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Jabalíes en la plaza de María Pita, frente al Ayuntamiento (La Opinión)

El otro día, concretamente en la mañana del pasado día 7, fui testigo de un sucedido que me llamó poderosamente la atención, en el que quedó puesto de manifiesto el servilismo del que hacen gala algunos politiquillos o funcionarios de medio pelo.

Resulta que faltaba poco para las doce de la mañana, hora en la que, en la iglesia conventual de Santo Domingo de La Coruña, se iba a celebrar la misa solemne en honor a Nuestra Señora del Rosario, Patrona de la ciudad.

A escasos cinco minutos para el inicio del oficio religioso, apareció la alcaldesa, eso sí, a pie, supongo que, para ofrecer una imagen de más popular a los ojos de los ciudadanos, aunque a tenor de la dirección que traía y de la zona en la que ella reside en La Coruña, era fácil colegir que el coche, desconozco si oficial o no, la había dejado tan solo unos metros más alejada, sin embargo, parece que queda mejor aparentar ser uno más, aunque luego, a fin de mes, se aprecien las notables diferencias.

La llegada de esta señora, en día tan señalado, nada tiene que ver con aquellas otras festividades del Rosario en las que la Corporación Municipal, acudía, bajo mazas, a presentar sus respetos, en nombre de toda la ciudad, a los pies de la imagen de la Patrona de todos los coruñeses, pero eso se encargó de cargárselo, como muchas tradiciones más, aquellos impresentables populistas de la marea que ensuciaron, de negro chapapote, la ciudad en aquel 2015, de tan amargos recuerdos, cuya herencia perpetuó la actual alcaldesa y su troupe.

Pues bien, resulta que la titular del Ayuntamiento coruñés -lo es pese a no haber ganado las elecciones- era esperada, a pocos metros del templo, por algunos de sus lacayos, de esos para los que la dignidad y el honor carecen de otro sentido que no sea cobrar un buen sueldo a fin de mes, con el fin realizarle el rendibú correspondiente.

Yo me dirigía a un bar próximo cuando advierto que, una de las que habían recibido a su señoría, salía corriendo, como alma que lleva el diablo, en la misma dirección que yo. Por supuesto, al llegar a la puerta del local me abstuve de cederle el paso, no por falta de educación que la tengo, si no para evitar que, a lo mejor, me dedicara algún improperio como esas estúpidas populistas, esas que tanto suman, que si les cedes el paso te dicen aquello de “lo haces para verme el culo”, como si fuera algo que merezca la pena ser mirado. El colmo de la estupidez.

El caso es que la individua en cuestión entró, toda acalorada, detrás de mi al bar y, en voz alta, se dirigió a una empleada diciéndole “una botellita de agua para la alcaldesa que luego te la pago”.

Ratas paseando el centro de La Coruña

Una vez la hubieron atendido en su demanda, la individua de referencia abandonó el local como si huyese de un incendio y en ello le fuera la vida.

Por mi parte, tras la sorpresa que me causó escuchar aquella petición, reflexioné sobre el asunto.

En primer lugar, cuesta trabajo entender que alguien, que representa algo importante como es el caso de mi ciudad, se le ocurra acceder al interior de un templo donde se va a oficiar una función religiosa, sea del credo que sea, provista de una botellita de agua como lo haría si fuera al cine, a la playa, a pasear por el campo o como si se tratase de un niño pequeño que no puede pasar sin el líquido elemento.

Tampoco es fácil de entender a que viene que la adlátere, encargada de verificar la consecución de la famosa botellita, pregone, a los cuatro vientos, para quien va destinado el recipiente con agua. ¿Cuál es el motivo?, ¿prevalerse de la condición de su jefa para ser atendida antes?, ¿esperar que, debido a esa condición, el propietario del establecimiento no haga efectivo su cobro?, ¿ qué todos sepamos que la alcaldesa, pese a tener una sed impertinente, cumple con el deber por el que todos los coruñeses le pagamos?, ¿usar a su jefa de aval para que el dueño del local le fie el pago de la botellita?, ¿esperar a que el camarero en cuestión, teniendo en cuenta para quien iba dirigida la botella, le diese una de gran reserva o, al menos, diferente a la que tomamos el resto de los mortales? No lo entiendo.

En fin, complicado de entender, aunque la pregunta que cabría hacerse, en última instancia sería la siguiente: ¿volvió la individua en cuestión, al concluir la función religiosa, a pagar la botellita de marras? No lo sabemos. Suponemos que sí, pues ya sería el colmo caer tan bajo, por tanto, tal cosa la vamos a pasar por alto.

En cualquier caso, estamos acostumbrados a que esta señora no sea responsable de nada de lo que sucede en La Coruña, así que tampoco lo será de lo que hacen sus mandados en su nombre. Sirva como ejemplo la presencia habitual y reiterada de jabalíes en las calles más céntricas de La Coruña -los visitantes nocturnos- que, según ella, son responsabilidad de la Xunta de Galicia; en la misma medida que si hay delincuencia en nuestra ciudad, ella no es responsable al serlo, en exclusiva, la Policía Nacional.

Esta señora parece que se olvida de que dispone de un Cuerpo de Policía Municipal con atribuciones en materia de prevención de la delincuencia, como cualquier otra Institución policial, y, por encima de todo, con el deber de velar por la observancia de las Ordenanzas Municipales.

La porquería amontonada en las calles de La Coruña con los locales aun abiertos

Sin embargo, a esta señora y a su troupe, esto le da igual. Un buen ejemplo de ello es el amontonamiento de basura en los contenedores habidos en las zonas de mayor afluencia de la ciudad -esos que visita cualquiera que llegué a La Coruña en plan forastero- que están llenos a rebosar antes de las dos de la tarde de cada día sin que nadie lo evite, lo que se repite, en la misma medida, a últimas horas de la tarde, incluso con los locales atestados de gente. Con lo sencillo que sería vigilar la zona y, al igual que en otras ciudades españolas, prohibir que, en esas zonas, se deposite la basura antes del cierre de los establecimientos hosteleros o, en último caso, colocar un mayor número de contenedores. Sin embargo, parece que a estos socialistas la imagen les trae al pairo.

Tampoco, por lo que se ve, esta señora es la responsable directa de que, la arteria más comercial y visitada de La Coruña, la calle Real, presente el deplorable aspecto de “feirón de pueblo”, invadida por los manteros que la abarrotan, no permitiendo que su Policía Municipal, que tiene vedado el patrullaje en esa zona, los moleste en la venta de sus falsificaciones, al igual que hacían sus predecesores.

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En igual medida, tampoco es la responsable de la gran cantidad de ratas que pasean, con total impunidad, las más céntricas calles de nuestra ciudad, ante la pasividad más absoluta del gobierno municipal, presidido por esta señora.

Seguimos siendo una de las ciudades más sucias de España, al igual que en los penosos años de la malvada marea, pero, por lo que se ve, tampoco es responsabilidad de la alcaldesa

Entonces, ¿de qué es responsable?, ¿de qué nos sirve esta señora y su troupe al frente del Ayuntamiento? Realmente, de nada. Pero los coruñeses tenemos lo que nos merecemos.

Autor

Eugenio Fernández Barallobre
Eugenio Fernández Barallobre
José Eugenio Fernández Barallobre, español, nacido en La Coruña. Se formó en las filas de la Organización Juvenil Española, en la que se mantuvo hasta su pase a la Guardia de Franco. En 1973 fue elegido Consejero Local del Movimiento de La Coruña, por el tercio de cabezas de familia, y tras la legalización de los partidos políticos, militó en Falange Española y de las J.O.N.S.

Abandonó la actividad política para ingresar, en 1978, en el entonces Cuerpo General de Policía, recibiendo el despacho de Inspector del Cuerpo Superior de Policía en 1979, prestando servicios en la Policía Española hasta su pase a la situación de retirado.

Es Alférez R.H. del Cuerpo de Infantería de Marina y Diplomado en Criminología por la Universidad de Santiago de Compostela.Está en posesión de varias condecoraciones policiales, militares y civiles y de la "F" roja al mérito en el servicio de la Organización Juvenil Española.

Fundador de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña, del Museo Policial de la J.S. de Policía de Galicia y de la Orden de la Placa y el Mérito de Estudios Históricos de la Policía Española.

Premio de narrativa "Fernando Arenas Quintela" 2022

Publicaciones:
"El Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII. 1908-1931" (Fundación Policía Española)

"La uniformidad del Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII 1887-1931 (LC Ediciones 2019)

"Catálogo del Museo Policial de La Coruña". Tres ediciones (2008, 2014 y 2022)

"Historia de la Policía Nacional" (La Esfera de los Libros 2021).

"El Cuerpo de la Policía Armada y de Tráfico 1941-1959" (SND Editores. Madrid 2022).

"Policía y ciudad. La Policía Gubernativa en La Coruña (1908-1931)" (en preparación).


Otras publicaciones:

"Tiempos de amor y muerte. El Infierno de Igueriben". LC Ediciones (2018)

"Historias de Marineda. Aquella Coruña que yo conocí". Publicaciones Librería Arenas (2019).

"El sueño de nuestra noche de San Juan. Historia de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña". Asociación de Meigas (2019).

"Las Meigas. Leyendas y tradiciones de la noche de San Juan". Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña (2011).

"Nuevas historias de Marineda. Mi Coruña en el recuerdo". Publicaciones Arenas (2022). Ganadora del premio de ensayo y narrativa "Fernando Arenas Quintela 2022".
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