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Durante la década de 1920, el científico ruso Mavrikiyevich Ludvig pudo acceder a los Archivos Secretos del Vaticano, separados de los 1.600.000 libros de la Biblioteca fundada en 1475, y ubicados en una instalación de 85 kilómetros de pasillos, con estantes que custodian información sobre exopolítica. Allí, leyó manuscritos sobre seres extraterrestres, códigos antiguos y alquimia. Informó encontrar archivos que describen las pirámides egipcias como máquinas de energía e incluso registros que mencionan el uso de armas nucleares en la Antigüedad. En 1938, la agencia Federal Soviética lo declaró agente de contraespionaje del Vaticano y fue condenado al Gulag.

El Obispo de Los Ángeles, James Francis Mc Intyre, y él de Detroit, Edward Mooney fueron, por comisión de Pío XII, los organizadores del S.I.V. (Servicio de Inteligencia Vaticana) para coordinar los asuntos extraterrestres con las agencias secretas de Estados Unidos. James asistió, en abril de 1954, al encuentro entre el Presidente Dwight Eisenhower y los miembros del grupo Majestic-12 (comité de funcionarios gubernamentales, altos mandos militares y científicos) en la Base militar de Muroc (California). La reunión coincidió con la reciente y misteriosa desaparición del Presidente en febrero de 1954, que se ausentó varios días de la Casa Blanca para reunirse con visitantes extraterrestres en la Base aérea de Edwards, donde se firmó un acuerdo que les permitiría abducir humanos y experimentar con ellos, a cambio de tecnología militar brindada a Estados Unidos. Ya Pío XII había presenciado en 1950, la danza de los ovnis en los jardines del Vaticano y conocía muy bien este peculiar tema, desde las Apariciones de Fátima. Cómplice fue luego la Iglesia ante los crímenes cometidos hacia testigos ovni y personas que poseían información reservada.

Secretario y asistente personal del ocultista Juan XXIII (1881-1963), el sacerdote Loris Capolvilla afirmaba en la prensa, en 2005, que Su santidad y él habían tenido un singular encuentro con un ser de otro planeta. Esta criatura descendió de su nave en la residencia de descanso papal de Castelgandolfo, una noche de julio de 1961. Mientras transitaban por los jardines de la residencia, vieron en el firmamento cómo se acercaba un ovni: “observamos sobre nuestras cabezas una nave de forma oval que tenía luces intermitentes azules y ámbar. Luego, se posó sobre el césped del lado sur del jardín. Un extraño ser salió de la misma: parecía un humano a excepción que estaba rodeado por una luz dorada y tenía orejas alargadas. Nos arrodillamos los dos. No sabíamos lo que estábamos viendo pero supimos que no era de este mundo, por lo tanto debía ser un acontecimiento celestial. Rezamos y cuando levantamos las cabezas, el ser estaba todavía allí. Eso fue la prueba de que no habíamos tenido una visión. El Santo Padre se levantó y caminó hacia él. Los dos estuvieron hablando unos 20 minutos. No me llamaron, así que permanecí donde estaba y no pude oír nada de lo que hablaron. Finalmente se dio la vuelta, caminó hacia la nave y se marchó. Su santidad regresó y me dijo que los hijos de Dios estaban en todas partes y que, algunas veces tenemos dificultad en reconocer a nuestros propios hermanos». El trabajo de Juan XXIII fue clave en el desarrollo actual del movimiento luciferino de la nueva era, a través del movimiento ufológico esotérico donde muchas personas afirman ser contactadas o abducidas y cuya experiencia paranormal han sembrado la creencia en seres que planean salvarnos del Apocalipsis. Este papa rosacruz y masón de grado 33 (cuando era nuncio en París) llevaba a cabo talleres espirituales en Turquía. Ascendido a cardenal, fue constantemente elogiado por miembros de sociedades secretas y por los propios Sabios de Sion. Dejó unas profecías sobre la Historia de la Humanidad (desde 1935 a 2033) sobre la conversión de una rama del Islam al cristianismo por medio de la Virgen de Fátima. Fátima, nombre de la hija del profeta Mahoma, permitirá un acercamiento entre musulmanes y cristianos durante la Tercera Guerra Mundial.

En este aspecto ufológico, la Iglesia Católica, mediante El Centro de Investigación Teológica (CTI) ha montado conjuntamente con la NASA, un centro que permite seguir, día y noche, los movimientos de estos “hermanos extraterrestres más evolucionados que nosotros mismos”. Con este fin, 24 teólogos, científicos, académicos y legisladores fueron contratados gracias a una subvención de $1.1 millones otorgada por la Universidad de Princeton. Trabajan para establecer contacto extraterrestre, usando un telescopio llamado “Lucifer”(Large Binocular Telescope Near-infrared Spectroscopic Utility with Camera and Integral Field Unit for Extragalactic Research). Tal artefacto está ubicado en el observatorio del Monte Graham, Arizona, el cual está custodiado y dirigido principalmente por sacerdotes jesuitas y líderes vaticanos. Este proyecto forma parte del objetivo continuo de la NASA de apoyar el trabajo sobre las implicaciones sociales de la astrobiología, según afirmó el reverendo Andrew Davison, teólogo de la Universidad de Cambridge. Asimismo, el jesuita José Gabriel Funes, responsable del observatorio astronómico del Vaticano (Osservatore Romano), confirmó la existencia de vida en otros planetas.

Solamente falta terminar recalcando que estos “hermanos extraterrestres” son precisamente los ángeles caídos, es decir los demonios, verdaderos maestros de la alquimia y del control mental, que siguen comunicándose con nuestras élites, gracias a su estrecha colaboración. ¿La Casa de Saboya tendrá la última palabra?

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Geppetto

Menuda gilipollez

Dum Spiro Spero

El autor es un idiota. Parece que trabaja para «ortodoxos». Qué pesadez de autor.

Ramiro

Señora, ¿usted que bebe, o qué toma…?
Debería acudir al médico, con urgencia, o, mejuor al psiquiatra, pues creo que lo necesita.

Dum Spiro Spero

Le resbalan los consejos. No sé cómo aguantan a este hombre en este medio. Mal asunto

Aliena

Bueno, «aguantar»… no sé si es el verbo adecuado, porque tienen a cada lumbreras en este medio que ya, ya. Esta señora es sólo un botón de muestra.

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