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Con los socialistas el progresismo no es sinónimo de progreso. Si como economistas o administradores no tienen parangón, en otros terrenos no son menos. No se salvan en nada, ni salvan a los demás. Los llevan a lo peor, tras la ruina. Nos recuerdan el dicho de Churchill: «Si pones socialistas en el desierto, en cinco años habrá escasez arena» Han destruido el país en todos los órdenes. Toda esta gente es distinta al resto. No se entiende cómo la ideología política les condiciona tanto la mente. Hay que recurrir a los sociólogos, aunque la tradición y la herencia son factores fundamentales. Se necesita buscar sus raíces históricas, que siguen defendiendo. Su historia profunda, para entender las emociones que subyacen bajo las creencias morales, si las tienen, y su modo de ser que nos causa tanta extrañeza. Su fanático sectarismo que les lleva a no querer entender ni escuchar a los demás, si no a eliminarlos, ciegos en su misantropía y cerrazón metal. ¿No se dan cuenta de su error que automáticamente lo revierten al adversario? No quieren darse. Ven la paja en el ojo ajeno, pero no ven la viga en el propio. Le pegan fuego a lo que sea y salen corriendo echándole la culpa a VOX. Siempre creí que son gentes incompletas, carentes de raciocinio y virtudes, que tratan de superar sus limitaciones de las maneras menos ortodoxas y caen en el sadismo. Son lo que llaman a los demás. No tienen alma. Viven en el desasosiego de la frustración perpetua. Por eso navegan siempre en la contradicción que arreglan con la trampa, la imposición y la violencia.

También existen más personas de izquierdas que de derechas. El camino hacia el mal es más fácil y cercano; el camino del vicio. Gente buena y apolítica parece haber mucha menos, ya que la de izquierdas está muy politizada. Contrariamente hay más gentes que se pasan a la derecha que lo contrario, si exceptuamos a Jorge Vestrynge. Ocurría en la guerra, que pocos se pasaban con los rojos y muchos con los nacionales; al menos comían caliente. Con los rojos ni caliente ni frío; con los rojos, hambre, miseria y piojos. En la guerra son aun más desastres y asquerosos que en la paz. Con el muro de Berlín pasaba lo mismo. Ni el primero arriesgó la vida para irse con los comunistas; todos cruzaban el muro para la Alemania occidental. El sociólogo Amando de Miguel, expresa que: «Fui de izquierdas y ahora soy de derechas, es un proceso de maduración personal». Para mí ahora el valor principal es la libertad, y por eso soy de derechas… y no puedo ir a TV., añade. En la izquierda predican la utopía de la igualdad, y a la libertad la convierten en libertinaje y desorden. El mismo desorden que es el preámbulo de la guerra.

Existe una aceptación generalizada de la corrupción, tal vez pensando que nadie es perfecto. De ahí se va a la aberración de un supuesto derecho del político a ser corrupto. Cuando lo anormal se ve como normal, ocurren estas cosas que, lejos de construir el mundo, lo derriban a pasos agigantados, tal que ocurre cada día con España. La izquierda lo puso todo patas arriba. Lo normal es que los políticos sean buenos administradores y honrados, dando el mejor ejemplo en todo lo que hacen. ¡Qué lejos…! Singapur, consiguió en poco tiempo ser la ciudad estado más próspera del mundo. Gracias a que consiguió acabar con la corrupción. Primero metió a todos los corruptos en la cárcel, pero la corrupción seguía. Luego los metió en el cementerio, y santo remedio.

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La corrupción es un virus que se contagia al pueblo y por eso ve bien lo de la casta política, que no tiene el menor derecho a ser casta. La corrupción es como la contaminación del país comunista chino que es el que más contamina al mundo. Las iniciativas de todo lo que ocurre en España, parten de la gente de izquierdas, cargada de defectos, maldades y perversa ideología. Lo normal es la justicia, no la dictadura a la que nos somete Pedro Sánchez que es la mayor injusticia. Desde Zapatero provocaron y excitaron tanto la izquierda y el mal, que ya no se ve, a donde pudiera existir una apariencia de normalidad. Se echaron todos desbocados al monte y se volvieron peligrosos. Acaban con la flora y la fauna, y por donde pisan ya no nace la hierba. Lo peor que haría la derecha, sería continuar de brazos cruzados contemplando el espectáculo de la destrucción, dejando crecer más al monstruo que va a devorarles.

No hay más que echar un vistazo a las redes sociales, a donde vemos lo que omiten en la televisión oficial, y manipulan, para verificar que la extrema izquierda está provocando la guerra civil. No se puede hostigar tanto a los que no piensan como nosotros, porque al final la cuerda se rompe de tanto estirarla y está a punto. No se puede hacer tanta propaganda y manipulación informativa, difamar y mentir. No se puede hacer tanto daño, ni reír de las víctimas del terrorismo tal como hacen con Ortega Lara. Terrorismo que ellos alimentaron y víctimas que son suyas. Véase la revista El Jueves, dedicada a tal fin y a calumniar y atacar a VOX todos los días. Ahora eso, no es crispar ni fomentar el odio, según ellos… Sin la menor consideración no escuchan a los demás, ni les importa. La maldad de la extrema izquierda es infinita. Cada 24 horas ejecuta cientos de maldades y es incansable. Mientras tanto sigue invadiendo la inmigración ilegal sin que nadie la detenga, como a ellos que con sus leyes liberticidas eliminan la paz, el progreso y el país, para implantar el comunismo, con la guinda de la tarta que es la reforma y el aquilatamiento al dictador: la Ley de Seguridad Nacional, para amordazarnos y reducirnos a la nada.

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La izquierda no tiene perdón de Dios, ni le importa, al carecer de razón, conciencia, moral o vergüenza. Adoctrinó al pueblo con su falsa filosofía. Es el mayor problema de España que acaba con ella, y el origen de todas las demás desgracias.

Autor

REDACCIÓN