21/11/2024 16:53
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No vivimos el amor en tiempos del cólera sino en tiempos del conformismo. Tiempos de lo malo conocido. Tiempos de seguridad. Yo espero ser el fantasma de un amor juvenil que atosigaba a Fermina Daza en aquella novela de García Márquez, pero no lo soy. Soy un mero recuerdo fugaz, uno más en la lista, ni siquiera eso. Uno que no pudo darle eso que tanto quería, dichosa y cruel tranquilidad. Soy como una canción pegadiza, de esas que hay tantas, que tatareas durante una mañana pero que es sustituida en la mente por el nuevo hit de Kiko Rivera. Así me siento y así creo ser sentido.

Los que amamos con la voz avariciosa del enamorado como decía Miguel Hernández, nos encontramos desubicados en esta funesta pantomima en lo que se ha convertido el mundo de hoy. Algunos amando parecen que juegan al Risk o al Cuatro en raya. No lo digo por la cocaína que se consume, que también, sino por lo estratégico del asunto. Están pensando en la ficha que van a mover y no en la chica que tienen enfrente, para tomar cualquier decisión, esperando a que la otra mueva para ellos intentar idear su jugada. Son ajedrecistas finlandeses en lugar de enamorados. Son ingenieros de caminos sin haber andado nunca uno, o sin haber leído a Machado. Son educadores sociales sin haber tratado nunca con un gitano. Son macarrillas de salón sin haber portado nunca una navaja. Son como la princesa de Sabina o la de Rubén Darío. Son como polvo, no son nada como decía José Agustín Goytisolo en Palabras para Julia.

Dámaso Alonso estaba convencido de que Madrid era una ciudad con más de un millón de cadáveres, según las estadísticas, y estoy muy de acuerdo. Las chicas que campean por España, buscan muertos vivientes en lugar de novios. Alaska tenía razón cuando decía que su vida tenía sentido cuando conoció a su zombi novio. Seres inanimados, inermes, impávidos a los que controlar y poder llevarlos a comprar esa ropa que solo a la madre de esa chica le gusta. La mayoría de hombres llevan colgados un cartel que reza: “vendo mi personalidad, vendo mi carisma y mi poder de decisión a cambio de una vida de tranquilidad”. Debajo de ese letrero ponen su Instagram. Lo llevan en la frente. Las tías no paran de reclamar ese tipo de chico. Un sujeto que salía todos los jueves y que ha acabado solo saliendo a tirar la basura. Ha pasado de tener un millón de amigos como Roberto Carlos, a solo tener de compadres a las parejas de las petardas de las amigas de su chica. Igual de capados, igual de anestesiados, igual de castrados que él. Muertos en vida que comprueban como su calvicie avanza y su vida sexual mengua. De hacerlo con la frecuencia con la que comían postre, a hacerlo con la frecuencia de comprar la quiniela, y de repente se dan cuenta que lo hacen tantas veces como días de Navidad tiene el año. Por supuesto, en todo este proceso, ni un plan improvisado, ni una aventura que poder vivir, ni un alarde de enamoramiento arrebatador, ni un poema, ni una carta…. Nada de nada. Paella con los suegros el domingo, semanita en Punta Cana con sus fotitos para fardar correspondientes y barbacoa para enseñarles a las amigas el nuevo chalet que ha comprado papá en la sierra… Eso es todo lo que busca la mujer del contable de BBVA que tiene por novio o marido.

En estos tiempos sólo triunfas con las mujeres si eres policía, estudiaste ADE y algo que le añadas que suene en inglés y quede moderno y cosmopolita; porque tu papá tenga mucho dinero, vayas al gimnasio y nunca has ido a una librería o te llames Borja. Si no cumples con algún fenotipo ya puedes escribir los versos de las golondrinas de Bécquer, que no tienes ninguna posibilidad. Ya puedes ser Burt Lancaster en De Aquí a la eternidad, que te dejan.

Te sentirás como Neruda y dirás aquello de: “de otro. Será de otro. Como antes de mis besos.” Pues el otro no es Frank Sinatra, el otro es un pobre diablo que farda de su estabilidad financiera, pero que nunca ha sido el hombre que podía decir lo que ama como decía Cernuda, porque no ha amado nunca más que a sí mismo. Conciben, como decía Celaya, la poesía como un lujo. Ellos que viven rodeados de comodidades que se amotinan contra sus propios sentimientos. Gangrenados por sus propios caprichos, proyectan su cobardía en forma de solvencia financiera, pero nunca en forma de versos. No conocen la poesía para el pobre como defendía Gabriel Celaya, conocen los pasillos de IKEA, lugares donde los poetas se pierden y los tontos prosperan.

Estos sujetos acabarán sus días, si son honestos, afirmando como decía Borges: “he cometido el peor de los pecados que el hombre puede cometer. No he sido feliz.” Dice Borges también en ese poema: “No fui valiente.” Me niego a resignarme. No quiero verme carcomido por el remordimiento de no haber amado, desolado, preguntándome como se preguntaba Bécquer: “¿por qué callé aquel día?” Les puedo asegurar que sufre más el que ama sin mirar el reloj, sin mirar nada más que los ojos de su amada, que el que ama como el que realiza un Excel.

Les reconozco que he amado a una persona más que a todas las demás juntas.

He querido como quiso Lope de Vega, lo he probado y lo sé. Amé como nos pidió Jesucristo que amásemos: con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente, con todo nuestro cuerpo, con todas nuestras fuerzas. Hubiese dejado todo lo que dejó Alberti por esa mujer, pero se equivocó la paloma… Ella prefirió vida de hogar y un marido con miedo a volar como canta Loquillo. Ella cambió rutina por amor. Ella se quedó con lo seguro sin importarle que fuese aburrido y la deslizase poco a poco hacia el precipicio de la monotonía.

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Es una chica maravillosa, no he conocido otra ni parecida. Tengo clavada su pupila en mi pupila y su cara representa el conjunto de mis sueños plasmados en su rostro, en su mirada, en su gesto, en su sonrisa. Sus besos son irrepetibles y su manera de amar cuando me amó, es una bocanada del aire más fresco que he conocido. Conozco perfectamente la libertad de estar preso de ella, como decía Cernuda. Mi verdad fue mi amor verdadero hacia ella. Una maravilla de este siglo que un día me dejó. Fue muy corto el amor y está siendo larguísimo el olvido, como el de Neruda. Su recuerdo es imborrable y su huella es más extensa que la herida de Miguel Hernández.

Os aseguro que, a pesar del dolor, amar merece la pena. Lo merecerá siempre, a pesar de estos tiempos. La vida sigue, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido, dice Sabina. Yo seguiré enamorándome, buscando a una chica que se parezca a la de la calle Reyes Magos. Buscando a alguien que se atreva a arriesgar y a no hacerme pensar en un futuro que no existe. Igual que la amé en los portales, voy a amarla toda la vida. Porque, aunque amar de esta manera te deja hecho polvo, como decía Quevedo: polvo serán, pero polvo enamorado.

Autor

Josue Cardenas
Josue Cardenas
Josué Cárdenas Gómez. (Sagunto 1999). Es Periodista y cronista parlamentario de primera línea en el ámbito de la Información y la Opinión.

Comenzó en el periodismo en plena crisis del Coronavirus y ha trabajado
en radio, prensa y televisión. Su interés por la Poesía va de la mano
con su devoción por la Cultura. Sus programas siempre contienen
secciones de Literatura, Música y Cine. La Poesía marca su vida y
desde pequeño sus referentes han sido claves para que los versos sean
protagonistas de sus inquietudes.

Director del programa La Burbuja en Periodista Digital de Alfonso Rojo. Sus artículos de Opinión son un referente nacional de la actualidad política y social de España, en exclusiva para ÑTV ESPAÑA.
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Jose

Sublime compendio de muestras de la decadencia social. Aún queda esperanza.

Anselmo

Muy buenas reflexión. Me ha encantado.

José María

Hola Josué, en tu artículo aunque intentes adornarlo abusando claramente de referencias a escritores, creo que escondes una idea peligrosa e inestable de cómo amar hoy en día. Cualquiera que escudándose en el romanticismo piense así debería pedir algo que la mayoría de esos referentes no pudo tener: ayuda psicológica.

Geppetto

Los españoles normales no tienen acceso a estas disquisiciones sociales.amatorias que son, en general, para veinteañeros.
Estan a otras cosas mas perentorias como son intentar no quedarse sin familia, sin trabajo y sin España

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