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Son muchos los ejemplos e incluso ríos de libros y artículos los que se han escrito en contra de las Cruzadas, y todos, como casi siempre, copiándose de escritores, muy anteriores, enemigos de:

 

Enemigos del trabajo serio. No fueron, ni lo son, investigadores serios ni fiables en absoluto. Yo diría que son los tantos escritores que hay a los que llamamos “pseudo-historiadores”, y que por el mismo nombre ya podemos colegir qué es lo que son realmente.

 

Enemigos de la Iglesia Católica. En un principio nacieron como represalia al poder mismo de esta y sobre todo al separarse en las distintas sectas que nacen con Lutero y sus sucesores. Además, estos países, Inglaterra, Holanda y norte de Alemania… etc. son enemigos acérrimos del poder de entonces, es decir, España.

 

Por ello sus escritores y la imprenta que nace, además en estos países, desarrollan un “caldo de cultivo” anti-español y lo que es peor anti-cristiano.

A estos hay que sumarles, en años y siglos sucesivos, los que llamamos “tontos útiles”, que siendo “cristianos”, incluso católicos, sin embargo, no les importa criticar e incluso atacar a su propia Iglesia si con ello adquieren popularidad y nombre (aunque este sea entre el populacho). No les importa nada, para estos sedo-escritores, “el fin justifica los medios”.

 

Así pues, con estos “individuos ¿qué historia podíamos esperar tener?

     

Pero no creamos que con aquellos “escritores” se iba a terminar de escribir esta seudo-historia. No, esto seguirá mientras el mundo no sea realmente cristiano en su totalidad, porque no hay más que ver uno de los últimos ejemplos acontecido recientemente y que paso a referirles.

 

En el año 2001 en la eminente Universidad de Georgetown el expresidente Bill Clinton dio un discurso en el que habló sobre la respuesta de Occidente a los entonces recientes ataques terroristas del 11 de septiembre. El discurso podríamos imaginar que trataría sobre el tema y cuáles fueron las razones por lo que se produjo este terrible ataque islamista; pero lo que contiene, y ¡asómbrense! es unas cuantas, pero relevantes, referencias a las cruzadas. ¿Qué tienen que ver estas, las cruzadas, con este ataque reciente?

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 El Sr. Clinton “lo explicó”, lo afirmó “por la cara”, sin demostrar nada (naturalmente), él debe saber mucho por lo visto de historia, pues dijo: que “cuando los soldados cristianos tomaron Jerusalén en 1099, procedieron a matar a todas las mujeres y a todos los niños musulmanes en el templo del Monte”. Basándose, según él, en “descripciones contemporáneas del evento” (habría que ver a qué “fuentes” se refería, pero naturalmente no hizo referencia a ninguna); siguió afirmando del mismo modo: como “los soldados que caminaban allí lo hacían con sangre hasta las rodillas”.

 

Pero para dar más color y según él, veracidad a sus afirmaciones, continuó diciendo: “que esta historia aún se narra en Medio Oriente y todavía estamos pagando por ello”.

Ciertamente el Sr. Clinton, con estas afirmaciones, propias de libros y textos de literatura populachera, se quedó tan fresco, pero si esto fue malo no cabe duda que el no haber respuesta a estas “afirmaciones tan valiosas”, lo es peor.

 

 Otro ejemplo lo hemos tenido en el año 2005 con la película Kingdom of Heaven (“El Reino de los Cielos” o “Cruzada”), en la que muestra a los cruzados como hombres fanáticos, groseros y lujuriosos, y cuando habla de los pocos mejores, estos se debaten entre el remordimiento por sus excesos y la lujuria para seguir con ellos, amén, naturalmente, de un profundo desconocimiento de Dios y de lo que los Evangelios nos enseña y nuestra Santa Iglesia nos transmite a través de los siglos con toda veracidad, como no podría ser de otro modo.

 

Otro ejemplo más es lo que nos dice uno de los más famosos historiadores de las cruzadas, me refiero al semi-popular Sir Steven Runciman, que después de haber rellenado sus tres volúmenes de magnífica prosa, concluye con un juicio sobre las cruzadas, diciendo que eran: “nada más que un largo acto de intolerancia en el nombre de Dios, que es el pecado contra el Espíritu Santo”. ¡Y se quedó tan fresco!

 

También oímos con gran frecuencia ciertas afirmaciones, siempre “por la cara”, que para cualquier historiador serio son realmente ridículas, pero no por ello dejan de ser temibles, por ser tantas y variadas las expresiones, que siglo tras siglos, se siguen vertiendo sobre los cruzados y las Cruzadas, y que han deformado y siguen haciéndolo, nuestra sociedad, tales como:

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“Los soldados de la Primera Cruzada aparecieron, básicamente, sin advertencias, inundando Tierra Santa con la misión declarada, literalmente, de matar a los no creyentes”.

 

“Las cruzadas eran una temprana forma de imperialismo”.

 

–  “La confrontación con el Islam dio inicio a un periodo de fanatismo religioso que generó la Inquisición y las guerras religiosas en la desolada Europa durante la era Isabelina”. 

Como vemos con estos ejemplos y con otros muchísimos que podríamos poner y que sin duda Vds. conocerán, o, mejor dicho, habrán “oído”, el veredicto es unánime: las cruzadas fueron unos episodios deplorables, violentos, en el que libertinos occidentales, que no habían sido provocados, asesinaban y robaban a musulmanes sofisticados y amantes de la paz, dejando patrones de opresión escandalosa que se repetirían en la historia. 

Pero que estas “fiables” afirmaciones se escribieran y hayan sido propagadas por los enemigos de la verdad, de la iglesia católica… es hasta cierto punto comprensible, nunca justificables, pero que personas serias (aparentemente serias), incluso cristianas, hayan sido y sigan siendo propagadores de estas difamaciones…, pues desgraciadamente aun en muchos lugares de la civilización occidental actual es demasiado común oírlas y pronunciarlas, y apenas hay quienes las rebatan.

 

Pero, sin embargo, la unanimidad no es garantía de precisión. Lo que todo el mundo “sabe” sobre las cruzadas podría, de hecho, no ser cierto, y para esto está la historia y los buenos investigadores, ¡que los hay!

Fin del capítulo 1

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REDACCIÓN