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Antes de entrar en materia quisiéramos poner de manifiesto que el adjetivo “cordobés” sólo lo ponemos, porque el ejemplo concreto se ha producido en Córdoba, pero podemos verlos semejantes a diario en cualquier rincón del estercolero de Españistán, e incluso del Planeta-Gulag llamado Tierra.
Hay una noticia que ha pasado casi desapercibida, que pone de manifiesto el servilismo lacayo y analfabeto de las universidades, antes baluartes de la ciencia.
Doña Isabel López García, directora del Aula Ingenia de la Universidad de Córdoba, a la que felicitamos desde aquí por su valor, había organizado en el seno de esta Universidad una serie de conferencias bajo el título de “El pensamiento en estado crítico”, en el que iban a tener voz personas que discrepan de las versiones oficiales: científicos, filósofos, economistas, militares y periodistas. Todos ellos defienden teorías alternativas, ya sean negacionistas, conspiranoicas, terraplanistas u otros ismos denostados por el dogmatismo oficial.
Pues ha venido la cúspide de la Universidad a poner coto a ese desmán, y le han retirado la financiación, para que no se pueda celebrar. Quien quiera discrepar de lo que dice el jefe, que se lo pague él, dirá el señor Rector Magnífico y genuflexo.
Desde aquí deseamos a ese rector y a todos los que han participado por acción y omisión en el torpedeo de estas jornadas, que se pongan la cuarta dosis, y que les haga el efecto para el que se ha diseñado. Y luego hablamos de ciencia.
En estos paños tan menores, ruines y andrajosos está la “ciencia” oficial, que reniega del principio cartesiano de la duda metódica, base de la verdadera ciencia. Porque como dice el periodista Carlos Astiz (uno de los ponentes propuestos por la promotora) la duda es revolucionaria.
Y debe serlo, cuando se prohíbe.
Dan la risa, y ganas de aprender a utilizar explosivos, las excusas aducidas por la jefatura de las Universidad para suspender las jornadas: “se trata de un programa que promociona la pseudociencia y ofrece espacio a teorías no demostradas científicamente”.
Aprovechamos para recordar a esos analfabetos impresentables lo que es pseudociencia y “teorías no demostradas científicamente”. Porque sus jefes ya se han bajado del carro hace tiempo, dejándolos a ellos en evidencia como lo que son, unos vulgares lacayos babosos.
En todo caso, lo más triste es que ya no nos sorprende ver la villanía y abyección de tantos y tantos funcionarios y arribistas, que por un plato de lentejas venden a su madre y a su hija, muchas veces literalmente.
Porque, si esquizofrénico es el comportamiento de esos esbirros acéfalos que se disfrazaban 8 horas de carceleros, y las otras 16 horas del día de reclusos, no lo es menos el de los que, desde cualquier puestecillo de la administración o la empresa privada, hacen de celosos guardianes de las órdenes del jefe. Esos que nos recriminan si aparecemos sin mascarilla, o no mostramos el certificado de idiocia, o salimos a pasear fuera de las horas indicadas.
A esos los encontramos detrás de cualquier mostrador, al volante de un autobús y, lo que es peor, ejerciendo la docencia.
Dios nos pille confesados, y a ellos con pauta completa.
Autor
- Guerrillero insurgente. El sistema lo describe como negacionista, conspiranoico, anticientífico, egoísta e insolidario. Él se cisca en el sistema y no ceja esfuerzos para derribarlo. No usa trabuco, pero a su ordenador lo llama “La MG-42”.
Se ha presentado recientemente el Partido Andalusí. Reivindican la figura e ideas de Blan Infante (su nieto es miembro de honor del partido) y pretenden oficializar el árabe, «lengua propia y originaria de Andalucía». Creo que la consideran la L1 de Andalucía.
¿Sería una boutade sustituir Andalucía por Bética o por Turdetania? ¿No pretendían los autores del Grupo Cántico asumir por entero el legado romano, abandonando «folklorismos soeces»?