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Con José Antonio Primo de Rivera, fundador y líder de Falange Española, pasa como con Jesucristo: cada uno se lo monta “a su medida”. Me explico: uno es el José Antonio que se menta única y exclusivamente como mártir de la persecución roja, como ejemplo de juventud abatida tras un juicio injusto, político y de opereta perpetrado por la horda marxista; otro es el José Antonio de las grandes frases poéticas de amor y de guerra, de revolución y de esperanza, utilizadas frecuentemente por líderes de Vox sin citar a su autor aunque en el evento “Viva 22” Santiago Abascal citó al fundador de Falange recitando algunas de sus palabras antes de ser fusilado; otro es el joven patriota batallador por la justicia social pero “no fascista” (¡uyyy, qué asquito con el fascismo! ¡José Antonio no lo era!, dicen).

Pues miren: José Antonio es todo eso, y mucho más. José Antonio representa una doctrina completa, integral, total y poética; y también es un hombre que encarna la elegancia, la ética y el estilo del abogado culto y la épica del hombre de honor que no vacila en empuñar un arma, en utilizar el puño, en renegar de la democracia falseada y verbalista de las asambleas liberales y en afirmar la dialéctica de los puños y las pistolas cuando se ofende a la Justicia o a la Patria. También es el José Antonio que afirma que “los españoles podrán decidir acerca de cosas secundarias, pero acerca de la esencia misma de España no tienen nada que decidir”. Y es el líder que afirma que el mejor destino de todas las urnas es ser rotas.

Es el admirador de Benito Mussolini, al que califica de “escultor” de una sociedad italiana nueva sacudida de sus viejos vicios, al que admira por encarnar la verdadera revolución social, a la vez que admite que el otro gran líder fascista europeo, Adolfo Hitler, es un gran orador, pero un adulador de su pueblo y no convergente con los postulados verdaderamente revolucionarios de Falange Española.
En un magnífico artículo de nuestro colaborador Juan Manuel Cepeda aparece la entrevista a José Antonio en un periódico parisino donde el fundador de Falange proclama a su formación como “milicia fascista”, propugnadora de un Estado totalitario que asigne a cada individuo y cada clase su misión en la unidad de destino nacional, con concomitancias con el fascismo italiano, destinada fundamentalmente a la juventud y con una vocación de crear el estado de ánimo suficiente para que sea la élite falangista, llegado el caso, y apoyada en la reacción del Ejército, la que gobierne los destinos de España.  Para José Antonio, el nacionalsocialismo alemán es la democracia llevada “al paroxismo”. Lean el artículo, que es jugoso y merece la pena: https://elcorreodeespana.com/historia/481831431/Entrevista-inedita-de-Jose-Antonio-y-lo-que-realmente-pensaba-de-Hitler-y-Mussolini-Por-Juan-Manuel-Cepeda.html

Y, cómo no, encontramos al José Antonio que deslinda siempre su movimiento de cualquier “copia” hacia los del mismo corte que se están produciendo en el extranjero, pero cuyo partido, Falange, estuvo presente en las reuniones de la llamada “Conferencia de Montreux” a la que llamaron “Internacional fascista”.
Y, efectivamente Falange no era una copia de ningún movimiento extranjero porque, según el propio José Antonio el fascismo consistía en “volverse –las naciones- hacia sí mismas para recobrar el sentido de unidad de destino en lo universal” frente a la ruina liberal y la tiranía marxista, y su movimiento era genuinamente español.

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José Antonio también es el que en sus discursos contra la revolución socialista habla de los beneficios obtenidos por “traficantes judíos” o del judío Carlos Marx, para referirse a cómo en sus cartas a Engels trata a los obreros como “chusma” que sólo le servirá en la medida en que sea necesaria para implementar la doctrina materialista de lucha de clases y ese hombre-átomo convertido en mero factor de producción, desprovisto de alma y dignidad, contrario al hombre portador de valores eternos que propugna Falange.

Descubrir a José Antonio no es “hacernos un José Antonio” a medida de un interés personal o político. Es leer sus obras, perfectamente recogidas por Alvaro Romero Ferreiro, editor de SND en un ejemplar magnífico que tengo entre mis manos; Obras Completas de José Antonio, de SND editores.

Honrar a José Antonio Primo de Rivera es atribuirle a él la doctrina y los postulados de justicia social que prendieron en el alma de los miles de jóvenes falangistas que derramaron su sangre contra el comunismo durante tres años de guerra de Liberación, y algunos de los cuales ocuparían futuras carteras ministeriales del régimen del General Franco como la del Ministerio de Trabajo de José Antonio Girón de Velasco o el de Vivienda de José Utrera Molina para ofrecer a los obreros el puesto de trabajo fijo, las pagas extraordinarias, cinco millones de viviendas sociales, Universidades Laborales, pensiones de jubilación y viudedad, Seguridad Social, sanidad pública universal, comedores sociales encuadrados en el Auxilio Social o premios a la natalidad.

El socialista Félix Bolaños ya ha anunciado la intención de profanar el cadáver de José Antonio Primo de Rivera, y todos aquellos que exaltan su nombre y citan sus palabras tendrán ocasión de participar junto a Falange Española de las JONS y La Falange en cuántas acciones sociales, judiciales y de protesta sean menester. Y es que han sido estas organizaciones extraparlamentarias, herederas del legado político joseantoniano, las únicas que desde YA mismo han anunciado la batalla en todos los campos, dentro de su posibilidad y de su humildad; de su nobilísima humildad.
Veremos entonces si todos los que se hacen un “José Antonio” a medida, o los que citan con profusión sus célebres frases –parece que últimamente señalando al autor-, se unen a la lucha en todos los frentes.

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José Antonio Primo de Rivera, ¡Presente!