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Publicadas en el número correspondiente al 15/21 de noviembre de 1978

 P.- ¿Cómo valora usted hoy la persona y la obra de Francisco Franco?

R.- A los tres años de la muerte del Caudillo, su figura se agigante. Al con­templar el estado caótico de la España de hoy, enfrentada con una de sus más graves crisis históricas, se comprenden, sin que sea preciso razonar, es de­cir, de una manera intuitiva, las motivaciones del Alzamiento, de la Cruzada y del Estado social que de ella surgió, al servicio del bien común y de la unidad, de la grandeza y de la libertad de la Patria. 

Para mí, Franco se identificó con nuestra alma colectiva y la personificó de tal forma que, con escasas excepciones, el antifranquismo se confunde con el odio a España.

Franco ganó al comunismo, en nuestro suelo, la primera batalla de la guerra civil universal que vivimos, y de cuyo desenlace dependen la libertad del hombre y la soberanía de la nación.

Franco supo entender hasta qué punto el enfrentamiento de los aliados y de las potencias del eje, aparte de su inutilidad, acabaría sometiendo a la esclavitud marxista hombres y patrias. Por eso advirtió sin ser escucha­do, y mantuvo a España al margen de la tragedia.

Franco sacó a España de la tragedia y de la modorra, aupó el espíritu de los españoles, creó una mística del trabajo y consiguió para España, y en especial para los humildes, un alto y envidiable nivel de vida. 

Por último, Franco se ganó la gratitud del pueblo. De ahí que, pese a las campañas de difamación de los adversarios de siempre y de la deserción de los aduladores de ayer, su nombre y su recuerdo sean capaces de movilizar co­rrientes de opinión que, apoyadas en su obra gigantesca y en la doctrina política que le sirvió de base, tengan más futuro que nunca.

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REDACCIÓN
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