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El español es un idioma especialmente rico en expresiones curiosas: «De tal palo, tal astilla», «Dime con quién andas y te diré quién eres», «Estar hecho un flan», «Borrón y cuenta nueva», «El que la sigue la consigue», «Estar de buen año», «El mundo es un pañuelo» … y, como no podía ser de otra manera, el tema sexual es un excelente filón de expresiones populares. La aparente simpleza de mantener relaciones sexuales con alguien se enmascara con expresiones más o menos afortunadas como «acostarse con», «chingar «, «coger», «folletear», «echar un Kiki», «desatascar las cañerías», «echar un casquete» …. J

Una de las expresiones más interesantes por su curioso origen es la protagonista de nuestro artículo de hoy: «Echar un polvo«.

La expresión ‘echar un polvo’, como forma vulgar para referirse al acto sexual, es un modismo ampliamente utilizado y cuyo origen tiene dividido a los propios expertos en etimología, si bien la mayoría (entre ellos Pancracio Celdrán en su libro ‘Hablar con corrección’) apuestan a que procede de la costumbre, ampliamente extendida en los siglos XVIII y XIX, de consumir entre las clases burguesas y aristocráticas el polvo de tabaco conocido como ‘rapé’.

Este polvo de tabaco era aspirado por vía nasal, por lo que solía provocar molestos estornudos y para ello, los caballeros que lo consumían en las fiestas y reuniones de sociedad, se retiraban a otra estancia con la intención de ‘echarse unos polvos a la nariz’.

Con el tiempo, esa excusa para ausentarse de la reunión comenzó a utilizarse también para poder tener fugaces y apasionados encuentros sexuales con la amante de turno, quien esperaba al fogoso caballero en otra sala.

De ahí que, al convertirse en una práctica común, se acabara aplicándose el término ‘ir a echar un polvo’ al acto sexual y ello propició que cuando dichos caballeros, en uno de esos encuentros fugaces, estaba copulando con su amada y alguien de la reunión preguntaba por su paradero siempre había alguien que respondía que se había ausentado para ‘ir a echar un polvo’.

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Pero tal y como indico al inicio del artículo, el origen de la expresión está dividido, siendo el explicado el más admitido, aunque no podemos obviar la otra versión que, aunque menos extendida, tiene algunos puntos de coherencia en su razonamiento, aunque la falta de enlaces y fuentes me hace tener ciertas dudas de lo explicado por Gabriel Laguna en su blog Tradición Clásica.

Según éste, el término ‘echar un polvo’ no aparece reflejado en ningún diccionario etimológico anterior a 1906, donde se refleja por primera vez en el Diccionario de argot español de Luis Besses en la que dentro de la acepción ‘Cohabitar’ da como resultado: echar un flete, una vaina, un polvo (página 209). Posteriormente aparece en la Enciclopedia Espasa, en su edición de 1922.

La hipótesis de Gabriel Laguna apunta directamente como origen de la expresión ‘echar un polvo’ a la fórmula litúrgica «Memento homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris» (Recuerda hombre, que eres polvo, y que al polvo regresarás).  Popularizándose la frase en «Polvo somos, del polvo venimos y en polvo nos convertiremos» y es ese «del polvo venimos» el cual se transforma en sinónimo de acto sexual.

Pero el argumento del Profesor Laguna sobre la nula aparición del término, anterior a la publicación del diccionario de Luis Besset, pierde fundamento tal y como le indican a través de un comentario, apareciendo repetidamente en la obra de teatro de 40 páginas que fue escrita en 1874 y titulada como Don Juan Notorio: burdel en cinco actos y 2000 escándalos escrita por un tal Ambrosio el de la Carabina y en la que el autor la utiliza, tanto la expresión como la palabra polvo, como sinónimo de coito.

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Una vez explicado en palabras de Alfred López el significado de la expresión, podemos decir que la ministrilla de defensa ha echado un polvo a todos los militares como en «burdel en cinco actos y 2000 escándalos», proponiendo una subida real de 25 euros a las Clases de Tropa y dejando como estaba realmente, en la inanición económica familiar, a este colectivo. Con ellos se puede ir a la casa de putas de la CRISTOBALINA. Puerta al fondo y muchas laterales, por donde se ven asomar mullidas camas. Cuadros obscenos, condones, botellas de mercurio. Jofainas con agua sucia, frascos de copaiba, hilas llenas de purgación, y demás utensilios propios de semejante lugar.

«Lo único tangible» en los presupuestos es la subida del 0,9 % en la masa salarial, a semejanza de lo que ocurre con el resto de trabajadores del sector público, y el incremento del nivel del empleo de soldado del 13 al 14, unos 25 euros exclusivamente para este empleo.

«Una actualización irreal que perpetúa» al colectivo militar, sobre todo a la tropa y marinería, como los servidores públicos peor retribuidos y con peores condiciones de trabajo. Nos han tomado por el «coño de la Bernarda» o, mejor dicho, por el «polvo de Margarita», tan mal echado como dignidad, honestidad y lealtad tiene esta ministrilla hacia sus subordinados.

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