineros del carbón en la actualidad, los “inmigrantes climáticos” no existen. Activistas sí, demasiados. Dicen que pondrían en común su renta básica universal, pero mucho me temo que lo que les pongan sea una subvención pública. Es decir, que se lo pondremos nosotros mismos de nuestro bolsillo.

Ojo a este aviso del campo de futbol:

 

Lo del racismo y la homofobia ya lo sabemos, pero ¿lo del especismo y robotofobia, de qué va? Aquí lo tenemos: El video muestra los carteles de cuatro jugadores: un mulato, una empoderada transhumana, otra mulata y un asiático. Nada mal para un equipo español.

En resumen, si nos dejamos invadir por África, promovemos la homosexualidad, nos volvemos ecolos y nos ponemos unos cuantos implantes cerebrales podremos mitigar el cambio climático sacrificar la prosperidad y además la renta estará más equitativamente repartida que nunca. ¿De verdad?

 La siguiente instalación corresponde al Colapso, y viene presentada así: “ante la inminencia del colapso, y tras la victoria aplastante de un referéndum, el gobierno de Piria decide eliminarse a sí mismo como Estado para garantizar la supervivencia de sus habitantes. Todos los esfuerzos del gobierno y la economía del país se ponen al servicio de su propia destrucción con el fin de salvaguardar el futuro: un futuro desesperado, sin Estado y, sin embargo, habitable para todos sus ciudadanos”.

Es decir, a los de Piria les da unas caja con cuatro cositas para que se busquen la vida, todo muy empaquetado, por cierto. Hay un racionamiento estricto, pero también se da la posibilidad de firmar un contrato para vivir unos años sin restricciones con la condición de que hay que tomarse una capsulita al final… Además te dan una medalla y un diploma:

Creo que queda claro lo que los amos del mundo esperan de la mayoría de nosotros si la propuesta multicultural, vegana y LGTB+ sale mal, que saldrá.

La siguiente instalación corresponde a Disciplina. La traducción directa no recoge todo el significado de la propuesta que se corresponde con Austeridad. Se trata de aplicar una política de “decrecimiento” y la instalación es “la sede de las ERRES, un grupo intergeneracional de personas que se reúnen para divertirse y participar de la regeneración de ecosistemas humanos y urbanos. Su canción celebra una nueva filosofía de vida: «La vida quería vivir… Y aprendimos a ser Tierra… A disfrutar en la simplicidad… A bailar con el equilibrio…»  

Esta es su banderita, en la que no puede faltar la estrella satánica de cinco puntas.

 

La canción es una memez que nos hace imaginar a unos hippies bastante fumaos. Esta es otra posibilidad: comunas de hippies para los piraos irreductibles. Para algunos, eso del reciclado no va a dar para muchos.

La ultima es Transformación, y nos presenta “un mundo en el que la mezcla de geoingeniería y mitigación han impactado [sic] nuestro entorno creando así novedosas emociones por una nueva naturaleza.” Presenta una agencia de viajes del futuro dedicada a proporcionar “experiencias” a la gente de posibles, que siempre la habrá. Entre las propuestas me llama la atención el viaje a los “Emiratos del Norte” situados en el ártico. ¡Emiratos al norte de Europa! No dan puntada sin hilo.

Pues bueno, estos son los proyectos de ingeniería social que están preparando en cocina, y que dentro de poco nos pondrán en el plato. De hecho ya lo están haciendo.

Puedes verlo en vivo y en directo en el edificio histórico de la Telefónica hasta el 17 de abril. Si no vives en Madrid o no puedes ir a ver la exposición tienes la posibilidad de ojear los folletos:

 

Guía Práctica ‘La Gran Imaginación. Historias del Futuro’

Nota de prensa ‘La Gran Imaginación. Historias del Futuro’
Fotos ‘La Gran Imaginación. Historias del Futuro’

Audioguía gratuita (español)
Claves de la exposición ‘La Gran Imaginación. Historias del Futuro’
Folleto de la exposición

 

Autor

Colaboraciones de Carlos Andrés
LEER MÁS:  Una flor todavía. Por Pilar Redondo
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